Una noche completa de lágrimas

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Ambas tienen un pijama aquí para no tener que estar cargando ropa cada que se queden a dormir así que me coloco una camiseta de Aiden de esas que me encantan y unos calcetines de Bob Esponja súper cucos antes de tirarnos en mi enorme cama rodeadas de la comida basura que acabamos de comprar.

Ponemos la película anteriormente dicha mientras comemos palomitas. Una escena en un bote llena de sexo nos hace quedarnos embobadas cuando la puerta se abre y un Aiden quitándose la camiseta se hace paso por la misma. Cuando se hubo quitado la prenda de la cara nos miró sorprendido, luego miró la televisión donde Laura y Massimo estaban dale que te pego y volvió a mirarnos.

—Oh... no sabía que estabais aquí— dice entrecortadamente y se vuelve a poner la camiseta. En la película salen haciendo una nueva postura en medio del bote y él eleva las cejas mirándolo con sorpresa—. No sabía que os gustasen estas... cosas...— se refiere, seguramente, a Daniela porque, aparentemente, es muy inocente— Mejor os dejo...— se gira pero entonces mira hacia atrás y sonríe— Por cierto, me alegro de veros a las tres juntas de nuevo, hasta mañana, amor.

—Hasta mañana, cariño— lo despido.

Tenía ganas de que se quedase aquí con nosotras— solo para ver películas, no piensen mal— pero esta película es... bueno, ya saben y seguramente iba a ser incómodo tanto como para las chicas como para Aiden.

Cuando el horrible final llegó, las tres estábamos llorando como subnormales. Quité la película y se me ocurrió la genial idea de contrarrestar el dolor por el misterio del túnel con una película de Disney y acabamos viendo Enredados ¿Os adelanto algo? Desde pequeña, siempre lloro con las películas de Disney ¿Por qué? No lo sé.

—Tranquila, Victoria. La película ha acabado bien ¿Por qué lloras?— me preguntó Daniela. Nicole, por el contrario se encontraba riendo a carcajadas mientras yo sollozaba.

—Es que...— sollocé— es tan bonito...

Nicole comenzó a llorar pero de la risa mientras yo buscaba otra cosa que ver... y encontré un anime llamado Vampire Knight y nos vimos las dos temporadas mientras comíamos las patatas como cerdas y nos tomábamos las bebidas energéticas.

—No puede ser— esta vez, en vez de llorar lancé con furia una lata vacía por la habitación— ¿Así acaba? ¿Pero qué acaba de pasar? ¡JAPONESES, JODER!— ni idea de lo que estaba saliendo de mi boca, pero dicho estaba.

—Creo que estoy en shock— dijo Daniela antes de morder otra patata.

—No me esperaba eso para nada... ¿Vemos otro anime?— preguntó Nicole abriendo una lata.

—Vale— dije.

—Por favor— coincidió Daniela.

Al parecer el anime es adictivo.

A silence voice acabó y vimos los rayos del sol entrar por la ventana. Las tres estábamos llorando.

Sí, somos muy maduras ¿Vale?

—Ha sido... muy triste— dijo Nicole.

—Y al mismo tiempo bonito— opiné.

—Y también romántico... aprendió lenguaje de signos por ella...— inquirió Daniela.

Alguien llamó a la puerta y cuando di permiso, ésta se abrió dejando ver a un Aiden somnoliento.

Miró la televisión, después a nosotras, a toda la basura de paquetes de patatas y latas vacías que había en el suelo y nuevamente a nosotras sin variar su expresión de recién levantado— para mí muy sexy— de su rostro.

—Buenos días— saludó.

—Hola, amor— bostecé mientras me levantaba pero caí de bruces al tener ambas piernas dormidas. Como pude me levanté antes de que él llegase hasta mí y besé sus labios con ganas.

—Sabes a medicinas— opinó y las tres comenzamos a reír.

—Es por las bebidas energéticas. Están más ricas de lo que parece.

—Ya... no soy muy de bebidas energéticas— me abrazó y yo enterré la cara en su pecho— ¿Habéis dormido acaso?

—Ni un poco— respondí y volví a bostezar.

Después de desayunar los cuatro juntos y de asearnos un poco— olíamos a papas fritas y a bebidas energéticas—, llevé a las chicas a sus respectivas casas porque Daniela tenía instituto y Nicole debía hablar con Liam.

Y llegué a casa nuevamente totalmente agotada lista para dormir en mi calentita y cómoda cama... pero sé que no va a poder ser cuando aparco y veo un coche conocido en la entrada.

Se me quita el sueño de golpe mientras bajo y corro hasta la puerta.

—¿Victoria?— pregunta una aguda voz.

Yo no contesto sino que corro hasta el salón y sonrío ampliamente mientras me agacho para que la animada Lucía, corriendo hacia mí, se me enganche al cuello. Entonces la rodeo con los brazos y me levanto, enrollando ella así sus piernas a mis caderas.

—¡Qué grande estás!— digo animada. No he visto a Lucía más de tres veces en estos seis meses y eso, habiéndome acostumbrado a estar cada día con ella, se me antoja algo raro. Aunque Marcus me ha estado informando y al parecer hace bien de padre y ella está perfectamente, dato que, aunque no lo crean, me calma muchísimo.

Sé que Lucía le ha hecho muy bien a Marcus. Ahora se ve distinto, más... feliz ¿Qué cómo lo sé? Se le ve en los ojos cada vez que habla de la pequeña y está totalmente absorbido por su salud y seguridad. Menos mal que tiene a gente para que trabaje por él.

Aiden le ha propuesto que sus "empresas" se unan, pero Marcus siempre lo rechaza y dice que le gusta ser su socio pero que cada uno tiene sus propios negocios.

—¡Ahora eres rubia! — Lucía me coge un mechón, ahora rubio, y lo examina con asombro— Te queda muy bien.

—Gracias— sonrío.

El pelo anteriormente negro ya dejaba ver mi castaño por las raíces así que fui a la peluquería y allí, Silvia, mi peluquera, me dijo que podía volver a teñirme de mi castaño y que, si quería, unas mechas rubias me quedarían muy bien y yo acepté así que he vuelto a tener mi castaño, pero tengo mechas y parezco rubia. La verdad es que no me desagrada y me queda bastante bien, me hace lucir más inocente... aunque no lo sea demasiado, que se diga.

—¿Qué tal, enana? — Marcus ha pasado a llamarme así desde hacía cinco meses, pero me gustaba.

—Bien ¿Y tú?

—Perfectamente— sonríe.

Los chicos... bueno, hombres, se echan una copa de Whisky mientras hablan de no sé qué de un cargamento que debería haber llegado pero que no lo ha hecho y yo, que no me interesan sus negocios, cojo a Lucía y nos vamos a mi habitación.

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