⚜23: Temperatura Alta⚜

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La brisa que se logra colar a su celda lo hace abrir los ojos, viendo a su alrededor en busca de la puerta que ha sido abierta para que el viento se cuele hasta donde se encuentra. Es una sensación agradable que desde hace mucho tiempo no sentía y casi, casi lo hace sonreír, hasta que Miseria suelta un mordaz comentario. Realmente es un preso con metas claras: joderle la existencia.

Se acuesta sobre el costado derecho quedando de frente hacia los barrotes, a través de ellos puede ver el escritorio de metal que se encuentra con muchísimos papales encima, la silla giratoria y el televisor, el cual funciona gracias a una antena de satélite.

Gracias a ese aparato conoce cosas como los celulares, computadoras, autos, aviones, también ha aprendido muchísimas palabras y ha visto lo mucho que la "fe" sigue moviendo a los humanos. Es consciente que los dioses griegos lo han abandonado desde que aquella caja fue abierta y Pandora asesinada, pero ¿realmente habían abandonado a toda la humanidad? ¿Por culpa de ellos?

(Fuiste cómplice del abandono de los dioses. Ellos han hecho a la humanidad a un lado. Ya no quieren saber nada de ellos. Es tu culpa. El hambre, la enfermedad y toda la maldad, es tu culpa)

Se lleva ambas manos a la cara, ya no quiere llorar, pero cuando Miseria empieza a decir ese tipo de cosas le es imposible no hacerlo.

El sonido de pasos acercándose le hace separar los dedos para ver entre las rendijas que se forman, observando al joven rubio de apariencia adulta ir al escritorio, tomando asiento en aquella silla que se ve sumamente suave y lo ve echar la cabeza hacia atrás; luce cansado, agotado, ¿será por la misión que le han impuesto? ¿Por qué él? Es tan pequeño, ¿cuántos años tendrá?

La edad es algo tan extraño para su percepción, pues nació con la apariencia de un adulto atlético y fuerte, con inmortalidad, inteligencia y habla incluido. Fue bendecido por Afrodita con un beso, sus armas hechas en las fraguas de Hefestos y su cuerpo reclamado por el dios padre de los dioses y los hombres.

Mierda, ¿por qué tuvo que ser él?

— ¿Podrías dejar de verme? —la petición lo hace salir de su ensimismamiento, parpadea un par de veces, pero no aleja la mirada de quien le ha la dirigido la palabra sin ofenderlo. Hace tantos años que nadie le hablaba como si no fuera una bestia— Bien, no lo hagas, solo... —el chico suspira, llevándose ambas manos a la nuca—. ¿Cómo se supone que yo haga eso? ¡Es ridículo! Apenas y pude acercarme a darles ese liquido dorado, ¿cómo esperan que yo vaya a secuestrarlo? Tampoco es que lo haya visto asustado o siendo amenzado...

¿Quieren que el muchacho secuestre? Bueno, eso en definitiva sería algo asombroso de ver, pues desde que lo conoce, al menos de vista y lo que ha escuchado, el pobre es un pan de Dios. No de los olímpicos, obviamente, sino de aquella divinidad que en televisión parecen alabar hoy en día.

Le resulta extraño, en televisión ve a muchos odiarlo, otros amarlo y unos más solo dicen no creer, ¿en serio? ¿Así de fácil el mundo dejó atrás a las maravillosas criaturas? ¿En qué momento los humanos ganaron e hicieron a un lado a las bestias de formas sorprendentes y grandes habilidades?

— Oye —vuelve su atención al chico, quien con aquellas facciones asiáticas le mira receloso—, ¿cómo te atraparon a ti? ¿Qué usaron para sellarte en esa celda? —oh, bien, le gusta la idea de que quiera hablar con él ¡Le fascina muchísimo! Sin embargo, se mantiene callado, por el bien de ambos— ¿Eres mudo? —asiente en respuesta, aunque aquello es una mentira— Lo lamento.

¿Lo lamentaba? ¡¿En serio?! (Le has mentido. No mereces verlo a los ojos. Das vergüenza y asco, si tus compañeros te vieran aquí no harían nada por salvarte. No vales nada. Eres un asco) Oh, bien, el pequeño destello de felicidad que floreció en su pecho se ha esfumado tan rápido como apareció.

El Pecado de un Ángel (BakuShima)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora