Sentado en el suelo alfombrado con la espalda pegada a la pared, mira con atención las persianas un poco dañadas y detecta el mal olor de drenaje debido a la mala instalación de cañería del lugar, sin embargo, tampoco es que pueda pedir demasiado por lo poco que han pagado en realidad.
¿A qué día están ya? Todo inició el día dieciséis de octubre, cuando conoció al ángel, pero luego de tantas desveladas y carreras por huir, no tiene nada claro el día en que se encuentra, pero definitivamente ya están en noviembre. No hay duda.
Voltea hacia donde está el pelirrojo, quien se encuentra alrededor del recién llegado, Monoma Neito, Custodio de Desastre. Tal vez su mala suerte por encontrar un buen lugar fue cosa de ese cabrón. Dobla la pierna derecha para apoyar en la rodilla su codo, mirando con atención el cómo Eijiro actúa alrededor del sujeto, la sonrisa que muestra y la manera en que lo mira, ¿es tan importante? (No me cae bien. Matémoslo).
— Nada de matar —dice el pelirrojo, volteándolo a ver. Él se alza de hombros y desvía su atención a Shinso, quien se mantiene alejado de todos en una de las orillas de la habitación, pero con la atención puesta únicamente en Monoma.
— Eres el informante de Eijiro, ¿cierto? —el que sigue vistiendo ropas blancas lo voltea a ver. Al encontrarse sentado en el gastado colchón, crea mucho ruido al apoyar las manos contra éste e inclinarse hacia atrás— ¿Cómo sabías de nosotros? Yo no recuerdo haberte visto y tuviste que haberte acercado muchísimo para ver incluso el color de nuestros presos.
— ¿Es así?
— ¿Por qué era tan importante que retirara el collar? —cuestiona Shinso, llamando la atención de los tres— ¿Sabías que era el custodio de Enfermedad?
— Sí, lo sabía —Monoma extiende la mano hacia el ángel, quien no duda en acercarse al tacto y antes de tomarla, cubre las propias con las mangas blancas. Ira gruñe bajo y él siente los nervios crisparse, realmente quieren golpearlo—. Ese collar estaba hecho con diamantes extraídos del mismo inframundo, tan frio y pesado que me era imposible calentarme —(¡Qué lo suelte! ¡No quiero que toque a mi ángel!) Gruñe ante la pesada insistencia de Ira, quien se calma en cuanto el pelirrojo suelta la mano del rubio y da paso atrás, creando distancia—. ¿Qué pasa? —pregunta Monoma a Eijiro, quien se alza de hombros.
— A Ira no le gusta que me toquen.
— ¿A Ira? —Monoma frunce el ceño, haciendo una mueca— ¿Hablas con esa bestia?
— No es tan malo.
— Eijiro, por favor, te dije que...
— Es mejor que esperemos a los demás para hablar ese tema —el ángel camina hacia él, sentándose a su lado y Monoma entrecierra los ojos, ¿está sorprendido de que Eijiro tenga esa cercanía con él? Qué bien (Deberíamos demostrarle qué tan unidos somos) ((Cálmate)) (Ese hijo de perra empezó) —, ¿no te parece?
— De acuerdo, cambiemos de tema —lleva la mano hacia el rostro de Eijiro, quien sonríe esperando paciente el tacto, pero él termina por pellizcar la mejilla del ángel, quien inmediatamente comienza a quejarse—. ¿Cómo te dejaste capturar allá atrás, idiota? — (Hey, nada de idiota) ((Lo tocaron desconocidos y bailó con el cabrón que está en la cama)) (Tienes razón, es un idiota, pero es porque es demasiado inocente)— ¿Acaso eres tonto?
— No, Katsuki, espera —el ángel se sujeta a la muñeca con ambas manos, intentado apartarse—. Duele, duele, duele.
— Sí, claro que va a doler. ¿Qué esperabas? ¿Felicitaciones?
— No, deja mi cachete...
La puerta de la habitación se abre de golpe, llamando la atención de quienes yacen en el interior y al voltear, ven a Sero entrar primero a grandes zancadas ubicándose en el medio del cuarto, ambas manos cargando con bolsas de papel llenas. El pelinegro ve alrededor con radiante sonrisa en el rostro y un brillo pervertido en la mirada, pero poco a poco solo se endereza y la expresión se vuelve seria, decepcionante incluso.
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El Pecado de un Ángel (BakuShima)
FanfictionBakugo Katsuki no creyó que unas palabras lo hicieran vivir tantas cosas y todas gracias a una sola persona, mejor dicho, un solo ángel. Eijiro ha llegado a su vida para evitar así una guerra, una que él sabe que podría ganar en compañía de sus comp...