Puede escucharlo perfectamente, los gruñidos y jadeos, el crujir de sus dientes al ser presionados uno contra otros con demasiada fuerza y la acelerada respiración, los fuertes latidos golpeando su pecho y sonando en sus oídos; su preso quiere seguir en aquella pelea y estar rodeado de gritos, matar a unos cuantos más y romper tantos huesos que le sea imposible contarlos al final. Sin embargo, se mantiene ahí, sosteniendo con suavidad a la sirena mientras siguen las indicaciones que ella da.
¿Por qué? ¿Qué está mal con él?
Violencia no es así. Desde que lo ha custodiado, su preso ha demostrado ser un adorador del caos, de ser el causante del dolor ajeno sin ni una razón, solamente por gusto. Cada puñetazo que propinaba hacia a su cuerpo experimentar un escalofrío de placer, el ganar era una sensación sensacional y ver el miedo en los ojos de sus víctimas lo enorgullecía.
Sus Diosas supieron muy bien como castigarlo.
Se encuentra sentado sobre una gruesa rama de un manzano, viendo con atención la pelea que se lleva a cabo entre el preferido de Ares contra el de Hades, ambos demostrando un gran potencial en duelo con espada. No hay armadura que proteja sus cuerpos, únicamente visten pantaloneras de suave lana de color negro.
Un carraspeo le hace desviar la atención, cosa que le molesta un poco porque él prefiere seguir aprendiendo del combate, sin embargo, al voltear y ver a Alpha, sonríe de lado.
— ¿Has terminado ya con tu encuentro en el bosque de las ninfas?
— ¿Es envidia lo que escucho? —niega con la cabeza en respuesta, volviendo la vista al frente.
— Por supuesto que no, pero la Diosa Artemisa está a nada de ir tras tus pelotas y cortártelas; el rumor de que eres un caza virginidades a llegado a sus oídos y sabes lo mucho que le desgrada —suspira, peinándose el cabello hacia atrás con la mano derecha y al no tener nada que lo fije ahí, este vuelve al frente y un mechón cae frente de su ojo, por lo que vuelve a peinarlo de forma que quede atascado entre otros mechones—. Soy el ahijado de ellas, no quiero seguir cubriendo tus fechorías.
— Si, bueno, que vaya a llorarle a su padre antes que a mí. Él se tira hasta las cabras o toma forma de otros para conseguir lo que quiere.
— Zeus es diferente, él es un Dios y es el padre de los dioses —la expresión del rubio de mirada azulina muestra un poco de desagrado, lo que le motiva a ponerse de pie y caminar hacia este, colocando una mano sobre el hombro de quien lidera el equipo—. Oye, no vayas a hacer nada estúpido.
— ¿De qué hablas? Solo me puse un poco serio, nada más —con un salto, el guerrero preferido de Zeus, baja de la rama y sonríe de lado, viéndole desde abajo—. Por cierto, ¿te encuentras emocionado? Solo faltan cinco días para que nos elijan.
— La Caja de Pandora está siendo debatida entre nosotros y Pandora —le recuerda sonriente, cruzándose de brazos—. Siendo honesto, creo que la van a elegir y Atenea luce muy feliz con esa idea.
— Estoy seguro de que será nuestra.
Dichas aquellas palabras, lo vio alejarse con un andar tranquilo y cuando volvió su atención al combate, Epsilon y Digamma se han unido. Suspira, ve las palmas de sus manos y sonríe, sería bueno ser reconocido por sus Diosas, pero es consciente que ellos tienen algo que los hace menos al lado de Pandora.
Eso es el orgullo.
— Disculpa —la mano que se posa contra su pecho le hace volver a la realidad, parpadea para quitarse de encima las gotas de lluvia que se han quedado atrapadas en las pestañas—, da vuelta a la derecha y avanza por diez minutos más, por favor.
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El Pecado de un Ángel (BakuShima)
FanfictionBakugo Katsuki no creyó que unas palabras lo hicieran vivir tantas cosas y todas gracias a una sola persona, mejor dicho, un solo ángel. Eijiro ha llegado a su vida para evitar así una guerra, una que él sabe que podría ganar en compañía de sus comp...