Capítulo nueve: Ser uno con tu sombra

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Esa misma noche en la que Pilz empujó el barco algo empezaba a movilizarse dentro del castillo del reino veraniego, ya que en ese momento la junta de los reinos aliados estaba dando inicio. En aquel cuarto tres personas de lo más extrañas estaban sentadas y había dos sillas vacías, Edward servía a los invitados el plato principal.

—Oye niño, ¿Cuándo aparecerá Regulus por aquí? —dijo una de las personas el cual parecía ser un hombre, cubría su rostro con una capa negra que solo dejaba ver su boca y algo de su barba recién afeitada —tengo una agenda muy apretada y apenas pude hacer espacio para esta junta.

—Él tiene razón, como gobernante de los "snakewhitch" también tengo asuntos más importantes que hacer que el venir aquí —dijo una voz femenina que provenía de una criatura que parecía una mujer pero que tenía los colmillos y lengua bífida características de las serpientes.

—¿Y qué son esos asuntos tan importantes? —dijo el otro invitado, tenía una piel incluso más pálida que la de Mackenzie y unos colmillos de los cuales caían gotas de sangre —Si solo te la pasas sentada en ese trono de piedra, ya es un milagro verte sentada en otra silla.

—No se preocupen, el maestro no tarda en bajar —dijo Edward, quien olvidó disimular su disgusto al decir la palabra "maestro".

—Más cuidado con cómo te expresas jovencito, —dijo el hombre pálido, subiendo sus pies sobre la mesa, sus botas de cuero relucen debido a la poca iluminación del lugar. —si nosotros tres estamos aquí reunidos es porque compartimos en común el hecho de que Regulus nos salvó la vida a los tres.

—Sí, una disculpa por mi descortesía —dijo Edward, ocultando algo debajo la bandeja. —bueno, me tengo que retirar, el maestro estará presente con ustedes muy pronto...

—Tiene potencial, me recuerda a mí de joven —dijo el hombre pálido.

—Ja, lo mismo dijiste de Isaac y míralo, incluso te superó en rango —dijo el hombre encapuchado, que se pone a fumar un cigarro, el pálido pareció enfadarse con eso.

—Saben perfectamente que a Inky no le gustan dos cosas —dijo Regulus entrando de repente, —la primera que lo llamen por su nombre real y la segunda que hablen a sus espaldas.

—¡Maestro! —dijeron los tres, muy alarmados, Regulus se sentó en su silla sin decir nada.

—Mírense, los tres no han cambiado casi nada desde nuestra última reunión hace siete años —dijo Regulus, en un tono algo optimista —aunque me hubiera gustado que estuvieran los cinco, pero Lewis y Guliber tienen sus propias cosas que hacer ahora mismo.

—Nos dirás ¿Por qué nos reuniste o no? —dijo la mujer, quien saca su lengua bífida de forma amenazante.

—A eso voy Shiren, reina de los snakewitch o como le conocen vulgarmente arriba, "sirenas" —dijo Regulus, Shiren se quedó callada, mientras los otros dos se reían sigilosamente —¿De qué se ríen ustedes? Jack Vlad embajador de la tierra espectral y Morteus rey de la isla nubosa en las tierras lejanas?

Los otros dos también callaron, ahora que Regulus tenía completamente su atención les empezó a hablar un poco de la historia del reino veraniego hasta que por fin llegó al plato principal.

—Ahora bien, el motivo por el que los junté aquí... —dijo Regulus; Shiren, Vlad y Morteus prestaron mucha más atención —es porque planeo desaparecer la cueva de los gritos en unos días.

Los tres se quedaron en shock, en todos estos años que habían conocido a Regulus una de sus principales reglas era que un atentado contra la cueva de los gritos daba como castigo la pena de muerte, pero ahora él iba a destruirla así como si nada

The last witches: la cueva de los gritos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora