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Me sentía demasiado derrotado, la selección tenía años de no perder en fase de grupos.

Regresar tan rápido me hizo sentir asco de mí mismo, asco de no poder hacer más por mi equipo, por mi país, no poder avanzar en mi carrera y darme cuenta que este puede ser mi último mundial.

Todos estos pensamientos invaden mi mente. No estaba bien.

En el viaje de regreso permanecí sumamente callado, aunque a los demás parecía no importarles, a mi si me importaba.

Me sentía solo en medio de todo el grupo, no íbamos en la misma frecuencia, ahí me di cuenta que los intereses de cada uno eran completamente distintos, incluso pensé que mis ambiciones eran diferentes a los del resto.

Quería sentirme invisible, por eso no hablé con nadie, algunos de mis compañeros se acercaron a mí para hablar de cualquier cosa pero genuinamente yo no estaba en ánimos. Y ni quería estarlo.

Solo pensé en llegar a casa, abrazar a mis hijos y estar con mi esposa.

Los extrañaba mucho. Todo lo que hago siempre ha sido por ellos, quiero que se sientan orgullosos de mí, de lo que hago y del esfuerzo continuo.

Necesitaba sentirme cobijado por mi familia, la derrota duele y duele mucho.

Al pisar tierras mexicanas pude ver algunos mensajes que durante el vuelo me fue imposible revisar. Entre ellos un mensaje de mi esposa.

Me descoloque al leerlo.

"No estamos en casa. Estamos con mis padres, me traje a los niños"

Me sorprendí mucho, antes de salir de Qatar no acordamos esto, incluso hablamos y nos dijimos las ganas que teníamos de vernos.

No sabía qué pensar, me sorprendió mucho. Después de sentirme derrotado, yo solo quería regresar a casa y estar con ella. Lo necesitaba.

Bajamos del avión y nos asignaron los vehículos que nos llevarán a nuestros hogares, algunos esperarían otro vuelo pues estaban en otras ciudades.

Yo no sabía si irme a casa o comprar un vuelo a la ciudad donde viven mis suegros. Pero el mensaje tan seco de Karla me sorprendió, dándome a entender que estaban bien sin mi.

Llegué a casa, estaba cansado por el viaje. Todo estaba bien y en su lugar, parecía como si nunca me hubiera ido. Subí las escaleras con mi maleta, deje todo en el pasillo y me desvestí, fui directo a la ducha.

Sentía demasiada impotencia, necesitaba abrazar a mis hijos, necesitaba abrazar a mi esposa. No entiendo las razones de subirse a un avión e irse a otra ciudad cuando ella sabe que voy a llegar.

Apreté mis puños bajo el agua tibia, sentía dolor en todo mi pecho hasta llegar a mi garganta. Tenía que soltar toda mi derrota en forma de lágrimas.

Llore... llore mucho.

Me prepare para dormir, revise mi teléfono una última vez. Ahí estaba, un mensaje de Karla.

"Mañana hablamos, descansa"

Desperté sin querer hacerlo, no estaba en ánimo de nada. No quería pasar por este momento. Estaba siendo muy difícil para mí el estar alejado nuevamente de mi familia.

El despertador sonó pero yo ya estaba de pie. Salí al jardín a entrenar, es parte de mi rutina.

Al regresar me duche y me puse ropa deportiva, esperaría a que Karla me escribiera.

Pero nunca me escribió.

Yo le llamé varias veces, pero nunca respondió.

Llame a sus padres y tampoco respondieron.

Traté de estar calmado, aunque era muy extraño.

Pensé que estaría haciendo algo con los niños y por eso estaba ocupada.

Pasó poco tiempo, quizá unos veinte minutos. Recibí un mensaje de Karla.

"Estoy en la casa de campo, ven aquí"

Le respondí con un mensaje de voz e inmediatamente tomé las llaves del auto para salir lo antes posible.

Por un momento odiaba esto, no entendía porque me mandaba mensajes si ya estoy aquí. Sentía que ella no tenía necesidad de verme ni de hablar conmigo, pues solamente escribía. Cuando ella y yo regularmente nos llamamos para poder escucharnos y entendernos de manera más clara.

Nuestra casa de campo a las afueras de la ciudad está casi a dos hora de donde vivimos, por suerte aun era temprano, no había tráfico y el camino estaba muy fluido. Llegaría muy rápido.

Aunque no entendía porqué estaba ahí, si anoche me dijo que estaba con sus padres. Todo estaba muy extraño.

No tenía ni ánimos de preguntar, yo aun me sentía mal por la situación en el mundial y lo que menos necesitaba era hacer un reclamo a mi mujer. Estoy seguro que ella sabe que es lo mejor para mi.

Llegué a la casa, y abrí. Ahí estaba ella, sentada en el sillón de la sala la cual da la bienvenida al abrir la puerta.

-Por fin te veo- le dije al verla -Te extrañe mucho.

Me acerque, la tome de la cintura y trate de besarla. Trate porque ella no quiso.

-Guille, no.

Yo me aleje, no entendía nada.

-¿Qué pasó?- respondí sin entender.

-Guillermo, por favor. Ya deberías de saber- pero, no sabía nada, no entendía qué pasaba. Ella estaba con un semblante molesto. Me retire aún más de ella.

-¿Saber que?- dije curioso- ¿Y los niños? Tengo muchas ganas de verlos.

-Están con mis padres-cuando respondía era cada vez más agresiva.

-¿Entonces tú estuviste aquí todo el tiempo?

-Desde anoche.

-¿Por qué? La verdad que no entiendo lo que haces. Quiero ver a mis hijos.

-Los vas a ver, solamente quiero decirte que ya no quiero ser la esposa de un portero fracasado y mediocre como tu.

-¿Qué?


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Espero les este gustando, la verdad me gustan las historias lentas.

Ya tengo pensando desde hace tiempo a donde va mi historia.


Denle amor<3


Besitos de vainilla.

Ríndete ante mi [MESSI X OCHOA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora