↬16: Un Merecido Descanso↫

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El viaje al "pueblo" más cercano resultó ser mucho peor ahora con una nueva compañera, quien no duda en seguir la pelea verbal contra Sero cada vez que este habla, y quien siempre interviene e intenta calmarlos es el ángel, obviamente, cosa que no es de sorprenderse porque el pelirrojo es... bueno, un pedazo de cielo.

Ira, por otro lado, se encuentra demasiado ocupado con pelear contra Duda, el preso de Uraraka, y quien parece muy feliz jodiendo la mente de otros. Por lo que Izuku logró contarles durante la misión de recuperar el arma celestial, la que resultó ser su espada hecha por Hefestos a ordenes de los otros dioses, lo que le sigue inquietando muchísimo por... ¡Maldición, fueron muchísimas cosas!

Shoto termina por subir el edificio de estructura gótica con incontables ventanas, suspira y voltea a verlos, luciendo tan fuera de su zona de confort. Lo que es comprensible al recordar los años de inactivos que han tenido; saben pelear por naturaleza, por los innumerables años que entrenaron en los cielos olímpicos y son fuertes porque deben serlo para mantenerle frente a sus presos, pero eso a estar escalando y peleando más seguido es punto y aparte.

Chasquea la lengua, se da la vuelta y camina hasta quedar en medio de aquel tejado, la nieve acumulada crujiendo bajo sus pies. Los conductos de ventilación no son para nada grandes y no hay ninguna chimenea, lo cual es comprensible luego de que Izuku le explicara las comodidades que ahora los humanos poseen gracias a los avances tecnológicos.

¿Y bien? ¿Cómo haremos esto? —pregunta Shoto, colocándose de cuclillas y viendo hacia el rio, parece distraído, pero él también lo está así que no puede echárselo a la cara— Son catorce humanos y la espada se encuentra en la habitación justo debajo de nosotros.

¿Lo viste estando en el velo de Muerte? —cuestiona Midoriya, acercándose a una gran caja metálica, la cual posee un símbolo de advertencia en el centro con una flecha que simula un rayo.

Sí.

Bien —frunce el ceño al verlo hacerse con unas pinzas para cortar, las cuales mantuvo en el bolsillo izquierdo trasero.

¿Ahora eres electricista? —pregunta sonriendo de lado con burla.

No, pero leí muchas cosas importantes ahora que he salido de mi habitación y no solo para alimentar a mi preso —el peliverde sujeta la parte de arriba de aquella caja, tira con fuerza y la rompe sin problema alguno, lo que no es de sorprenderse debido a que es custodio de Violencia y posee una gran ventaja sobre los demás—. Los humanos se han vuelto sumamente dependientes de la electricidad, si se las quitamos, tenemos ventaja, dejando de lado que la oscuridad nos servirá de apoyo.

Dicho eso, el peliverde procede a cortar los cables de tajo y de la edificación en donde se encuentran se elevan gritos, quejas, es entonces que él no duda en acercarse a la orilla, agacharse y sujetarse de la orilla, lanzando las piernas con fuerza para girar y entrar rompiendo una ventana.

El interior es oscuro, lo cual era de esperarse, pero le inquieta que sea tan silencioso todo a su alrededor. Ese lugar es como un hotel, se supone que debería haber más personas que solo las catorce que ellos están buscando ¿no?

Al avanzar desliza la mirada por los muebles, la amplia cama y frunce el ceño ante el olor a viejo, ¿por qué olería así un lugar tan recurrente?

Todoroki y Midoriya le siguen de cerca.

¿Puedes sentirla?

La pregunta no es tan tonta como parece, él es capaz de sentir el arma que empuño por tantos años porque, bueno, Ares solicitó a Hefestos que fundiera el oro con un poco de su sangre, lo que los hizo unidos a un nivel diferente. Todos poseen un arma con la cual pelearon y no le importaría dejarla atrás, sino supiera que esa espada es capaz de matar ángeles.

El Pecado de un Ángel (BakuShima)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora