Campo de batalla

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—Parece que tienes algo importante que entregar —saludó Betty Brant cuando Hobie entró a los oficinas de El Clarín la mañana siguiente.

Estaba malherido y desvelado pero sabía que debía mostrar su material lo más temprano posible.

—Sí, voy a entregar evidencia contra la principal compañía del país.

—Entonces enseguida informo a Jameson —respondió Betty, alzó el auricular el teléfono y luego le dijo—: Puedes pasar. 

Hobie ingresó al despacho y entregó las fotografías y videos que incriminaban a Industrias Oscorp por la mutación de Connors. Jameson publicó el material, fue uno de los artículos más vistos, provocó cientos de opiniones  y discusiones. Incluso se planeó hacer marchas frente a uno de los edificios de Oscorp o frente a la prisión de máxima seguridad donde habían encerrado a Lagarto.

Pero Osborn se adelantó. Oscorp Media utilizó sus incontables canales, redes sociales y medios de comunicación para contradecir a El Clarín y decretó que todos los que se organizaban en contra de Industrias Oscorp eran terroristas, comunistas o ambas. Además, el gobierno mandó cientos de unidades policiales a patrullar las calles para detener cualquier disturbio.

Por tales amenazas a los pocos días la chispa de indignación se apagó y no se realizó nada a favor de Connors. Hobie experimentó furia y frustración, tanto por la situación como consigo mismo.

Había pensado que si no liberaban a Connors de forma pacifica él lo haría con violencia. Pero desistió de esa idea, no porque creyera que ejercer violencia contra las instituciones estuviera mal, sino porque antes necesitaba una cura para Lagarto y no la tenía.

La ingeniería se le daba bien, la química no tanto. Había tardado unos días en construir sus lanza-redes con chatarra, pero las cápsulas de telaraña le costaron mucho más. No sabía cuánto le llevaría fabricar una cura para Connors o si era posible, pero debía intentarlo.

Como Spider-Punk robó documentos de Industrias Oscorp además de varios materiales para fabricar la cura y se encerró en su habitación durante días, probando un sinfín de fórmulas.

Una tarde Flint tocó la puerta de su cuarto.

—Oye Hobie, quiero hablar contigo.

—Dame un segundo.

Hobie escondió presuroso los frascos de químicos debajo de su cama.

—Pasa. ¿Que hay?

Flint abrió la puerta y lo miró confundido.

—Has estado encerrado por ocho días, ¿qué estás haciendo? ¿Estás enfermo? —preguntó su amigo con voz ronca.

—Para nada.

—¿Entonces? Todos nos hemos dado cuenta de que te has aislado más que de costumbre.

Hobie hizo una mueca y decidió contar una verdad a medias.

—Sigo furioso por lo de Connors, lo conocí poco pero se notaba que no era mala persona y le pasó esa tragedia y Oscorp quedó impune. 

—Lo sé, es frustrante —corroboró su amigo con tono pesado—. Pero los  has dicho, Oscorp tiene la culpa, no tú, deja de poner al mundo sobre tus hombros.

—No lo hago.

—Actúas como que no pero yo sé que sí. Ahora ven, jugaremos baraja con Felicia y otros compañeros.

Antes de que Hobie se moviera su celular sonó con una alerta, después otra y otra y otras más.

—¿Se trabó tu celular?

Spider-Punk El Spider-Man AnarquistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora