Capítulo cuatro: El valle de la calma

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Esa misma mañana Mackenzie y April se preparaban para salir, a pesar de las advertencias de Emily de esperar unos días en lo que pasaba la tormenta de polvo, ellas decidieron que lo mejor sería partir cuanto antes, ambas hermanas salieron con sus mochilas en busca de la tierra de los sueños.

Cuando llevaban ya un buen tramo recorrido, April se detuvo, en su mirada se podía ver una señal de que algo iba mal, Mackenzie notó que su hermana menor no estaba caminando.

—¿Qué pasa April? —. Preguntó Mackenzie, quien alza sus brazos —si te cansaste te puedo cargar.

—No, aún puedo seguir —dijo April —el problema es Snowy.

—¿A qué te refieres con eso? —dijo Mackenzie —no sabemos lo que está haciendo.

—Ten —dijo April, quien le lanza un reloj de bolsillo, en el cual se podía ver a Snowy quien estaba junto a Rick en la entrada del reino veraniego —es un reloj vigilante, era propiedad de Wendy, pero se lo quité antes de enterrarla.

—Entonces puedes ver a las personas sin importar la distancia —dijo Mackenzie, muy sorprendida.

—No solo Snowy, también Vivian y Rose —dijo April, Mackenzie seguía sorprendida.

—¿Dijiste que Snowy estaba con Rick en el reino veraniego? —dijo Mackenzie, en un tono alarmante.

—Mientras Vivian y Rose están en el reino otoñal —aclaró April, con el mismo tono alarmado.

—Eso no es bueno, si la atrapan haciendo algo indebido en el reino veraniego, las consecuencias también recaerán sobre nosotras —dijo Mackenzie.

—La tormenta de polvo —dijo April, quien toma su mochila y toma la mano de su hermana mayor —es en unas horas.

—Lo mejor será apurarnos, no estamos ni cerca del valle de la calma —dijo Mackenzie, April se acomoda el sombrero y con una mirada muy decidida, asintió y volvieron a caminar.

Las cosas se calmaron un buen rato, Mackenzie y April contaban anécdotas de todo lo que había pasado desde que habían llegado al mundo Newman hasta que un ruido en los arbustos les hizo olvidar su conversación.

—¿Qué fue eso? —dijo April, que se aferra a su hermana mayor.

—Lo que sea que haya sido, no parece ser muy grande —dijo Mackenzie, quien procede a sacar su varita.

Lo que salió de entre los arbustos no resultó ser más que un niño de aproximadamente unos meses menor que April, este tenía una cara de pocos amigos, tenía un cabello castaño, muy apagado, como si todo de él fuese frío. Este vio a ambas hermanas por unos instantes.

—Adivinaré, ¿Reino invernal? —dijo el chico, con una pequeña y disimulada sonrisa. Por miedo a que fuese un enemigo, ambas hermanas se quedaron en silencio. —Oh, lo siento, Je m'apelle Smoke, Comment ça va?

—Sabemos español, además de francés —dijo Mackenzie, con una voz algo temerosa.

—Dos niñas que saben más allá de nuestra lengua materna —dijo Smoke —interesante...

—Bueno, estaba en busca de alguien...pero no veo que intenten ocultarle, de lo contrario... —dijo Smoke, algo en aquel chico le resultaba familiar a April, pero no tuvo tiempo para razonarlo ya que algo más se acercaba.

—Eso está por verse —dijo otro niño de la misma edad que Smoke, solo que este tenía una expresión facial más amigable, tenía un cabello pelirrojo y llevaba puesto un bombín —hay que tener una voluntad de hierro para no contar la verdad cuando uso mis habilidades controladoras.

The last witches: la cueva de los gritos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora