||Capítulo diez||

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"Yo la conocí en la discoteca Una mirada coquetaMe gusta tu pelo y cómo te viste' completaHoy nos vamo' de viaje, bebéAsí que vente, y empaca las maleta'Tengo que aprovecharte Porque cuando tú estás lejo'Yo te extraño caleta

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"Yo la conocí en la discoteca
Una mirada coqueta
Me gusta tu pelo y cómo te viste' completa
Hoy nos vamo' de viaje, bebé
Así que vente, y empaca las maleta'
Tengo que aprovecharte
Porque cuando tú estás lejo'
Yo te extraño caleta."
Pailita, Young Cister.

Sarah'POV:
No recuerdo cuando tiempo pasó para que el tipo me invitara a bailar, le dije que si porque la Fran estaba super bien con el Nacho bailando y no quería tocar el violín. Generalmente siempre digo que no, porque no me gustaba la cercanía qué hay que tener en estos lugares, cosa mía. Era guapo, me dijo que se llamaba Christopher. Tenía unos ojos muy bonitos. Pero no pudimos conversar mucho porque empezó el show.

—¡¿Cómo lo están pasando?!—Gritó Ronald Paolo, un animador bastante conocido de Temuco y en todo Chile.

—¡Bien!— dijimos al unísono.

—En poco minutos saldrá mi amigo Young Cister. Así que regálenle una gran bulla.— Dijo el levantando sus manos.

Miré a la Fran y gritamos. Las luces empezaron a cambiar de color y tiraron más humo. No podía creer lo bien que lo veríamos, me gustaba mucho su música. El Christopher me agarró de la cintura y esperamos a que comenzara el show. Cuando salió en Cister, todas las chicas gritamos y sacamos los celulares.

—¡Hola Temuco!— gritó él. Estaba vestido todo de rosado, se veía súper bien.

— Partiré cantado un temita que saque hace poco. Se llama la terapia.—Yo la había escuchado pero no me la sabía. Y sonó la música. Volteé a ver a la Fran, y se le veía súper emocionada, siempre había querido conocerlo. Estaban abrazados con el Nacho y me sentí súper contenta por ellos.

—¡Le grabaré todo a la Fran, mañana me lo pedirá!—Le comenté al Chris, me sonrió y sacó su celular para grabar.

Cuando el Young Cister iba por la mitad del show. Dijo que había traído a un amigo muy especial, con el que hace poco sacó un tema. Todas gritamos de emoción, queríamos saber quien era.  El Chris me dijo que iría al baño así que le guardé su puesto. Y empezó a sonar la canción, yo no la conocía por lo me limite a solo grabar. Cuando de repente sale el Pailita, y comenzó a cantar. Él sabía que yo estaba aquí, porque cuando entró cruzamos las miradas. Se había teñido el cabello, y se le veía muy bien. Traté de sonreír, pero me salió una mueca, estaba bastante sorprendida.

Sentí que el mundo se me vino abajo y comencé a ver todo más lento.  La música estaba súper fuerte y el humo que tiraban, no me estaba ayudando.

—Amiga, ¿estás bien?— Me dijo la Fran. —¿Quieres salir?—A lo que yo le respondí con un simple si, no quería verlo y menos aquí, con tanta gente.

—Vamos, salgamos de aquí.–me susurró.

— El Nacho fue a hablar con unos amigos.— me avisó mientras salíamos. Solo asistí, estaba inversa en mis pensamientos. No podía creerlo, después de toda la mierda lo volvía a ver. Qué pasa Dios, por qué nos vuelves a juntar.

Al salir, lo primero que hice fue inhalar profundamente y botarlo todo el aire contenido. La noche lucía hermosa, un detalle que no había notado hasta ese momento.

—Amiga, quiero irme —le expresé a mi amiga. A lo que sacó su celular e intentó llamar, pero no había señal.

—Sarah, voy y vuelvo. No te muevas de aquí —me dijo preocupada antes de partir. A medida que pasaba el tiempo, el frío me envolvía. Fue entonces cuando recordé que llevaba un cigarrillo que Fran me había dejado estratégicamente entre mis pechos. En las discotecas, nadie solía revisar esa zona. A pesar de nunca haber fumado antes, decidí probarlo.

Lo aspiré. -¡COF COF COF!—Ay Dios. Esto es fuerte. Seguí tosiendo. No entiendo por qué a la gente le gusta esta cosa. El dolor de garganta que me provocó hizo que no pudiera dejar de toser.

Alguien se acercaba a mí, probablemente Nacho. Le agradecí cuando me dio unas palmadas en la espalda y susurró: —Tranquila, respira hondo.

—No entiendo cómo las personas pueden fumar esto —carraspeé, me ardía mucho mi gargantita.

—Ni yo... —respondió. Lo analicé mejor esta vez, claramente el desconocido no era mi hermano.

Era el Pailita, me pareció más alto, sin razón aparente. Había cambiado de ropa y llevaba un pañuelo en el cuello, probablemente para taparse la cara cuando fuera necesario.

—¿Qué haces aquí? —le dije, tocándome la cabeza que empezaba a doler.

—Quería verte —confesó. Me sonrojé por un momento y aparté la mirada.

—Y aquí me tienes. ¿Qué necesitas? —pregunté "tranquilamente".

—A ti —me confesó. No pude evitar sonreír. Miré hacia otro lado, agradeciendo que estuviera oscuro.

—¿Qué te parece si vamos a la casa en la que estoy alojado? Así podemos hablar mejor. —me rogó con la mirada.

—Solo si me prometes que esto terminará después de esa conversación —comenté.

—Te lo prometo —dijo levantando las manos resignado.

—Pero primero déjame avisarle a mi amiga —Saqué mi celular.

—No te preocupes, ya le dije— lo miré extrañada, pero decidí no preguntar.

Mientras caminábamos hacia su auto, intentó tomar mi mano, pero me negué. No quería que nos vieran así, había que evitar rumores. Llegamos y subí al jeep, diferente al último que vi la última vez, ahora amarillo y descapotable. Era hermoso.

—¿Te gusta? —preguntó al encenderlo. Asentí varias veces, era realmente muy bacan su jeep.

—Este fue el primer auto que me compré cuando llegué a Santiago. Le tengo mucho cariño.

—¡Me encanta! —comenté , y por impulso lo abracé. Nos quedamos un rato así, como si ambos anheláramos este abrazo. Por un momento me sentí aturdida por su aroma. Dios. Por qué me haces esto

—Perdón... —dije al soltarlo, sintiéndome avergonzada.

—¿Te digo algo? —se acercó a mí como si me fuera a decir un secreto. Yo me quedé rígida mirando al frente. Esto me ponía nerviosa. Corrijo. Él me ponía nerviosa. Cuando estuvo lo suficientemente cerca de mi rostro, tomó mi mentón y para que lo viera. Me miró unos instantes y me dio un besito.

—Carlos Javier.. —regañé sonriendo. Pero cuando sentí que tomaba mi mano y la besaba, levanté la cabeza y contemplé la belleza de la noche. Después de todo, volver a verlo no había sido tan malo.

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Me estoy muriendo de amor. Creo que estos dos de a poco se van entendiendo y queriéndose. Besos...

Solo una noche [Pailita]  Saga bandidos 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora