56 Dos dias.

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El barco arribó al último destino. El muelle era muy parecido al anterior pero la casa era completamente distinta.

Esta casa era más pequeña pero acogedora y perfecta para pasar los últimos dos días de viaje antes de que los invitados volarán a Buenos Aires para estar de regreso en México.

Después de tantas buenas vivencias, afortunados encuentros y trágicas aventuras era el momento de que este viaje terminará. Pero había algo que tenían en común con las personas ahí presentes y es ninguno de los cuatro querían que este viaje terminará, no solamente por el hecho de que Lio y Guillermo pudieron abrirse a una nueva posibilidad sino Karla y Anto habían podido mantener en estos días una intimidad arrasaste, incluso sobrepasando la pasión a un nivel de frenesí en el cual se buscaban con más frecuencia y ellas no querían y no deseaban separarse.

—Ya llegamos gente—anunció Anto cuando el barco se detuvo en el muelle justo frente al que sería su nuevo lugar por los últimos dos días de viaje.

Todos se acercaron a la entrada y bajaron del barco, la última en bajar fue Anto y tras de ella dos hombres de personal de servicio que habían subido al barco las maletas. Cuando todos caminaban por el estrecho andador de piedras que daba acceso a la casa se pudo escuchar la voz de Anto hablando con uno de los hombres que cargaba maletas.

—Todas las maletas irán a la habitación principal por favor—dijo Anto con una sonrisa.

—Claro—respondió el hombre, él y su compañero rodearon la casa para entrar por otro acceso mientras la pareja anfitriona e invitada caminaban a la casa.

Los cuatro entraron, la casa claramente era pequeña a comparación a las otras casas que habían visitado. Lo primero que se veía era una pequeña sala con dos sillones y una televisión, al fondo la cocina con una barra y al costado de esta un pasillo pequeño donde se veía la puerta de la habitación.

—Espero les guste esta casita—dijo Lio sonriendo.

—Es linda—respondió Karla.

—A mi la verdad me gusta esta casita, es pequeñita pero acogedora.

La pareja anfitriona caminaron directo a la cocina, ahí ya había platillos preparados para la comida mientras ellos sacaron algunas bebidas para acompañar. Lio estaba un poco serio, no era lo mismo desde que comenzó el viaje, su mirada estaba menos puesta en su esposa y de alguna manera se sentía mal de que el viaje terminará, estar cerca de Guillermo este tiempo le había dado un nuevo sentir en su vida.

—Acérquense—dijo Anto—la comida ya esta.

Guillermo y Kara se acercaron a ellos, los cuatro comieron y charlaron durante un buen rato. Se notaba como había tenido un crecimiento de amistad en este tiempo, no solo por estar cercanos sexualmente y conocerse de esta manera, sino porque de alguna manera habían forjado una amistad y confianza la cual permitía hablar temas profundos y de los cuales podían compartir.

—¿Cómo se sienten?—dijo Anto—¿Están listos para regresar?—refiriéndose al poco tiempo que les queda juntos.

—Yo... yo la verdad no quiero irme—respondió Karla con un semblante cabizbajo y un tono un poco triste, dándose a notar que genuinamente estaba disfrutando de estar en ese lugar.

—¿Tu Guillermo?—preguntó Lio mirando al de rizos.

El portero sintió un cosquilleo en todo su cuerpo, no quería responder, no quería pensar en regresar a su vida normal y saber que no estaría cerca de Lio nuevamente o en mucho tiempo. Extrañaba su vida cotidiana, extrañaba a sus hijos y al resto de su familia, pero pudo comprobar por primera vez que estar este tiempo con esta pareja había cambiado toda su vida, todos los aspectos de su vida ahora eran distintos.

Nunca por su mente pensó que este viaje significa compartir su vida con el campeón del mundo, su mente y su cuerpo sentían que este tiempo había sido lo más significativo que había vivido, ni estar en el campo ni ser un portero exitoso se comparaba con los días vividos cerca de Lio y de Anto, los cuales le hicieron ver que esta vida es para vivirla de manera distinta y no con todas las reglas que existen y las cuales él seguía.

Odiaba esa pregunta, odiaba saber que el tiempo estaba por terminar, odiaba el tiempo en ese momento.

—Tampoco quiero irme—miro directo a Lio el cual respondió con una mirada igual de profunda—pero han sido muchos días de ocio y debo regresar a entrenar.

—Guillermo, ya tendrás tiempo para eso, disfruta lo que tenemos ahora y deja de pensar en el entrenamiento.

Los dos sonrieron, se sonrieron.

En ambos existía este sentimiento de querer estar juntos, pero más para Guillermo, ya que él no solo quería tener más tiempo con el argentino, Guillermo quería estar siempre con él.

Y estos últimos días no podían ser un desperdicio.

—Vamos ya—dijo Anto dirigiéndose a su esposo, esto para estar juntos nuevamente.

—Esta casita solo tiene una habitación—dijo Lio, se puso de pie y los demás en la mesa hicieron lo mismo.

Todos caminaban detrás del argentino,

Lio entró primero a la habitación, seguido por Guillermo y finalizando con Karla y Anto las cuales ya estaban besándose mientras caminaban para entrar.

Aunque la casa era más pequeña que las anteriores, esta tenía su parte privilegiada en la única habitación que tenía, y es que parecía que todo lo que podían imaginar estaba en esa única habitación que los cuatro estarían compartiendo por los últimos dos días de viaje.

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Los amo<3

Besitos de vainilla para todes💖

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Una disculpa por estar casi un mes sin publicar, quiero y deseo terminar esta historia la cual ya tiene un final en mi cabeza.

Esto que comenzó como algo alegre me causo ansiedad por escribir y no fallar en traerles capítulos nuevos.

Pero no se preocupen, ya hablé esto con mi psicóloga y ya lo solucione💖

Los amo mucho💖

Ríndete ante mi [MESSI X OCHOA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora