Capítulo once: El plan de Edward

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Snowy y Vivian por su parte se encontraban corriendo a toda velocidad mientras esquivaban a toda la gente que las veía, la hermana mayor llegó con suerte a la salida.

—Mackenzie, ya estamos aquí —susurró Vivian, nadie respondió. —Rose, April...

—Viv... no creo que estén aquí —dijo Snowy, ella también estaba atenta a alguna señal del resto de sus hermanas.

—Eso solo puede significar una cosa. —dijo Vivian quien mira la entrada de la cueva. —ellas siguen ahí adentro.

Vivian estaba por volver a entrar, pero Snowy la detiene antes. El viento que provenía de la cueva salió disparado en ese mismo momento, esta vez fue aún más aterrador.

—No entres con desesperación ahí dentro, solo harás que te encuentren —dijo Snowy, entonces las pisadas de alguien más se hicieron presentes.

—Bien... este parece ser el lugar. —dijo Charles, el cual estaba bastante cansado que se tumbó en la arena. —Snowy, menos mal que te encontré.

—¿Charles? —dijo Snowy al darse cuenta de ¿Quién era? —¿Qué estás haciendo aquí?

—Tu amiga. —dijo Charles, dejando la hielera que cargaba consigo en el suelo.

Snowy abrió la hielera, lo que se encontró fue a Snowflake, quien ya estaba presentando algunos indicios de derretimiento, una buena parte del rostro del muñeco de nieve se había deformado.

—Me alegra ver que estés bien Snowy —comentó Snowflake mientras se derretía todavía más rápido.

—¡Snowflake! —dijo Snowy alarmada, ella sacó la esmeralda de su mochila y se la dio a Snowflake.

—Así que al final la conseguiste. —dijo Snowflake.

—No hay mucho tiempo, Snowflake tienes que comerte la piedra —dijo Snowy con desesperación.

Snowflake tomó la esmeralda y su poco cuerpo de nieve que quedaba la absorbió lentamente, en ese momento, toda lo perdido por el derretimiento se empezó a recuperar hasta volver a la normalidad.

—Con eso ya no deberías tener problemas con pisar otro lugar que no sea nieve —dijo Snowy con menos preocupación, Snowflake salió de la hielera y se puso de pie sobre la arena.

—Si estos ojos no fueran de piedra estaría llorando ahora mismo —. Dijo Snowflake —el único inconveniente que le veo es que la nieve que puedo formar está muy limitada.

—Bien... volveré a entrar a la cueva —dijo Vivian —Mackenzie, Rose y April siguen ahí dentro.

—Voy contigo —dijo Snowy.

—Yo también iré —dijo Snowflake —será una gran oportunidad para aprender de un lugar desconocido.

—Supongo que no puedo quedarme atrás —. Dijo Charles, quien se levanta del suelo —ya me siento mejor luego de ese descanso.

—Muy bien... supongo que entraré con este equipo improvisado —dijo Vivian que saca su espada. —solo no vayan a separarse de mí.

—Es una espada Delta... —dijo Charles con incredulidad. —entonces lo que decían en el pueblo de que aún quedaba una era cierto.

—Charles ¿cierto? —preguntó Vivian, el niño asintió. —una pregunta ¿A caso eres de Leaftown?

—Si, pero mi familia no es mucho de herrería —dijo Edward —pero siempre escuchaba las leyendas y rumores que la gente contaba al ser Leaftown un pueblo pequeño y alejado del reino otoñal.

—Que mal, tenía la esperanza de que fueras un herrero aprendiz —dijo Vivian. —bueno ya no importa, vamos a la cueva de los gritos.

Por su parte el grupo de Edward se encontraba oculto cerca de donde se encontraba la celda, parecían estar esperando algo, el chico miraba repetidamente a todos lados, esperando la mejor oportunidad.

—¿Qué se supone que estamos esperando? —preguntó Mackenzie, Edward siguió vigilando un minuto más.

—Espero alguna señal de Viv —dijo Edward. —espero y Snowy le diera la carta que le di.

Vivian por su parte se adentraba a la cueva nuevamente junto a Snowy, Charles y Snowflake, al principio fue fácil, pero mientras más recorrían más guardias había.

—A este paso nos será imposible seguir avanzando sin ser vistos —dijo Vivian en su mente.

—Ahí está —dijo Edward, el chico pecoso desciende de donde se encontraba y se acerca con normalidad a Vivian y el resto.

—Creo que estás en el lugar equivocado Viv —dijo Edward para llamar la atención de la hermana mayor.

—Edward —dijo Vivian con felicidad. —estoy aquí para buscar al resto de mis hermanas, nos separamos de ellas hace rato.

—No te preocupes, yo las encontré —. Dijo Edward, una expresión de alivio se dibujó en el rostro de Vivian —estaba con ellas hace un rato.

Vivian y el resto siguieron a Edward hasta el escondite donde estaban Mackenzie, Rose y April, para su suerte ningún guardia pareció haberlos visto así que seguían a salvo.

—Sabía que en el fondo tenías un espíritu aventurero niño emo —dijo April, no creía que Charles hubiese venido.

—Si... me estaba aburriendo de estar yo solo en el castillo hasta que el muñeco de nieve se apareció y terminé involucrado en esta aventura.

—Bien, este es el plan —dijo Edward. —debido a que cada vez hay más guardias será bastante difícil que todos salgamos por la entrada principal, para eso nos dividiremos en grupos de dos.

—¿Hay más salidas en esta cueva? —preguntó Charles.

—Algo así, hay varias aberturas a lo largo de la cueva que son accesibles —explicó Edward —he estado aquí antes y registré al menos tres que no son peligrosas.

—Así que nos dividiremos en equipos y cada uno saldrá por una salida diferente —dijo Snowy.

—Exacto —dijo Edward. —los únicos que saldrán por la entrada principal serán Bev y el niño emo.

—¿Qué es emo? —preguntó Charles.

—Al ser los más pequeños sin contar a Snowflake les resultará más fácil esconderse y llegar a la boca de la cueva —dijo Edward. —los otros equipos serán Rose y Snowy, Mackenzie y Snowflake, Viv y Yo.

—No sabía que tenías esos sentimientos por mi hermana Edward —dijo Rose en tono burlón.

—Para nada, necesito a Viv para un objetivo secundario pero importante. —. Dijo Edward —para poder cortar relaciones con el reino veraniego necesitaré a una de ustedes y Viv es ideal para la forma en la que planeo hacerlo.

—¿Vas a dejar de entrenar con Regulus? —preguntó April.

—Así es —. Dijo Edward —si ya no hay más preguntas entonces sacaré el mapa y les mostraré por donde saldrá cada uno.

Edward sacó un mapa muy grande donde tenía marcadas varias zonas de la cueva, él fue diciendo como llegar más específicamente y una vez todos se memorizaron el camino se separaron.

Al poco tiempo que se fueron alguien más hizo aparición, era un hombre alto, su cabello negro era tan espeso como la tinta, es más; el mismo apareció de un espeso charco de tinta, no parecía ser humano.

—Así que estuvieron aquí... —dijo el hombre —no dejaré que ninguna salga con vida.

—Te escuché Inky —dijo la voz de Bex, el hombre sintió un pequeño escalofrío.

—¿Bex? ¿Dónde? —dijo Inky bastante alarmado.

—Relájate tintero desalmado —dijo Bex con un tono de desinterés —no estoy en la cueva ni nada, simplemente te estoy vigilando para que no hagas tonterías.

—¿Y cómo haces eso pelirroja unicuerno? —dijo Inky con un tono de molestia.

—Tú mismo lo dijiste, este cuernito tiene muchas funciones como que si se le cae una pieza por más pequeña que sea te deja escuchar lo que pasa a una larga distancia. —dijo Bex con tono egocéntrico   

The last witches: la cueva de los gritos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora