Los jadeos que libera ante la carrera que lleva haciendo, después de haber peleado para poder ingresar al templo son un tanto vergonzosos, sin embargo, no debe de parar. Tiene que encontrarla y arrebatarle la caja, es todo lo que tiene que hacer, pues así demostrara a los dioses que ella no estaba nada preparada para el cuidado de algo tan valioso.
Sujeta con firmeza su naginata, una asta de madera negra con una cuchilla atada en uno de los extremos, una que posee un solo filo. Es un arma hecha en Japón, pero a Zeus eso no le importa, él solo quiere lo mejor para sus guerreros y así demostrar que tiene lo mejor de lo mejor, pero ¿por qué hacer todo aquello y al final darle la caja a una mujer que ni guerrera era?
¿Solo por quererla? ¿Por quererlos joder?
Fuera cual fuera la respuesta, ellos piensan hacer que se arrepienta. El sonido de pasos lo hace bajar de velocidad y agudizar la mirada al frente, viendo a Pandora salir de uno de los pasillos. Ella luce agotada, aterrada y lleva entre brazos la preciada caja que debe de recuperar.
Cuando Pandora voltea y lo ve, da la vuelta y sale corriendo, él no duda en ir tras de ella. Puede escuchar la guerra que sucede afuera, también los insultos que Gamma está gritando por uno de los pasillos. Centra su atención en la figura de la mujer, quien pide ayuda a gritos sin dejar de correr. Él debe de matarla...
No, eso no era verdad. Su misión solo es arrebatarle la caja, ¿no?
Empuña con firmeza su naginata, la hace girar y con el extremo sin cuchilla golpea el costado izquierdo de Pandora, obligándola a ir por el pasillo de la derecha con brusquedad y perdiendo algo de equilibrio, el cual aprovecha para acorralarla y sujetarle el brazo con fuerza, haciéndola soltar la preciada caja.
— ¡Sueltame! ¡Estás cometiendo un error! —grita Pandora, intentando zafarse, y él debería hacerlo. Ya ha conseguido su objetivo, pero lo que hace es totalmente contradictorio.
Desliza su mano sobre la asta de su naginata, tomándola con firmeza cerca de la cuchilla y la hunde en el vientre de Pandora, quien lo ve con toda la sorpresa reflejando en sus ojos. Puede sentir la caliente sangre escurrir por sus manos, escuchando a lo lejos pasos acercarse cuando el cuerpo sin vida cae al suelo sin nada de cuidado.
Está bien.
Él tenía que matarla.
Ahora lo entiende, comprende porque aquel momento hizo lo que se supone no debía hacer, pero alguien ya lo había sugerido. Alfa les dijo que tenían que matarla, que esa era la única forma de demostrar que ellos debían de cuidar la caja, y claro que se negaron a eso, pero ¿por qué lo hizo al final? Porque cuando la caja cayó, no tenía ningún seguro.
Ya la habían abierto antes de que ellos llegaran y no duda que el primer custodio haya sido Alfa, quien fue elegido o eligió al preso que quería llevar.
— ¡Por ahí! —señala Kota, sacándolo de su ensimismamiento.
Si hace unas semanas le hubieran dicho que estaría cargando a un niño mitad ninfa de agua y dos de una floral, corriendo en busca del tipo que en un principio no quería para nada y ahora ama, pues lo hubiera señalado como un jodido loco y continuado con su vida como si nada, sin embargo, la vida da sorpresas demasiado inesperadas.
Está corriendo con Kota, Katsuma y Mahoro en brazos, siendo seguido por Eijiro quien carga a Eri, todos dirigiéndose hacia el templo de Zeus. Sí, es extraño correr rodeados de casas modernas sobre una calle pavimentada que tiene autos abandonados en ella yendo hacia un templo en ruinas, los altos pilares modelando desde la distancia, pero no hay forma que pueda detenerse, ya que atrás de ellos el sonido de los metales, rugidos y las ondas de expansión que los golpea delata que la pelea ha iniciado.
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El Pecado de un Ángel (BakuShima)
FanfictionBakugo Katsuki no creyó que unas palabras lo hicieran vivir tantas cosas y todas gracias a una sola persona, mejor dicho, un solo ángel. Eijiro ha llegado a su vida para evitar así una guerra, una que él sabe que podría ganar en compañía de sus comp...