Observa a Sero estirar ambos brazos hacia arriba, sonriendo radiante al encontrarse bajo la cálida luz del sol y cuando voltea a verlos, extiende los brazos a ambos lados. Él arquea una ceja sin entender qué es lo que espera, ¿qué lo abracen? Ni de broma él iba a... Pone los ojos en blanco al ver a Eijiro lanzarse a los brazos del pelinegro, quien suelta la carcajada mientras gira con el ángel.
No puede creer que ese risueño sujeto, que ahora huye del custodio de Ira por haber abrazado al pelirrojo, sea el mismo que hace dos días estaba tan agotado y al borde de la muerte que las venas se marcaban en todo el cuerpo.
Ve de reojo a Midoriya, quien yace sentado al lado de Uraraka; ambos lucen muy cercanos y la castaña les ha dejado muy en claro que estar lejos del peliverde es igual a un posible suicidio. Realmente fue una locura aquella noche en esa cabaña.
La mujer abre la segunda habitación, él voltea a ver a Midoriya y señala con un suave cabeceo que entre, su compañero da un asentimiento y entra al cuarto con la castaña en brazos, cerrando la puerta con un puntapié. Ve hacia la mujer, quien le recorre con el ceño fruncido y al verla hacer una mueca, escucha a Muerte soltar un resoplido.
Parece ser que la vieja no está nada contenta con verlo cargar al pelinegro, pero no es algo que él quiera hacer, es solo que... ¿cómo iba a dejarlo atrás? Eso jamás se le fue enseñado, dejando de lado que Eijiro se hubiera enojado muchísimo con él.
Mientras sigue a la vieja mujer, acomoda entre brazos a Sero, quien suelta un quejido antes de aferrarse a sus prendas húmedas y solo eso hace; ningún comentario sexista sale de entre aquellos delgados labios que siempre se alzan con burla cuando menos se lo espera, tampoco dice algo sugerente o le hace una caricia intencionada, simplemente se queda quieto y eso comienza a preocuparle.
Es guiado a una habitación hasta el fondo, una que se encuentra bajando tres escalones, y la mujer es quien se encarga de cerrar la puerta, él suspira y ve a su alrededor: la cama es mediana y está adornada con edredones blancos y grises, el suelo de madera está cubierto por una alfombra liza de color negro y los muebles de madera son rústicos, dejando de lado el conducto que se va por el contorno del cuarto.
Camina hacia este y se queda a un lado de este, sintiendo en la pantorrilla el calor emanar del metal y asiente, definitivamente calentara bien la habitación dentro de poco. Se encamina hacia la cama y coloca con sumo cuidado a Sero, quien aspira entre dientes antes de girarse y darle la espalda.
— ¿Te vas a morir? —pregunta y Muerte chilla horrorizada con la idea, yendo de un lado a otro, desesperada por la condición del pelinegro— Sero —coloca la mano en el hombro de este, girándolo poca arriba y custodio de lujuria vuelve a hacer un quejido de dolor—, oye, ¿estás bien?
— Necesito... a la anciana.
— ¿Perdón?
— Por favor —lo ve hacer una mueca, la piel blanca luciendo enfermiza—, lo explicaré cuando... ¡Solo tráela!
Se pone lentamente de pie, suspira y sale de la habitación, yendo en busca de la anciana. Al encontrarla, comenta un fallo dentro del cuarto, lo cual es mentira, pero logra su cometido: llevar a la mujer al cuarto.
Al caminar tras de ella y ver los cuadros que adornan las paredes, se da cuenta que posiblemente ese cojear de la pierna izquierda se deba a que de joven practicaba paracaidismo. También que es madre de cinco varones y tres mujeres, estuvo casada dos veces y ahora vive sola, ¿eso estaba bien para ella? La soledad después de haber vivido siempre en compañía ¿no era peor que siempre haber vivido solo?
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El Pecado de un Ángel (BakuShima)
FanfictionBakugo Katsuki no creyó que unas palabras lo hicieran vivir tantas cosas y todas gracias a una sola persona, mejor dicho, un solo ángel. Eijiro ha llegado a su vida para evitar así una guerra, una que él sabe que podría ganar en compañía de sus comp...