Capítulo tres: La esmeralda Reikdwan

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Los días pasaron, era catorce de junio, un día antes del cumpleaños de las hermanas Wilde, no tenían nada planeado pero eso no les impediría comprar algo como regalo. Juntaron el dinero que las cinco habían ahorrado que era un total de 200 flakes. Los flakes eran la moneda del reino invernal las cuales estaban hechas de diamante con cristales azulados, cada reino tenía su propia moneda y si querías gastarlas en un reino diferente debías intercambiarlas por monedas estacionales, otra clase de monedas hechas de plata.

Las cinco hermanas habían decidido hacer una reunión de hermanas para decidir ¿Qué hacer durante su cumpleaños?; April era la que se veía más preocupada pues tenía que ocultarles el secreto de Charles y que este último se encontraba en el armario.

—Bueno —dijo Vivian abrazando una almohada, ella procedió a comer unos de los sándwiches que habían preparado para la reunión —¿Qué proponen hacer mañana?

—Si me disculpas Vivian —dijo Rose, pidiendo la palabra —Snowy, April y yo teníamos la idea de pasar el día en el reino primaveral.

—¿Por qué? —preguntó Mackenzie, Rose nunca había sido del todo entusiasta en ir al reino primaveral debido a las avispas a las cuales era alérgica a su picadura.

—Nada importante —comentó Rose, hundiendo su rostro en la almohada —solo que... tu irás con la tía Hayley en unos días y ni de chiste iremos al reino veraniego... primero me lanzo del árbol central antes de pasar otra noche en el hogar de tío Regulus.

—No es mala idea —dijo Vivian —. Ahora que lo recuerdo... la tía Emily nos dejó algunos sprouts la vez que vino aquí, podríamos usarlos en vez de los flakes.

—No tengo problema en ir —dijo Mackenzie —entonces está decidido.

—Me pregunto ¿Cómo estará la tía Emily? —dijo Snowy quien procede a darle un sorbo a su vaso de leche.

—Yo también —dijo April, sonriendo disimuladamente.

Emily era la otra hermana de Esther, ella era la mayor de sus cuatro hermanos, suele ser demasiado tímida a la hora de hablar de Regulus, también escribía frecuentemente a las niñas para verificar que todo se encontrara bien.

—Bueno, mañana repartiremos el dinero entre las cinco, por ahora a alistar nuestras cosas para partir al reino primaveral —dijo Vivian, cada hermana salió a sus respectivas habitaciones a preparar sus cosas para el día de mañana, cada una dejó sus mochilas en la sala principal y regresaron a su reunión, jugaron unos juegos de mesa y usaron los cojines de la sala para crear fuerte con almohadas e ir cayendo dormidas una por una.

Al final solo quedó April quien abrió la puerta del armario para entregarle a Charles un sándwich para que comiera algo, luego le comunicó acerca de su salida al reino primaveral.

—¿Entonces no vas a estar todo el día? —preguntó Charles, algo preocupado. —si tú no estás ¿Quién me va a cuidar de que me descubran?

—Relájate —dijo April, lanzándole una almohada al chico —las hadas de limpieza solo vienen de noche... si te escondes en este armario cuando caiga el sol no te descubrirán.

—Eso me relaja —dijo Charles en un tono sarcástico —¿Y si abren este armario?

—No lo abren —comentó April —cuenta la leyenda de que este armario está maldito.

—¿A caso intentas asustarme? —dijo Charles, que se aferra más a la almohada.

—Buenas noches —dijo April —y apúrate a comer ese sándwich que podría ser lo último que comas.

—Eres una... —dijo Charles, que fue interrumpido por el sonido de la puerta del armario cerrándose.

—No me importa cuánto me insultes —dijo April —¿O quieres que te ponga más seguro en el inframundo?

The last witches: la cueva de los gritos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora