Manifestación antifascista

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Spider-Punk huyó, estaba debilitado por la pérdida de sangre y su brazo izquierdo y pierna derecha se hallaban inertes por los tajos de la espada de energía. Si continuaba la pelea contra Silver Sable iba a morir. Lanzó una telaraña tras otra hasta que se alejó media ciudad de la asesina plateada, se adhirió a una pared con un pie, cerró sus heridas con telaraña y renovó el trayecto hacia su hogar.

Entró a su departamento por una ventaba abierta y se acostó con la lentitud de un enfermo sobre su cama. Mantuvo su cuerpo quieto, bocarriba, no debía hacer ni un movimiento o sus heridas podrían abrirse otra vez. Durmió de esa forma hasta la mañana siguiente.

Había sufrido tres cortes profundos que rajaron sus músculos y provocaron fisuras en sus huesos. Temió que tardaran en curarse y le causaran dolor por días al igual que el disparo en su cabeza, pero no fue así, esas heridas sanaron en menor tiempo.

A los tres días estaba recuperado del todo, se columpió por la ciudad, se tomó fotografías y entregó ese material a Jameson ya que no había tomado fotos o videos de su pelea con Silver Sable.

—¿Me estás tomando el pelo Brown? —vociferó Jameson—. ¿Otra vez te ausentas por días y cuando entregas algo es esta basura?

—¿Quiere las fotos o no? —preguntó Hobie despreocupado.

Jameson arrugó la frente en decenas de rugosidades furiosas, redactó un cheque, se lo dio de mala gana y le ordenó que se retirara. Hobie miró la cantidad, quiso protestar, bufó, sabía que no serviría de nada, lo mejor era que a la siguiente presentará lo que el editor en jefe pedía porque le estaba pagando una miseria por su reciente trabajo.

Caminó hacia Betty, le sonrió, se inclinó hacia ella con las manos sobre el escritorio y platicaron durante minutos . Solo pararon porque Jameson ordenó que él que se fuera y que ella se pusiera a trabajar. Hobie y Betty se sonrieron y quedaron deseosos de su siguiente cita improvisada.

El domingo ayudó en los quehaceres del edificio y el lunes, minutos antes del anochecer, se convocó una asamblea. No era quincena para entregar y organizar las ganancias de todos, se trataba de otro asunto. Ingresó al departamento que utilizaban para reuniones junto a Flint y Felicia. Vin y Michele ya estaban dentro, sus rostros expresaban seriedad, el ambiente se sentía pesado. 

Cuando todos los ocupantes del edificio se presentaron en la asamblea Vin sacó un papel de su bolsillo, lo desdobló y lo colocó sobre la mesa. Hobie y los demás contuvieron el aliento, era un cartel con propaganda fascista que invitaba a una marcha supremacista el sábado doce de junio en la Quinta Avenida de Manhattan.

—Encontramos este cartel y otros más cuando fuimos a comprar medicina —explicó Vin.

—Había varios pegados en paredes y postes —agregó Michele. Su voz, su mirada, todo su semblante demostraba pesar.

—¿Una marcha nazi? ¿Esos malditos han llegado a la ciudad? —preguntó un compañero anarquista que se llamaba Rick.

—Siempre estuvieron aquí —dijo Felicia—. Solo que ahora tienen el valor de asomar sus caras.

—Hay que darles un buen puñetazo para que nunca se atrevan a salir de sus agujeros —dijo Hobie.

—¡Sí! —gritaron varios y alzaron un puño.

—Por eso pedí esta reunión —comentó Vin—. No podemos permitir que los fascistas tomen las calles. Avisaré a grupos anarquistas, comunistas y cualquier otro antifascista, nos reuniremos para hacerle frente a esos cabrones.

Hubo griteríos y aplausos de aprobación.

—Pero no sabemos cuántos serán —prosiguió Vin—. O si irán armados o si tendrán apoyo de la policía.

Spider-Punk El Spider-Man AnarquistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora