Hobie ingresó a su edificio, subió los escalones de cuatro en cuatro, después de ocho en ocho y llegó en segundos al último piso donde estaba el departamento de Vin y Michele. La puerta estaba abierta, accedió, no vio a nadie.
—¿Están aquí?
—Estamos en el cuarto —respondió la voz ronca de Flint.
Hobie se adentró en el departamento y fue hacia una de las habitaciones. En la cama yacía Vin, seguía inconsciente y tenía una venda alrededor de la cabeza. Michele estaba sentada en una silla al lado, no lloraba, su mirada estaba apagada.
—Tuvieron que hacerle una sutura de seis puntos —explicó Flint quien se hallaba de pie al otro lado de la cama—. Por suerte Vin no es él único que sabe de medicina en este edificio, pero —calló y miró a Michele.
—¿Qué? —inquirió Hobie.
—Sufrió una lesión grave, la sutura cerrará la herida en la piel y detendrá el sangrado pero no sabemos si sufrió una conmoción, para eso tendríamos que llevarlo al hospital.
El hospital no era una opción, la consulta los haría gastar sus ahorros de semanas y después no tendrían para pagar el resto del servicio médico. No serviría de nada.
—Vin es fuerte —dijo Hobie para animar a Michele—. Él se repondrá.
—También lo creo —comentó Flint, miró a Vin y después a Hobie—. ¿Ya visitaste a Felicia?
—No, ¿por qué?
—También fue herida.
Hobie abrió los ojos, la angustia se apoderó de él, se despidió con una seña, bajó las escaleras hacia su piso y se dirigió al departamento frente al suyo donde vivía su amiga de cabellos platinados. Tocó la puerta y Felicia atendió, tenía un costado de la cabeza rapado y una sutura en esa área.
—Que hay Hobie, no vengas a compadecerme, no fue nada grave —dijo Felicia, entró a su sala y se tumbó en un sofá.
Hobie comprendió cómo se sentían sus amigos cada vez que les decía que estaba bien cuando sus heridas eran visibles.
—Te suturaron Felicia —contestó y tomó asiento en un sillón cerca de ella.
—Solo dos puntos, como fue en la cabeza tuvieron que raparme, pero me veo mejor así —sonrió de forma felina.
Hobie forzó una sonrisa.
—¿Con qué te hirió el nazi?
—No fue un nazi, fue un maldito policía —Felicia hizo una pausa y amplió su sonrisa—. Creo que no hay diferencia. El maldito cerdo me dio un garrotazo, yo le rasguñé la cara, quedó peor —trataba de sonar divertida pero su voz contenía rabia.
—Muchos antifascistas resultaron heridos —murmuró Hobie.
—Sí, vi incluso muertos en la calles y los cerdos están a favor de los supremacistas, esta ciudad está en contra de nosotros, sino fuera por Spider-Man y Capitán Anarquía no sé cuántos más hubieran sido asesinados.
Hobie apretó los puños, debía estar preparado para enfrentarse a los fascistas que aparecieran en el futuro. Se despidió de Felicia, fue a su cuarto y llamó a Betty para decirle que estaba bien y que iría al día siguiente. A las diez de la mañana del domingo fue al edificio de El Clarín, cruzó las oficinas y se acercó a saludar a Betty. Ella se puso de pie y lo abrazó.
—Estoy bien —dijo Hobie para calmarla pero había descubierto con Felicia que esas palabras no ayudaban.
—Supe que hubo muchos heridos y muertos —sollozó Betty sin apartarse.
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Spider-Punk El Spider-Man Anarquista
FanfictionSpider-Punk lucha contra la tiranía del presidente Norman Osborn y el sistema inhumano en el que se encuentran todos.