⚜31: Verdad, Mentira y Dos Tratos⚜

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Cuando Shinso termina de decir el plan, él niega con la cabeza y todos alrededor suspiran, incluso Eijiro. Bueno, era obvio que él iba a negarse ante semejante estupidez. Voltea a ver al ángel que se encuentra sentado a su lado derecho, luce un poco cabizbajo y acaricia distraídamente la melena de uno de los niños, los cuales no le agradan para nada a Ira.

No porque se traten de híbridos ni mucho menos, sino porque se han llevado toda la atención del ángel.

Sí, Ira tiene problemas.

Bakugo —habla Shinso, cruzando los brazos frente del pecho—, estoy seguro de que la única razón por la que te niegas al plan es porque el ángel se irá con Todoroki.

No es eso —gruñe bajo, llevándose una mano tras la nuca para rascarse el cuero cabelludo con la yema de los dedos.

Entonces, ¿por qué?

(Nadie lo cuidará mejor que nosotros), es la respuesta que Ira da y él está de acuerdo con lo dicho, sin embargo, decir algo así sería como no confiar en sus amigos y, bueno, eso no sería lo correcto cuando están yendo a una pelea. Piensa en una mejor respuesta, una que no sea mentira, pues su pelirrojo será el primero en señalarlo como un mentiroso.

Es porque no sabemos que hay dentro del templo —responde por fin, volviendo sus manos al frente y volteando a ver a sus compañeros, los cuales echan un rápido vistazo a Eijiro, quien no suelta un: "eso es mentira" o "¿por qué les mientes?"—. Gracias a los niños tenemos a cuenta las mujeres serpientes que hay, pero ni ellos saben en dónde duerme Pesadilla y es al primero que debemos neutralizar; es otro custodio y eso solo lo hace más peligroso que cualquier humano que porte un arma ahí dentro.

Bien, tienes dos puntos ahí —Midoriya ladea un poco la cabeza, el violeta rodeando el verde iris—. Las mujeres serpientes son un caso fácil de lidiar, me encargaré de ellas muy rápido.

Sí, no lo dudo —el rubio sentado en las piernas de Shinso ondea la mano derecha, mirando al peliverde con una sonrisa ladina—, pero en un espacio pequeño y con rehenes cerca, dudo que alguien como tú con tal bestialidad sea buena idea —lo ven alzarse de hombros—. Alguien debía decirlo, no pienso disculparme.

No, tienes razón —suspira—. Sé que quieres ir inmediatamente a salvarla —dice, viendo con calma hacia el peliverde, quien le esquiva la mirada—, pero te voy a necesitar en el campo de pelea.

Lo sé.

Todoroki —el de cabello blanco y rojo voltea a verlo, luce cansado, y por el rojo que envuelve la heterocromática mirada sabe que Muerta también se encuentra impaciente—, serás quien entre. Nosotros cuatro —se señala a sí mismo después de apuntar a Midoriya, Shinso y Monoma— nos quedaremos atrás para pelear, mientras que Eijiro, los niños y tú van al templo.

De acuerdo.

No dejes a Eijiro solo, ¿entiendes?

Sí, lo hago.

Maldice al sentir su carne ser cortada por la afilada hoja de la guadaña, la sangre que brota se desliza lentamente por su brazo. Bien, aquello era de esperarse. Las peleas que habían tenido con anterioridad eran con humanos, el esquivar balas solo lo hacían porque Eijiro se preocupaba muchísimo siempre que veía el impacto de una en ellos y, en resumidas cuentas, todos los años después de haber recobrado la paciencia han sido usados para holgazanear.

Es claro que Yagi Toshinori, Alfa, ha sabido usar muy bien esos años.

La manera en que blande el arma celestial, la forma en que los ojos azules eléctricos se deslizan por cada movimiento hecho por ellos y el musculoso cuerpo que ahora tiene dejan en claro que no ha hecho más que pelear durante tantos años.

El Pecado de un Ángel (BakuShima)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora