Merodeador

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Cuatro días después del ataque en el sur de Brooklyn ocurrió otro atentado, ahora en Queens. Spider-Punk llegó al área en menos de media hora, el agresor ya había huido, lo que quedaba en ese barrio de afroamericanos eran vehículos fragmentados, departamentos destrozados y cables cortados dejando el barrio sin luz, calefacción e internet.

Algunos habitantes huyeron de sus viviendas, otros se quedaron a pesar de las condiciones a soportar.

Seis días después otro ataque en el oeste de Brooklyn. Spider-Man apareció, ya no estaba el culpable, las marcas de la agresión eran las mismas, las consecuencias igual, gente que abandonó sus hogares por miedo a más actos de violencia. Los noticieros otorgaron al agresor el nombre del Merodeador, testimonios de víctimas informaban que se trataba de una persona con dispositivos tecnológicos. Spider-Punk sabía que se trataba de un mercenario de Kingpin. 

Las calles de Brooklyn y Queens se inundaron con indigentes que huían de estas transgresiones ocurridas en sus hogares. A donde quiera que se mirara se divisaban casas de campaña, carpas hechas con objetos improvisados o tan solo a personas sin hogar agazapadas contra un muro. Hombres y mujeres, niños y adultos, la mayoría siendo afroamericanos, ningún blanco.

Spider-Man no sabía cómo ayudar a tantas personas desamparadas, solo sabía que debía detener a Merodeador y Kingpin para evitar que la situación empeorara. 

Después del tercer ataque, confiando en que no habría otro pronto, realizó sus veinte horas de labor en su edificio, así tuvo el resto de los días para estar como vigilante desde temprano en las calles y atrapar a Merodeador. El viernes estuvo fuera desde las siete de la mañana hasta la media noche, no ocurrió nada, el sábado y domingo igual. Esos días no habló con ninguno de sus amigos, tuvo que rechazar una cita con Michele y tampoco fue a el Clarín por lo que no apoyó con dinero en ese tiempo.

Pero el lunes, cuando se hallaba en la frontera entre Brooklyn y Queens, su celular sonó con la notificación de un ataque en el oeste del segundo. Saltó desde la cima de un rascacielos, se dejó caer y metros antes de estrellarse contra el pavimento lanzó una telaraña y se columpió impulsado a la dirección marcada. Su chaqueta revoloteó tanto que parecía iba a rasgarse por la velocidad que llevaba. 

Llegó al área en menos de diez minutos y divisó a una persona que salía por la ventana de uno de los departamentos y se quedaba agarrada al muro del edificio gracias a los guantes con garras metálicas que portaba.

El individuo era delgado, llevaba un casco morado que tenía alrededor de los ojos una marca negra como un antifaz, su traje era verde oscuro, aparte de los guanteletes portaba botas de alta tecnología. Era Merodeador. 

Cuando el mercenario vio al trepamuros se impulsó con sus botas, estas tenían propulsores, no como los de Máquina de Guerra para volar pero si para realizar saltos de gran longitud. Lanzó un gancho y se dirigió a otro edificio. Spider-Punk lanzó una telaraña y fue tras él.

—Oye, matón de porquería, ¿crees que escaparas de mí? —exclamó Spider-Man. Merodeador saltó de un edificio a otro. Spider-Punk lo persiguió metros atrás—. Cuando te alcance voy a hacer que pagues tu violencia contra la población afrodescendiente, además, también quiero que tu correa me lleve a tu amo, perro de Kingpin. 

Merodeador no respondió, en medio de uno de sus saltos se giró, apuntó al trepamuros con uno de sus guanteletes y disparó balas de aire comprimido. Spider-Man se protegió con sus brazos, las balas laceraron su piel y magullaron sus músculos pero después de soportar quemaduras eléctricas, porrazos, balas de alto calibre y explosiones eso no era nada. Merodeador continuó su huida entre los edificios de Queens, por sobre las calles, impulsado por sus botas y maniobrando con su gancho. Spider-Punk lo siguió lanzando telaraña y realizando saltos, estaba cada vez más cerca de alcanzarlo. Merodeador llegó a un rascacielos y escaló el muro con su equipo, ascendió piso tras piso a un ritmo vertiginoso. Spider-Man se pegó a ese edificio y lo trepó como una araña. Estaba a diez metros debajo del mercenario, después a siete, luego a cinco, no había forma de que le ganara en escalar el muro.

Spider-Punk El Spider-Man AnarquistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora