El tarro colocado frente suyo por un mesero que no los había estado atendiendo lo hace fruncir el ceño, gira el gran contenedor de alcohol y cuando una luz azul golpea contra este, el dorado color le hace hacer una mueca. La cerveza, ya sea clara u oscura, no le gusta para nada.
Ve hacia la pista de baile, deslizando la mirada por cada presenta hasta dar con quienes ha ido a perder el tiempo y ve a Sero junto con Shoto, quienes tienen en mano un tarro con bebida del mismo color que le han servido a Ochako y él. ¿Lo habrá pedido el pelinegro para todos? Parpadea sorprendido al verlos terminárselo en cuestión de un par de segundos, vaya, eso era no ser una persona racional o lógica. Por otro lado, al ser cerveza duda mucho que algo así vaya a afectarles.
Niega con la cabeza, voltea a ver a Ochako y boquea al verla beber del gran envase, haciendo una divertida mueca al final, con ojito cerrado y todo. Un sonrojo que se expande en ambos pómulos y por el puente de la nariz, los ojos marrones cristalizándose ¿tan malo había sido el sabor? La mira fruncir el ceño y volver a dar trago.
Se ríe ante eso, no puede evitarlo, y decide disfrutar un poco más de aquel momento al lado de ella. Dejando de lado lo interesante que le resulta la vida de Ochako, pues una mitad sirena dejando atrás todo lo que conoce con el fin de proteger a sus seres amados es digna de admirar, siente que Violencia está tranquilo; no ha respondido a nada que ha pasado, solamente dio parte de su fuerza cuando aquella hydra los atacó, pero está seguro que lo hizo solo por la castaña.
Esta seguro que toda la tranquilidad del preso se debe a la presencia de Ochako, y sí, es por esa razón que fueron a salvarla, pero es que él no lo creyó posible. ¿Cómo un ser tan pequeño y adorable iba a hacer frente a un ser tan despiadado y aterrador? Sigue sin comprenderlo, aunque no puede ignorar los ronroneos y risas de Violencia cuando de las acciones de la castaña se trata.
Un golpe contra su espalda le hace hacer una mueca, ve sobre el hombro y mira a un joven perderse entre la multitud, es claro que se trata de un cobarde y debe agradecer que Violencia lo haya pasado por algo, así como ha ignorado los empujones intencionales disfrazados de accidentes e insultos dichos a su espalda.
Con todo eso, se puede relajar ¿no?
— ...es por eso por lo que yo evitaba las redes, ya me había atorado en una —la forma torpe en hablar de Uraraka le resulta un tanto curiosa. Solo han pasado treinta minutos y ella ha bebido dos tarros, la cerveza no es capaz de afectar tan rápido a una criatura mitológica ¿o sí? —, ¿y sabes? Una ocasión pude ver a Poseidón, pero no me acerqué, había escuchado cosas bien raras de él —el mesero rubio se acerca a ellos y vuelve a dejar otro tarro lleno de dorada bebida, llevándose los vacíos.
— Ochako, creo que ya no deberías beber —señala y la castaña abraza el tarro, luciendo adorable, incluso para Violencia quien se muerde los nudillos.
— ¿Por qué?
— Estás borracha.
— No, no. No. El alcohol no nos afecta —dice con un puchero, viéndolo mientras frota la mejilla contra el tarro; el frio contenido creando una capa de agua al exterior misma que humedece la piel y un destello de ella luciendo así, pero con su verga a un lado le golpea de lleno.
Violencia se queda de piedra en un parpadeo, al siguiente se encuentra salivando y yendo de un lado a otro en su mente, buscando la forma de volver a obtener esa imagen tan erótica y lasciva. Es obvio que el preso no es capaz de crear algo así, por lo que voltea hacia la pista de baile y ve a Sero, el posible culpable, sin embargo, este se encuentra súper concentrado en Shoto.
Las manos del pelinegro se encuentran sobre la cadera del heterocromático, atrayéndolo hacia sí y pegando por completo sus cuerpos, el culo de Shoto frotándose con descaro y necesidad en la entrepierna del custodio de Lujuria. Sero coloca los labios tras la oreja del guerrero olímpico, desciende lentamente hacia el cuello y se siente sonrojar al verlo mordisquear la piel blanca.
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El Pecado de un Ángel (BakuShima)
FanficBakugo Katsuki no creyó que unas palabras lo hicieran vivir tantas cosas y todas gracias a una sola persona, mejor dicho, un solo ángel. Eijiro ha llegado a su vida para evitar así una guerra, una que él sabe que podría ganar en compañía de sus comp...