Capítulo siete: Luciérnagas

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—¿Qué es lo que haces acá? —preguntó April, aún con lágrimas en sus ojos, las cuales se limpió, para que Esther no la viera triste, ella soltó una pequeña risita.

—Es parte de los efectos de ser apadrinada por la muerte, el poder comunicarte con las almas de los fallecidos, pero por el momento... solo me necesitas a mí —dijo Esther, April piensa lo que acaba se escuchar.

—¿Y qué pasará cuando ya no te necesite? —preguntó April con incertidumbre, la tensión llenó el ambiente.

—Cuando ya no me necesites, cuando sepas que todo estará bien de ahora en adelante, yo dejaré de aparecer... pues sabré que he cumplido con mi deber —dijo Esther, en un tono melancólico.

—Entonces siempre te necesitaré, no quiero que te vayas de mi lado —dijo April, quien le sonríe a su madre, esta también le sonríe, aunque un poco más triste.

—Sucederá cuando menos te des cuenta... no será porque tú lo deseas —dijo Esther, April se sienta a su lado —oye, ¿Podrías no contarle de esto a Mackenzie?

—¿Por qué? —. Preguntó April, con algo de curiosidad —¿Mis hermanas no deben saber que me puedo comunicar contigo?

—No es eso, ella simplemente tiene mucho peso en sus hombros, que sepa más sobre tu condición solo la hará presionarse más —dijo Esther, quien puede ver a Mackenzie dormida, con el sombrero de April puesto.

—¿A qué te refieres? —dijo April, con cierta duda, pero entonces recordó a Mackenzie, quien pareció haber estado distraída todo el día y decidió mejor no preguntar.

—Esta charla entre nosotras será un secreto ¿Te parece? —dijo Esther, quien alza su dedo meñique.

—Tienes suerte de que sepa guardar secretos —dijo April, quien intenta tomar el meñique de su madre, sin tener éxito alguno. —y siempre cumplo mi palabra de no decirlos.

April y Esther conversaron por una hora más hasta que ambas se despidieron, la hermana menor se sentía completamente alegre, pero, sin previo aviso, el batir de unas alas se escuchó muy cerca de donde se encontraba.

—Otra luciérnaga gigante —dijo April, con algo de asombro, pero esto se disipó al ver como aquella criatura la miraba con odio —eres mucho más grande que la de hace rato, así que supongo eres mami luciérnaga ¿No?

Pero la luciérnaga no respondió (Como si pudiera hacerlo) esta golpeó a April, quien cae al suelo, la criatura intenta conectar otro golpe, pero esta vez la hermana menor se volteó, se puso de pie y miró a luciérnaga, todavía con felicidad.

—Eso fue muy descortés de tu parte, y cuando alguien es descortés conmigo y no lo conozco me enojo y no querrás saber lo que pasa cuando me enojo —dijo April, su ojo suelta algunas chispas, pero se detienen luego de unos segundos —muy bien... te daré una segunda oportuni...

Más April no consiguió terminar su frase, pues fue golpeada nuevamente por la luciérnaga. Entonces recordó algo que les había dicho Emily antes de que llegaran al valle de la calma "Tengan cuidado con las luciérnagas gigantes, son seres territoriales que no les gusta que haya intrusos en sus dominios, pero... mientras no hagan nada que las haga enfadar estarán bien". La hermana menor ya había hecho enfadar a la líder, lo que significaba que no se entenderían por las buenas.

—Bien, no más juegos. —dijo April, quien le sonríe a la luciérnaga, mientras su ojo se prendía en unas llamas de color azul, la criatura no retrocedió y se volvió para golpear a April, pero en esta ocasión la hermana menor lo esquivó, se colgó de una de las patas del animal —tu punto débil son las alas, si logro llegar a ellas no tendrás oportunidad alguna contra mí.

The last witches: la cueva de los gritos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora