Capítulo cinco: Aventura en el reino otoñal

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Pilz saca algo en un pequeño papel celofán, los guardias se quedan atónitos, Rose desenvuelve el objeto, y le clava su colmillo, los schweiber parecen estar incrédulos.

—¡¿Una paleta?! —dijeron los guardias completamente ilusos, Rose tan solo se les sonríe. —¿Pero cómo?... ¡El centro chicloso!

—¿Nunca oyeron hablar de que un centro chicloso tiene tanta azúcar que puede llenarte de energía? —dijo Rose, quien toma a Pilz, el cual automáticamente crece a su tamaño original.

—Bien hecho pequeño cabeza de hongo —dijo Rose, quien premia a Pilz con un poco de comida, —ya, ya, no te preocupes; esos chicos malos no me matarían tan fácilmente.

—¡Oye!; ¡Préstanos atención! —replicaron los guardias, Rose tan solo volteó a verlos, ella suspiró y volvió a alzar su varita.

—Oh sí, lo siento —dijo Rose, quien saca algo de su bolsillo —¿Ustedes también quieren premios sabor espora?

—¡No queremos esa cosa! —dijeron con enfado los schweiber, quienes intentan abalanzarse contra la hermana del medio, pero Pilz se interpuso en su camino.

—Que groseros —comentó Rose, quien le hace señas a Pilz de que retroceda —primero se enfadan por querer alimentar a mi mascota y luego rechazan mi postre, les hacen falta modales.

—¡Nos ibas a dar galletas de esporas venenosas! —dijeron los guardias otra vez, estos estaban montando en cólera.

—Bueno ya, podemos dejar eso en el pasado —dijo Rose —pero... si no quieren envenenarse con premios para perro-hongo, entonces los envenenaré de una forma en la que no sufran mucho ¿Está bien?

Los schweiber tan solo la miran completamente perplejos, Rose empieza a reír, Pilz parece asustado, Rose se acabó mordiendo el labio por accidente y diminutas gotas de sangre acaban cayendo en el suelo; los guardias están muy espantados.

—Cayeron —dijo Rose, limpiando la sangre de su labio —debo controlarme cuando me estoy riendo... Venena glomerum.

—¿Cuántas veces te debemos de decir que eso no funciona con nosotros?... —dijo uno de los guardias, quien se percata de que Rose ha huido —¿Dónde está?

—Sí —comentó una voz femenina, quien estaba sobre una de las estanterías —¿Dónde estará ella?

—Esa voz... —dijo uno de los guardias, acto seguido Pilz cae junto a un pequeño frasco de agua.

—¿Nunca han escuchado que si un hongo se humedece aunque sea con la más pequeña gota pueden alcanzar tamaños inmensurables? —dijo Rose —o bueno, tal vez no tanto, pero ese pequeño se hará grande.

—¿De dónde sacaste el agua? —preguntaron los guardias, no le habían visto ese frasco a la hermana del medio en ningún momento.

—¿Seguros que quieren saber?, puede ser algo muy repugnante —advirtió Rose, Pilz empieza a crecer en tamaño. —usé mi propio sudor, fue muy poca agua la que pude sacar.

—Eso fue repugnante —dijo uno de los guardias que estaban al fondo, Rose saltó al sombrero de un Pilz que era casi tan grande como la habitación.

—Se los advertí —dijo Rose, mientras se alejaba sobre Pilz —. Ahora si me disculpan, mi hermana mayor me aguarda, fue divertido jugar con ustedes, y sí, todo este tiempo estaba siendo irónica, ustedes no son lo más peligroso a lo que me he enfrentado hasta ahora.

—Vaya, sí que es muy buena —dijo uno de los Schweiber, entonces el suelo comenzó a temblar, Rose también sintió los temblores, Pilz parecía marearse.

The last witches: la cueva de los gritos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora