Capítulo diez: Armas

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—Así que era cierto... —dijo Vivian con un tono de impotencia, de repente, un sentimiento de enojo la invadió —Entonces... ¡¿Qué estuviste haciendo los últimos trece años de tu vida mientras nosotras estábamos en un orfanato?!

—Estaba esperando el momento en el que cumplieras doce años, así sería más fácil que comandaras al resto de tus hermanas —. Dijo Esther —a fin de cuentas eras tú a la que veía con mayor potencial para ese trabajo.

—¿Aunque sea sabes todo lo que mis hermanas menores pasaron todos esos años que estuvimos en el orfanato? —dijo Vivian esperando la respuesta de Esther.

—Créeme, siempre he sido consciente de ello —respondió Esther —que terminaran en ese orfanato no fue mera coincidencia, ese edificio está construido en el mismo lugar donde mi madre murió, además sabía que con las peculiaridades que padecían tus hermanas sería difícil que les fuese bien ahí.

—¡Entonces ¿eres consciente de cuánto daño les hiciste?! —dijo Vivian con mucho más enojo que antes —¡Mackenzie no sabe lo que es infancia porque ella dedicó un 80% de su vida en cuidar a las tres menores, Rose y Snowy la pasaban aun peor porque siempre las molestaban a tal punto de llegar a los golpes, April pasó tres años encerrada en un mausoleo donde apenas y comía, solo la dejaban salir para ir al baño e incluso antes de ser aprisionada en ese lugar pasó dos semanas en las que no podía dormir por tu trato con la muerte!

—Dime Vivian, ¿Dónde estuviste tú mientras todas esas cosas ocurrían? —preguntó Esther a la hermana mayor.

La hermana mayor se quedó callada, Esther había hecho una pregunta similar a la que rondaba la cabeza de Vivian desde hace días ¿Qué tan buena hermana mayor estaba siendo? Intentó decir algo, pero nada salió de su boca.

—Ella también sufrió muchas cosas ahí —dijo Rose, quien puso su mano en el hombro de su hermana mayor mientras mostraba una sonrisa genuina —solo que nunca se dio cuenta hasta que empezó a cuestionarse si era una buena hermana mayor.

—Recuerdo que venía al mausoleo seguido durante la noche y siempre me contabas tus problemas, por más pequeños que fuesen comparados con los nuestros —dijo April; Vivian no sabía ¿De dónde venía todo lo que le decían sus hermanas?

—Siempre decías que no saltabas a defendernos cuando nos molestaban porque no valía la pena enfrentarse a ellos y generar más conflicto cuando realmente por dentro querías hacer algo pero el hecho de perjudicarnos más te lo impedía, —dijo Snowy, que se une a sus hermanas —fue por eso que cuando llegamos al mundo Newman y te dieron tu espada estabas tan emocionada, ya que por fin podrías defendernos... tal vez no lo dijiste, pero Mackenzie nos lo contó después y para nosotras tiene bastante sentido.

—Mackenzie... —dijo Vivian, al punto de casi llorar.

—Honestamente Viv... no eres la mejor cuidando niños y con el tiempo me di cuenta, pero no por eso dejas de ser nuestra hermana mayor así que no tienes que acomplejarte por ello —dijo Mackenzie con un tono sereno, en ese momento Vivian se derrumbó y abrazó a sus hermanas menores.

—Justo como lo pensé, ustedes tienen un lazo muy fuerte —dijo Esther interrumpiendo el momento emotivo, las hermanas se habían olvidado por completo que seguía ahí.

—Tu paranoia con la profecía de Regulus haciéndose realidad te hizo cometer muchas estupideces, una de ellas fue alejar a tus hijas de ti —dijo Rick, quien salió de su escondite.

—Suenas como mi hermano Rick, cuando se enteró de mis planes solo me dijo: "Si las quieres como armas y no como tu familia entonces no las tengas" —dijo Esther, quien lo dice con un tono de disgusto —como si él no hiciera lo mismo enseñándole a la gente a combatir.

The last witches: la cueva de los gritos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora