Observa paciente el horizonte, la neblina que se encuentra a la distancia hace difícil ver el atardecer como es debido y el oleaje no le permite escuchar el nadar que lleva esperando por dos horas, comienza a fastidiarse. (¿Realmente crees que volverá? No lo hará, ¿por qué lo haría? Ella seguramente encontró la salida y se fue sin ti) Pone los ojos en blanco ante lo dicho por Duda y se cruza de brazos, ¿no se cansaba su preso de joder tanto?
Una sonrisa surca en sus labios al ver lo que lleva esperando, descruza los brazos y desdobla poco a poco la cálida toalla, mientras camina hacia la orilla sintiendo poco a poco el agua llegarle hasta las rodillas.
— Bienvenida —Saluda con una sonrisa radiante, colgándose la toalla sobre el hombro antes de llevar los brazos hacia quien, impulsándose con la larga extremidad de escamas rosas, salta hacia él y le rodea los hombros con un abrazo.
— Estoy de vuelta.
La respuesta de Uraraka lo hace sonreír y provoca que el corazón se le acelere, por otro lado, el aterrador gruñido de Violencia manda a las profundidades de su mente a Duda. Ah, vaya, hacen un gran equipo. Da media vuelta comenzando a andar fuera del mar, el caminar en arena con los pies descalzos se ha vuelto una de sus actividades favoritas más cuando se encuentra acompañado de quien está enamorado.
— ¿Alguna buena noticia? —Pregunta, manteniendo su atención al frente.
— No, ninguna —la escucha suspirar y sabe por el sonido que ella ha comenzado a usar la toalla para retirarse el exceso de agua—. No importa que tan lejos nade o que tan profundo del mar vaya, siempre vuelvo aquí. Supongo que dejarnos salir no es algo que vayamos a poder hacer.
— Es algo que teníamos contemplado.
— Lo sé, pero —Uraraka se remueve entre sus brazos, sabe hacia donde está viendo ahora— él sigue ahí.
— Sí. Y no creo que nada pueda moverlo.
Ambos se dirigen al centro de esa isla en la que han vivido por medio año, los caminos ya se encuentran marcados gracias a sus caminatas y piedras que han acomodado con el paso del tiempo, también ya hay viviendas y nuevos custodios que los acompañan; ellos llegan a la isla gracias a los ángeles otorgadores de alegría, acompañantes de enfermos y guiadores de niños perdidos, sin embargo, ninguno de esos seres celestiales les dirige la palabra, tampoco les sonríe ni siquiera les sostienen la mirada.
Ellos no son Eijiro.
Luego de ver a Bakugo y Eijiro caer de las nubes, no dudo en golpear el rostro del ángel contra el que peleaba para dejarlo inconsciente y correr hacia Uraraka, su feroz y hermosa guerrera luchando como una salvaje contra cinco a la vez. Ella realmente era increíble. Al tomarla en brazos, se la subió al hombro y grito a los demás, los cuales sin dudarlo se lanzaron tras de él cuando cayó por el mismo hoyo que sus amigos.
El fuerte viento los traicionó, eso y los ángeles que siguieron con la pelea en el aire. Gracias a Monoma pudieron tomar ventaja y ya que sostenía tan posesivamente a Shinso, ya nadie se atrevió a seguirles. Habían logrado desviarlos un poco de la caída recta, haciéndolos caer lejos de donde posiblemente los suyos estaban.
Maldice en voz baja al sentir dolor al caminar, posiblemente se ha fracturado un hueso, pero no se detiene. Nadie lo hace. Deben de encontrarlos pronto y asegurarse que estén bien, irse lejos y vivir todos juntos como una gran familia. Como lo han estado haciendo en Atenas. Es el grito de Bakugo lo que les hace frenar a todos; paralizados del miedo ante la idea de lo que aquello podría significar.
Temerosos al pensar con lo que se pueden encontrar, dudan un poco en seguir, pero incluso así lo hacen. Sus amigos los necesitan, no hay forma de que los abandonen.
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El Pecado de un Ángel (BakuShima)
FanficBakugo Katsuki no creyó que unas palabras lo hicieran vivir tantas cosas y todas gracias a una sola persona, mejor dicho, un solo ángel. Eijiro ha llegado a su vida para evitar así una guerra, una que él sabe que podría ganar en compañía de sus comp...