Capítulo ocho: El reino de los hongos

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Un día antes de que April y Mackenzie se despertaran, Rose y Vivian se dirigieron hacia el reino de los hongos, siguiendo con su búsqueda por respuestas sobre el incidente con las sirenas invernales, la cual no estaba teniendo el éxito que esperaban, sin embargo, los problemas empezaron apenas y se alejaron de la civilización del reino otoñal y llegaron a leaftown, un bosque que resguardaba una pequeña aldea donde vivían aquellos que disfrutan más del campo.

—Mira esto Vivian, está claro que es una picadura de avispa, saca esa medicina ahora —dijo Rose, en un tono muy alarmante, Vivian parecía haber escuchado lo mismo tantas veces que estaba harta de tener que escucharlo.

—Estás muy escandalosa hoy Rose, relájate y disfruta del paisaje, al fin y al cabo tu mascota te está quitando el esfuerzo de caminar —dijo Vivian, en un tono de enfado y siguió caminando —ojalá poder parar en Leaftown y ver si tienen algún herrero.

—¿Tan mal está tu espada? —dijo Rose, quien ignoró la extraña picadura que tenía, la espada de Vivian se veía perfectamente normal, e incluso mucho más reluciente de lo que había estado otros días —no le veo nada malo.

—No es que tenga algo malo, pero me gustaría afilarla un poco, el schweiber gigante de la otra vez fue muy difícil de cortar, y si a donde nos dirigimos hay criaturas así de fuertes... no creo que mi espada delta aguante por mucho tiempo —dijo Vivian, quien mira como Rose se había tumbado con una mala expresión sobre el cuerpo de Pilz —exagerada.

—Blivian, te dligo qle es una blicadura de ablispa —dijo Rose, a quien parecía habérsele trabado la lengua, Pilz parecía algo preocupado.

—Estás fingiendo —dijo Vivian, en un tono tajante, Pilz se preocupó aún más.

—Conblía en mí plor una blez cablajo —dijo Rose, molesta de que Vivian no le creyera y con problemas para hablar debido a un efecto secundario de su alergia que afectaba su lengua.

—Muy bien, confiaré en ti, ahora dime, ¿Dónde está la medicina de Mackenzie? —. Dijo Vivian, Rose apuntó a la mochila de su hermana mayor, en el bolsillo delantero.

—Son blos plastillas —dijo Rose, aún con su lengua dándole problemas, pero Vivian insinuó que ella dijo dos, así que destapó el frasco y le dio ambas pastillas a su hermana menor, junto a su cantimplora.

Vivian y Rose siguieron avanzando, hasta que toparon con una bruma que cubría lo que parecía ser un pantano algo profundo, Rose bajó de Pilz y se paró al lado de su hermana.

—Bien, parece que llegamos, de ahora en adelante, Pilz será quien nos guie —dijo Rose, el hongo volvió a hacerse pequeño, tras el efecto de la píldora de crecimiento hubiese finalizado y se sumergió en el agua, unos segundos después, este regresó, era del mismo tamaño que había tomado cuando estaban en la biblioteca secreta.

—Eres brillante Rose —dijo Vivian, quien estaba por subirse al hongo, pero Rose la detiene antes de que lo haga.

—Aún no sé ¿Qué tan potente sea el veneno de Pilz si estás expuesto mucho tiempo? Así que supongo que tendrás que buscar otro método para cruzar el pantano. —dijo Rose, su hermana mayor la miró indignada —yo fácilmente puedo estar sobre él debido a que soy inmune al veneno de cualquier hongo, privilegios de ser apadrinada por el reino de los hongos.

Bulla —dijo Vivian, quien creó una burbuja gigante, y se posó sobre ella —un hechizo de mi autoría, lo pensé desde la primera vez que supe que siempre me tocaría remar los botes para llegar a los otros reinos.

—¿Puedes mantenerla por quince minutos? —dijo Rose —es el tiempo que tardaremos el cruzar el pantano hasta llegar al sendero que conduce al reino de los hongos

The last witches: la cueva de los gritos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora