↬6: Necesitar y Querer↫

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Bien, en primer lugar, él estaba pasando una noche terrible con Lujuria todo mañoso por querer algo nuevo y de "calidad", pero eso a tener ahora enfrente a un Custodio y un ángel... Venga, él no se había portado tan mal como para merecer semejante castigo. No hoy al menos, el día de ayer sí se pasó un poco, sin embargo, eso es pasado.

¿Qué acaso el guardia de la puerta no se había dado cuenta del halo celestial del pelirrojo? Tal vez no, posiblemente solo se centró en su apariencia y por eso no le pidió una identificación, ya que su gusto por las pelirrojas y morenas es bien sabido, lástima que el paquete venga en un ángel.

Hace una mueca, se pasa ambas manos por la nuca y voltea a ver hacia la puerta del baño, la ha bloqueado así que nadie los molestara, dejando de lado que hay otros baños en el local. Vuelve su atención al Custodio rubio, quien alrededor de aquella rojiza mirada, destella un azul cobalto el cual lucha por el control y tiene que admitir que el cabrón posee buen cuerpo. Hombros anchos, espalda amplia y con aquella chamarra de cuero se puede apreciar la fuerza que posee en brazos, dejando de lado que la apretada camisa negra hace notar los músculos pectorales y abdominales.

Es demasiado perfecto.

La altura, el cuerpo e incluso las facciones faciales son perfectas, se amoldan perfectamente una a la otra, ¿cómo es eso posible? ¿Custodio de Narcisista?

<<No, no es narcisista>> <<Mira nada más, dices más palabras en la noche aparte de "Sexo. Sexo. Sexo">> <<Tener sexo es sano, no me culpes por cuidar mi salud. Por otro lado, mantén los ojos abiertos>>

Asiente ante la petición dicha por Lujuria, quien toma asiento y observa con atención el más mínimo detalle; agradece los años que tienen de relación, una donde la comunicación y el placer han fortalecido su amistad, una que los ha llevado muy lejos por el mundo en diferentes camas. Respira hondo, soltando un lento suspiro y observa la chica que ahora el ángel carga.

Hm, es claro que no podrá llevársela ahora ¿o sí?

— Primero las presentaciones —sonríe, apoyando la espalda en la pared de azulejo, echando un vistazo a la imagen que el espejo sobre el lavabo le devuelve. Se ve bien <<Ya nos tuvieron que haber quitado la ropa>>, suelta un bufido ante eso. El cabrón tiene razón—. Yo ya me presenté, espero lo mismo de su parte.

— Mi nombre es Eijiro —saluda el pelirrojo con una radiante sonrisa—, soy un ángel encargado de otorgar alegría, acompañar enfermos y guiar a niños de vuelta a casa.

— Bien —voltea a verlo, sonriendo de lado—, yo soy el dueño de "La Condenada Manzana".

— Lo sé, bueno —el ángel ve hacia el custodio, quien sigue con los hombros tensos. ¿Acaso espera un ataque de su parte? Sí, está seguro de que lo hace y que será un verdadero dolor en el culo si no logra que baje la guardia. El pelirrojo vuelve su atención a él, sonriendo con pena—, tenía vaga idea de saberlo.

— ¿En serio? ¿Cómo?

— Mi informante.

— ¿Los ángeles espían? Mi madre no me dijo semejante cosa, de habérmelo dicho hubiera puesto más atención a mi alrededor —un parpadeo y su vista ahora se concentra en el custodio rubio—. Ahora te toca presentarte, guapo —señala, y la mueca que hace ante el apodo le causa gracia.

— Bakugo Katsuki.

— Bien, ¿de quién eres Custodio?

— No tienes por qué saberlo.

— Si nos vamos a sentar en una mesa a platicar, quiero saber todos los que vamos a estar presentes. Ese tipo de cosas son importantes.

— Con quien vas a hablar es con Eijiro, no conmigo. Yo solo soy el último recurso.

El Pecado de un Ángel (BakuShima)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora