Capítulo ocho: El reino de los hongos

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—El reino de los hongos siempre ha sido pieza clave en el reino otoñal, principalmente por dos cosas, la primera siendo los recursos que exporta y la segunda porque pertenecen desde hace mucho a élite de los micro reinos —explicó Rose, mientras pasaban por grandes pasillos. —es por eso que este castillo de dos metros de altura por piso se creó para que un humano de estatura común pudiera pasar sin problemas.

Recorrieron muchos pasillos, Vivian no entendía ¿Cómo es que Rose podía pasearse por los pasillos sabiendo qué camino tomar? Todo en aquel lugar era muy similar, y si ella fuese quien guiara al grupo ellos se habrían perdido varios pasillos atrás.

—¿A caso eres un murciélago? ¿O cómo es que no te pierdes cuando todos estos pasillos son iguales? —.Dijo Vivian, quien seguía a Rose casi sin cuestionarse nada —supongo que te aprendiste el castillo de pies a cabeza en tu estadía.

—Solo me guío por mi sentido para identificar venenos que desarrollé aquí —dijo Rose, quien cada vez avanzaba más lento.— el veneno de Barry sabe a ron viejo con un toque aceituna.

—¿Al menos has probado alguna de las dos cosas? —preguntó Vivian, pero Rose pareció ignorar su pregunta, como si hubiera otra cosa que ella estuviera escuchando.

—Guarda silencio Viv, ahora estamos por entrar a la zona boscosa, es un lugar sagrado por lo que intenta no hablar o preguntar —advirtió Rose, Vivian parecía muy impotente sin saber si su pregunta sería respondida. —ah sí, en cuanto a tu pregunta, no he probado ninguna de las dos, más si se como huelen.

La zona boscosa fue más agradable de lo que Vivian imaginó, a pesar de no haber aves, algunos hongos imitaban los sonidos de estas mediante flautas, la hermana mayor no comprendía como era posible aquello, pero Rose parecía estar demasiado feliz así que no quería estropearlo con alguna pregunta, una vez fuera, la hermana del medio volteó a ver una última vez antes de seguir caminando. Vivian siguió sin atreverse a hablar, parecía comprender porque eso le gustaba a Rose.

—Es muy pacífico —admitió Vivian, Rose volteó a verla, con una sonrisa que hacía denotar su colmillo.

—Así es, un lugar donde no pasa absolutamente nada y la paz es lo que reina —dijo Rose, mientras seguía caminando —a veces... me gustaría que nuestra vida continuase siendo tan pacífica como lo fue hace no mucho, cuando no teníamos que correr ninguna especie de riesgo.

—Entonces... ¿Por qué decidiste ayudarme? Podías haberte quedado con Snowy y no acompañarme —Preguntó Vivian a su hermana menor, a lo que ella soltó una pequeña carcajada.

—Nunca hubieses llegado tan lejos tu sola, muy probablemente no habrías sobrevivido a todo lo que ocurrió cuando buscamos ese archivo —explicó Rose, mientras desenvolvía un dulce —aparte, tenía mucha ganas de regresar aquí.

—Gracias por acompañarme, aunque me habría gustado que Snowy nos acompañara, me siento mal de que ella se encuentre sola —dijo Vivian, a lo que Rose asintió.

—Bien, llegamos —dijo Rose, quien miraba unas puertas de madera oscura y decoración de oro —aquí dentro siempre está Barry, el líder del reino de los hongos.

Ambas hermanas abrieron la puerta a la vez, parecía que aquel hongo viejo ya las esperaba... pero algo andaba mal, este parecía no estar del todo en sus cinco sentidos, pues a su lado habían varias botellas, cosa a lo que Rose no pareció sorprenderse.

—Que sorpresa... el viejo es un borracho —dijo Vivian, en un tono algo sarcástico, pero de repente, una botella salió volando a su frente golpeándola.

—¿A quién llamas borracho? —. Dijo Barry, quien no parecía estar ebrio... o por lo menos no del todo —mocosa insolente.

—¿Era tan necesario el insulto? —dijo Vivian, con una voz algo quebrada, como si el insulto realmente hubiera calado hondo.

The last witches: la cueva de los gritos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora