||Capitulo sesenta||parte 2

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Quiero vivir contigoIncluso cuando seamos fantasmasPorque tú siempre estuviste ahí para míCuando más te necesitabaTe voy a amar hasta que mis pulmones no puedan másLo prometo hasta que la muerte nos separe, como en nuestros votos de matrimonioAsí ...

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Quiero vivir contigo
Incluso cuando seamos fantasmas
Porque tú siempre estuviste ahí para mí
Cuando más te necesitaba
Te voy a amar hasta que mis pulmones no puedan más
Lo prometo hasta que la muerte nos separe, como en nuestros votos de matrimonio
Así que escribí esta canción para ti, ahora
todo el mundo lo sabe
Que seremos tú y yo hasta que estemos
canosos y viejos.'
James Arthur.

Carlos POV:
—Gracias amor...—Susurré apenas estuvo frente a mí. Y mierda, se veía hermosa. Desde que ingresó al camino la vi caminar admirando todo el lugar, muy distraída como siempre. Mientras tanto, yo no dejaba de admirarla a ella. Un suspiro escapó de mis labios; mi corazón latía rápido, solo por ella mi corazón latía así. Sinceramente, nunca esperé que este momento llegara. Nunca pensé que me casaría, pero desde que la conocí, sentí que algo en mí cambió.

La abracé apenas la tuve frente a mí. Ella me rodeó por la cintura y dijo.

—Haría esto y mucho más por ti porque te amo—La tomé de la cintura y la abracé. Necesitaba estar aunque fuera un momento así. El día había sido muy intenso. Nos separamos poco a poco, y besé su frente.

—Te ves hermosa, mi niña. —Tomé su mano y la hice girar.

—Gracias... —Sonrió a medias. Estaba nerviosa, y ¿cómo no estarlo si todo el día estuvimos súper raros?

—Y yo a ti. —Susurré en su oído, haciendo que se me erizara toda la piel. La tomé de las mejillas y la besé, lento, con calma, disfrutando del momento. Esta noche sería especial y desde ahora quería que lo notara.

—Vamos. —Dije en sus labios. Dios... Podría estar todo el día así. Vi cómo se relamió los labios y la besé de nuevo.

—La noche es larga, mi niña... —Me relamí los labios y sonreí guiándola a la mesita que tenía preparada desde la una de la tarde. Esta tenía las mismas flores blancas que había en el camino. Las mismas flores que a ella tanto le gustaban. La mesa tenía un hermoso mantel con un arreglo floral en el medio. Habían dos platos con un servicio muy elegante y unas copas de vino. El escenario estaba a unos metros, decorado con velos blancos y flores. En el centro, solo un piano y dos sillas. Cuando llegara el momento, ingresarían ese tal James y su equipo. Ese loco me sacó canas verdes, pero bueno, ya estaba acá y lo agradecía.

—No te debiste molestar tanto, amor. —Sonrió apuntando a la mesa con ambas manos, y luego al escenario.

—Y todavía faltan algunas cosas... —Tomé su mano y la guié a su lado de la mesa. Como un caballero, le acomodé la silla. Me quedé un momento a su espalda y suspiré. Estaba muy nervioso, miré al cielo y le rogué a Dios que me ayudara con esto, porque solo no podía.

Solo una noche [Pailita]  Saga bandidos 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora