||Capítulo cuatro||

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"Tú vibras diferente a las demásAmo cuando te vienes, odio cuando te vasHacemos el amor y nos vamos de la fazY en un mundo de guerra solo tu me das pazOye es que tú tienes una mirada que me encanta babyY un cuerpecito que mi mente envuelveEstás he...

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"Tú vibras diferente a las demás
Amo cuando te vienes, odio cuando te vas
Hacemos el amor y nos vamos de la faz
Y en un mundo de guerra solo tu me das paz
Oye es que tú tienes una mirada que me encanta baby
Y un cuerpecito que mi mente envuelve
Estás hecha pa' mí
Tú me resaltas
Tú me dejas enrolar entre tus nalgas"
Boza.

—¿Puedo besarte?— Le dijo Sarah.

El la miró asombrado. No esperaba que ella le dijera eso.

—¿Qué?—Cuestiona él viéndola

El Carlos se sorprende cuando la chica lo empuja a la cama y coloca sus piernas al costado de sus caderas, quedando sentada encima de él, ella baja su rostro hasta quedar frente a él dándole un casto beso, apenas rodando sus labios. El no hace nada se queda congelado bajo su cuerpo.

La chica se separa con las mejillas sonrojadas y con los ojos al borde del llanto cuando él no le siguió el beso. Diablos estaba actuando como una patética niña enamorada.

—Lo siento...— susurra viéndolo mientras se levantaba. Ella no podía más con la vergüenza. —yo...eh... yo no debí . Perdón...

—Shh..—dice el tomándola de la cadera.—Ya estamos en esto. ¿Qué podríamos perder?

—Carlos por favor déjame, no quise presionarte a nada...

Carlos gruñe tomándola del cuello atrayéndola hacia el en un beso hambriento haciendo que sus dientes choquen, pero eso no es lo que le importa a ninguno, la chica realmente disfruta del beso. Sarah se tensa por un segundo cuando el muerde su labio inferior para que abra su boca. Ella gime al sentir su lengua al interior de su boca besándola de una forma que nunca nadie lo ñhabría hecho. Era solo deseo y podría sentirlo a través de todo su cuerpo.

Sarah  gime al sentir como la toma de la cintura y la coloca bajo el. Ella abre sus piernas envolviéndolas por su cadera gimiendo al sentir un erección palpitando contra su vientre. Ella suspira, era gigante sin duda alguna. No podía creer que estaba pasando, se acostaría con el Pailita.

—¿tení' alguna enfermedad? —cuestiona él besando su cuello.

—No, estoy limpia —susurra

Claro que lo estaba, realmente debió golpearse muy duro la cabeza, seguía siendo virgen por Dios. Creía en abstenerse hasta el matrimonio. Pero ahí estaba en la habitación 802 a punto de entregarse a un bandido.

Pero el bandido más sexy que conocería en su vida. Y quizás el único hombre que que despertara la pasión en ella. Sus manos acariciaban sus costillas mientras la besaba. Sarah no era idiota. No todos los días te acuestas con un cantante, y era su momento de aprovecharse de aquello.

El besó sus labios furiosamente. Mientras baja mis pantalones y calzones con delicadeza, tratado de que ella no lo note mientras besa su cuello y hombros. El mete su mano entre sus muslos gruñendo al sentir su dedo húmedo recibiéndolo. El levanta su cabeza para admirarla, nunca había visto a una chica con esa belleza tan particular. Sube su polera  sin dejarla desnuda, se sorprende de que no use brasier y succiona su seno izquierdo mordiéndolo suavemente logrando que ella gima de placer.

—Quiero besarte—dice ella en un susurro.

Carlos sube besándola con hambre, ella lo besa con los ojos cerrados mientras él comienza a acariciar su pequeño nudo en círculos.

—¿Te gusta mi niña?

—Si.—gime.

—Déjame hacerte sentir bien

Ella asiente, momento que él besa su cuello haciendo que saque una pierna del calzón, él vuelve a colocarse entre sus piernas haciendo que sus sexos choquen. Ella siente la fricción que hace su polla contra su sexo. Dios eso era el cielo y ni si quiera la estaba follando.

—Inténtenos algo— dice él besando su cuello— quiero que te corras antes.

La chica solo asiente. El la coloca de lado y ella se sorprende cuando coloca su erección entre sus piernas haciendo que sus sexos se unan sin llegar a la penetración.

El comienza a moverse lento entre sus piernas ayudándose a deslizarse gracias a su excitación que humedece sus muslos. Cada vez que el se retira queda sobre su entrada y cuando se mueve hacia adelante choca con su clítoris.

El acaricia sus senos, bajo la polera besa su cuello mientras ella solo puedo sentir su sexo palpitar. Los golpes en su clítoris la tienen al borde del orgasmo.

—Déjate llevar....—Susurra dándose cuenta que no sabía su nombre. Pero no era el momento para preguntárselo. —Haz eso por mi.

Sarah tiembla de placer dejándose llevar por su primer orgasmo, su cuerpo se sacude de placer. La sensación la sacude de pies a cabeza. Cuando de repente siente como la polla de Carlos entra en ella de un movimiento haciendo que gima de dolor. 

— maldita sea— gruñe el hombre viéndola temblar de dolor— mi niña, lo siento mucho—le dice el secándole las lagrimas que caían por sus mejillas.

—Ya pasará, te juro que pasará.

—No pares—Susurra ella con los ojos cerrados tomando sus manos que estaban bajo sus pechos—Solo no pares.

El se siente tan grande  dentro de ella, suspira de dolor mientras el besa su mejilla y juega con sus senos. Se siente lleno como nunca. El le dice suaves palabras en su oído que logran calmarla.

La chica eleva sus caderas al sentir un cosquilleo sacudirla, comienza  a follarla lentamente. Sarah gime de placer mientras él sale de ella en un momento subiéndola sobre él besándola con pasión. Sarah era virgen, él lo presentía. Por lo que trató de ser lo más tierno posible. Carlos no quería lastimarla, aunque esto sea algo de una noche, quería que para ella fuera la mejor.

Carlos la toma del trasero levantando un poco sus caderas hundiéndose en ella hasta llegar a lo más profundo. Esa sensación la vuelve loca y cierra los ojos de puro placer. Agradece que el hombre la sostenga porque siente que en cualquier momento perderá la cabeza.

El comienza a hundirse con mayor presión, ella siente sus grandes manos en su trasero empujándola con más fuerza, besa sus labios mientras ella llega al orgasmo que la hace temblar y apretar su coño al rededor de su erección. El gruñe moviéndose con más fuerza.

—Mierda—gruñe el hombre derramándose en su interior.

Sarah cierra los ojos mientras siente que el la arropa. Ella piensa que el se irá, pero no lo hace. En cambio la abraza con fuerza besando sus mejillas.

— Gracias— susurra ella. —Esta fue la mejor noche de mi vida. — Y cae en un sueño profundo.

Solo una noche [Pailita]  Saga bandidos 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora