Capítulo dos: Yuki, la niña que podía manipular la nieve

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—¿Alguna vez has sentido el granizo cayendo sobre ti? —dijo Yuki, intentando asustar a aquel hombre.

—¿Sabes? te convenía mucho aparecerte e irte conmigo hace cinco años —dijo el hombre —Regulus te iba a pagar muy bien por usar tu habilidad de nieve en el reino veraniego y sobre todo... tu madre no estaría muerta.

—Me importa un carajo si me iba a pagar bien o no —dijo Yuki, aún más enfadada —no aceptaría un trabajo que me aleje de mi familia.

—¿Regulus? —dijo una voz que hizo que Yuki y el hombre miraran de dónde provenía, se trataba de Esther quien los miraba a ambos. —Señor... me gustaría saber su identificación o permiso de aparecerse por aquí.

—Así que usted está aquí, debo decir que no me lo esperaba —dijo aquel hombre —soy un embajador del reino veraniego, estoy aquí por negocios.

—Muy bien, pero les aconsejo que si van a matarse lo hagan en un lugar más privado —dijo Esther, quien le guiña el ojo a Yuki.

—¡Ahí está!, ¡Detengan a ese hombre!, ¡Nos ha estafado! —. Gritaron algunas habitantes del reino invernal quienes habían llegado al lugar —¡Esa de ahí es Yuki!, ¡Hay que atraparla de una vez por todas!

—¡No voy a permitírselos! —gritó Esther, mientras las habitantes rodeaban al hombre y a Yuki.

—¡Pero señorita Esther!, ¡Ella es una ladrona!—replicaron algunas habitantes del reino invernal —¡Ella y sus hermanas son unas ladronas!, ¡¿Va a dejar que siga robando?!

—¡Nosotras las obligamos a convertirse en ladronas!—dijo Esther —¡Todas esas noches en las que pasaron hambre... ninguna de nosotras las apoyamos, ellas tuvieron que jugárselas por sí mismas para sobrevivir! Por eso, desde este momento las tres están bajo mi protección.

Yuki cayó al suelo tras escuchar las palabras de Esther, en los últimos cinco años alguien por fin comprendía el dolor que sufrían ella y sus hermanas, por fin alguien había extendido su mano para darles apoyo y dejar de vivir en la misma miseria.

—G... gracias —dijo Yuki entre lágrimas, Eira y Zahra llegaron en ese momento y abrazaron a su hermana, esto solo hizo que Yuki empezara a llorar más.

Las habitantes del reino invernal no dijero nada, no querían arruinar el momento de las tres niñas, parecía que el camino de amargura de las Yuki, Eira y Zahra había terminado. Esther les dijo que les proporcionaría una casa, comida y agua y le daría trabajo a Yuki para que no les hiciera falta dinero; tristemente, un sonido de bala lo puede cambiar todo y ese momento no fue la excepción. Todas estaban distraídas con Yuki y sus hermanas que se olvidaron del embajador del reino veraniego quien les apuntó a Eira y Zahra, el hombre disparó pero su hermana mayor las apartó y se colocó en frente de ellas; la bala atravesó su corazón.

—I...diota —fueron las últimas palabras de Yuki antes de desplomarse en la nieve que poco a poco se tiñó de color rojo, ella veía a sus hermanas gritar aterradas su nombre pero no las podía escuchar— Zahra... Eira... no se preocupen por mí... tal vez es muy tarde para mí pero no para ustedes.

—¡Yuki!, ¡No te mueras Yuki! —dijo Zahra llorando, viendo sus manos ensangrentadas.

—¡Eres la única familia que tenemos!, ¡No nos dejes solas por favor! —gritó con desesperación Eira, agitando el cuerpo de su hermana mayor para hacerla despertar.

—No vale la pena niñas —dijo una de las mujeres que habían acorralado a Yuki quien tenía una expresión triste —el hombre que le disparó ha huido y el hechizo remedium no le hará efecto por haber sido dañada en el corazón.

—Quisiéramos pedirles disculpas —dijo otra mujer —por nunca apoyarlas y nunca sacar a su hermana de ese martirio que vivieron desde que comenzaron a robar, ahora dejen que les apoyemos y que sigan adelante, tal y como Yuki habría querido.

The last witches: la cueva de los gritos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora