El Buitre

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Spider-Punk descansó unos minutos en la cima de un edificio, sus brazos y torso punzaban por los embates de las alas metálicas. Después lanzó una telaraña y se columpió hacia el callejón de siempre para guardar su traje bajo un contenedor.

Maldito Buitre, debo de encargarme de él lo más pronto posible, si su tecnología es usada por la policía va a empeorar la vida de muchos.

Pensó mientras avanzaba hacia la estación del metro, su cuerpo seguía magullado así que los movimientos bruscos de ese transporte empeoraban su dolor, pero no le quedaba otra opción. Se sintió aliviado cuando por fin llegó a la estación cerca de su edificio, bajó y caminó por las calles.

—Alto ahí —enunció de pronto un policía—. Levanta las manos y no te muevas.

Antes Hobie hubiera reclamado sus derechos y tratado de razonar, pero sabía que eso no funcionaba, así que le hizo una seña obscena al policía y escapó. Se movió tan rápido que sintió más dolor en todo su cuerpo, pero pudo huir del oficial con facilidad y llegó a su hogar sin problemas.

—¿Por qué has llegado tan noche? —le preguntó Flint con voz grave—. Temíamos que estuvieras en problemas.

—Si llegas tan tarde voy a tener que encontrar a otro chico con el cual cenar —bromeó Felicia.

—Lo siento, trataron de arrestarme así que tomé diferentes rutas para huir —dijo la verdad a medias.

—¿No te lastimaron? —preguntó su amigo con evidente preocupación.

—No, tranquilos, los cerdos jamás podrían alcanzarme.

Sus amigos lo miraron preocupado, se sentaron a cenar y platicaron muy poco, pues Hobie se fue a dormir pronto, como piedra, el día lo había fatigado. 

Su alarma sonó a las cinco y media de la mañana ya que a las siete debía entrar a trabajar. Se bañó con agua tibia usando el calentador solar que habían encontrado en un depósito de chatarra. Lo habían hecho funcionar con unas cuantas reparaciones, igual que las celdas solares de las cuales adquirían energía eléctrica.

Salió del edificio junto a Felicia, Flint y otros compañeros. De más de veinte personas que ocupaban el inmueble menos de diez tenían trabajo y no era por ociosos, conseguir empleo en la ciudad era difícil y los despidos masivos eran comunes. 

Los que no iban a trabajar pedían limosna en las calles o se quedaban a hacer la limpieza de los departamentos donde vivían, pues el lema de su grupo era ayudarse entre todos.

Hobie entró a la empacadora de comestibles y trabajó de forma automática poniendo las etiquetas correspondientes a cada producto, era un empleo aburrido, si miraba al resto de trabajadores todos mostraban una mirada muerta. Tal vez no sería de esa forma si hicieran cosas variadas o si al menos no durara diez horas seguidas.

Lo único que había para distraerse era una televisión pequeña en la pared, fue en esta donde vio la noticia de que el Buitre estaba ahuyentado de forma violenta a gente que vivía en tiendas de campaña en una calle cerrada.

Sintió un gran enfado al ver eso, esas personas habían sido desahuciadas, no tenían otro lugar a donde ir, debía defenderlas.

—Señor, tengo una urgencia, necesito retirarme por ahora —le dijo a su jefe para que lo dejara salir.

—Sería la tercera urgencia en este mes Brown, si no quieres trabajar mejor vete, hay muchas otras personas que matarían por tu empleo.

Hobie apretó sus puños, el dinero que ganaba no era mucho pero ayudaba a sus compañeros, si lo despedían la situación sería más difícil. Miró de nuevo la televisión, el Buitre golpeaba con un ala metálica a una mujer que se negaba a irse.

Spider-Punk El Spider-Man AnarquistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora