||Capitulo cincuenta y cuatro||

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"Eres luz en mi ventanaA cualquier hora del añoQuiero besos pa'desayunarCon tu cariño es mas bonito despertarEres tú la brisa fresca, tu sonrisa me alimenta

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"Eres luz en mi ventana
A cualquier hora del año
Quiero besos pa'desayunar
Con tu cariño es mas bonito despertar
Eres tú la brisa fresca,
tu sonrisa me alimenta."
CNCO

Carlos POV
—Hermanito, weón... —Atendí el celular apenas salí del baño, me estaba secando el pelo así que no lo escuché antes.

Después de arreglar las cosas con la Sarah, decidimos tomarnos las cosas con calma, no presionarnos, aunque lo último es casi imposible, ya que en cualquier momento podría nacer nuestra pequeña y yo personalmente quiero que nazca en una familia establecida. Yo sé que podemos criar a Emma por separado, pero no quiero causarle ese dolor, yo lo viví y es muy complicado. Si la Sarah me dijera que prefiere criarla por separado, aunque me doliera, respetaría su decisión.

Me estoy enamorando. Enamorando de la mamá de mi hija. Enamorando de la fortaleza que tuvo a pesar de toda la mierda que le hice. De su perdón, de su belleza. No sé qué weá' me hizo, pero me encanta.

—Wena... mi sangre. ¿Qué contai', hermanito?—Me vestí con un buzo y un polerón, la noche en las cercanías de la cordillera era fría.

—La Sarah, culiao... —Escuché a alguien al otro lado de la línea.

—¿Qué le pasó? —Pregunté rápidamente, mirando por la ventana mientras los chicos jugaban a la pelota.

—Se le rompió la fuente, hermanito. —Conchatumadre. Puse mi celular en altavoz mientras me ponía las zapatillas. Sinceramente, no tenía idea de qué hacer.

—Duele... —Escuché decir a Sarah, sollozando. Ay Dios... cómo le debe doler.

—Tranquila, mi vida... voy saliendo. —Intenté consolarla.

—Llévala a la Clínica Alemana, hermano.

—Rajo en cinco. —Sarah debía ir a la mejor clínica; no quería descuidos. Mi mamá me contó una vez que la atendieron muy mal cuando me tuvo en el Antiguo Hospital de Punta Arenas. Aunque fue hace años, las enfermeras no le proporcionaron los cuidados adecuados, y la cicatriz de la cesárea se infectó, dejándole marcas imborrables en el cuerpo. Jamás permitiría que algo así le sucediera a Sarah.

Salí de mi pieza y rajé a buscar a los cabros. En otra situación, me hubiera cargado de la risa; estaban sacándose las cejas siguiendo un tutorial de TikTok, pero ahora lo único que me importaba era la Sarah.

Bajé corriendo por las escaleras para ir a buscar las llaves del auto. Las weas no estaban por ninguna parte.

—¡Ah! ¡Conchetumadre! —Me enredé con la alfombra del comedor y me saqué la chucha.

—Hermano, calmao. Yo tenía las llaves —Me tendió la mano. Lo miré con cara de pocos amigos y tomé las llaves, salimos en silencio.

¿Que me calme? ¿Cómo iba a estar calmado?la Sarah estaba a punto de tener a nuestra primera hija, y debía estar sufriendo. No por nada siempre en la tele muestran que en los partos les duele más que la chucha. Debe estar asustada, la pobre. Toqué mi pecho, angustiado.

Solo una noche [Pailita]  Saga bandidos 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora