Capitulo 22: Las perras también tienen corazón.

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Cassandra.

Oscuridad, todo a mi alrededor estaba oscuro, temblaba y me sentía tan pequeña en esta enorme casa, tan sola, aunque no estaba sola, tenía compañía, demasiada compañía diría yo.

Empecé a correr por los pasillos, y baje una y otra vez esas escaleras interminables, buscaba a mi mamá pero no lograba encontrarla.

—¡Mami! ¿Donde estas? ¡Mami! —empece a escuchar gritos a la punta del pasillo, en el despacho de mi padre.

Estruje a Peggy entre mis brazos, era mi única compañía, un peluche de cerdo que me habían dado por navidad. Una vez llegue abrí despacio la puerta para encontrarme a papá muy enojado y a mi mami a una esquina ocultando su rostro.

—Cuantas veces debo repetirlo Oriana, aquí se hace lo que yo diga —mi papá la tomó en ese momento del cabello y le ha gritado a la cara, me estaba asustando, ese no era mi papi.

—Pero esta mal, no va a querer hacerlo Roberth —el la tomó más fuerte y por un momento pensé que la golpearía pero en su lugar la soltó logrando que ella débilmente cayera al suelo y se arrastrará hasta unos pasos lejos de él.

—Ve a hablar con Cassandra, esta noche vienen los empresarios a la reunión y no quiero que haga algo estupido.

—Es sólo una niña —mi padre se acercó levantándola del suelo.

—Hablé —mi madre estaba dispuesta irse cuando se dio la vuelta y enfrentó a mi padre.

—No dejare que le hagas eso a mi hija, es una niña, no puedes obligarla —mi padre la empujó contra la pared y con su brazo le cubrió el cuello dejándola sin aire.

—Oriana deja de querer pasar por arriba de mi, ella hará lo que yo quiera que haga, ya que no puedes tener otro hijo por lo menos que la que tuviste sirva para algo —y la golpeó una vez que ella quería decir algo, la golpeó tan fuerte que una vez que la soltó cayó al suelo.

—¡No! ¡Mami! —Mi padre me vio desde la puerta y corrió tomándome del brazo y sacándome del cuarto.

—Mocosa malcriada, cuantas veces debo decirte que no entres a mi despacho.

—Mami, ¡no! ¿Por que le hiciste eso? Mami esta sola, ¡mami! —empece a llorar desconsoladamente tratando de soltarme pero no me lo  permitió, me jalaba por el pasillo y yo no dejaba de gritar que quería ver a mi mamá, quería estar con mamá.

—¡Mama! —desperte con una gran capa de sudor en mi frente y por el cuello, pase mi mano tratando de secarme y tratando de regular mi respiración.

Otra vez he vuelto a soñar con mamá, un par de ladrigas se escaparon de mis ojos y mi respiración volvió a cortarse, mi inhalador.

Empecé a rebuscar desesperada por los cajones de mi mesa de noche pero no podía encontrarlo, me estaba desesperando, estaba teniendo un ataque.

Lo tengo, una vez en mis manos lo lleve a mis labios y trate de llenar mis pulmones de aire otra vez, una vez más tranquila, ahora podía respirar, deje el inhalador de nuevo dentro del cajón y me levante para ir al baño.

Si mi mamá tan sólo continuará con vida todo sería tan distinto, yo sería tan distinta, no tendría que fingir, no tendría que herir, podría simplemente ser yo misma.

Kiara

—¿Por que estas despierta tan temprano un sábado? —voltee a ver a una Michelle perfectamente peinada en una coleta y con su habitual ropa deportiva.

Internado de Perras (P#1) (EN CORRECCIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora