Cap 3

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El edificio se alzaba ante ella, observó la gran edificación sintiéndose aún más pequeña e insignificante, sus manos sudorosas se frotaron contra su pantalón, quitando el rastro de agua que comenzaba a brotar.

Estaba en una encrucijada, su mente y corazón luchando por un motivo al cual tenían diferentes percepciones.

"No es una pésima idea" se dijo así misma, girandosu cuerpocamino haciasu hogar, su corazón latiendo con desesperación la hizo detener, "Pero prometí hacer cualquier cosa por Lía", nuevamente sus pies la llevaron hacia el edificio, pero su mente la hizo retroceder.

"No, no quiero tener que soportar a la niñita engreída y caprichosa"

Estaba contra la espada y la pared, sabía que independientemente de la decisión que tomará habrían consecuencias.

Sin más opción, respiró profundamente, tomando lo que considero la peor decisión de su vida, entro por las grandes puertas del edificio.

—Buenos días —pronunció con timidez, haciendo que la mujer sentada tras el gran escritorio apartará la vista de la pantalla.

—Buenos días, ¿En qué puedo ayudarle señorita? —respondió la joven mujer con una sonrisa amable.

La mujer espero con paciencia a que la rubia hablara, Lisa estaba demorando en responder, aún indecisa.

"Por mi hermana, solo por mi hermanita"

Se lo repetía constantemente, Lía era la fuerza para hacer lo necesario para que no le faltará nada. Hizo una promesa.

Promesa que no estaría dispuesta a fallar.

—Vengo a ver al señor Jong Kim —aunque poco notable, en su voz hubo inseguridad.

—Sí, ¿Quién la busca? —preguntó tecleando con la mirada atenta a la pantalla.

—Lalisa Manobal.

—El señor la esta esperando —informó la mujer al teclear el nombre y verlo en la pantalla —. Por favor permitame un documento que la identifique —Lisa rápidamente saco su documento de identidad de su billetera entrgandoselo a la recepcionista —. Señorita Manobal, la oficina del señor Kim está en el último piso, así que adelante, y antes poganse este gafete en un lugar visible, y que tenga un buen día.

El sonido del ascensor la trajo nuevamente a la realidad, con lentitud camino hasta encontrarse con un escritorio.

—Buenos días —pronunció a la mujer que no se percataba de su presencia.

—Buenos días –respondió sin mirarla—¿Lalisa Manobal? —continuo la chica sin amabilidad.

—Así es —respondió.

—Ya la anuncio —la mujer tomo un teléfono marcando un número —. Señor la persona que esperaba ya está aquí —hablo con amabilidad hacia su jefe.

"Que falsa" pensó Lisa ante la actitud de la mujer.

—Ya puede pasar señorita —la mujer pelirroja observo de pies a cabeza, analizandola, con una mirada de desagrado.

Tal vez por la vestimenta de Lisa, sus jeans estaban un tanto viejos y desgastados, su camisa negra ya parecía más gris que su color original, y sus zapatos, bueno ya estaban a punto de romperse, aunque aún resistían otras semanas eran muy pocas.

No le dió importancia, no se avergonzaba de eso, lo que tenía, lo tenía por su esfuerzo, y jamás se avergonzaria de ello.

Respiro profundamente, golpeo la puerta de vidrio con leves toques, un "adelante" se escuchó desde adentro.

Mi chóferDonde viven las historias. Descúbrelo ahora