Mente fría

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—Victoria— me giro hacia Aiden en la cama y él enciende la luz de la mesilla de noche.

—¿Sí? — me incorporo y cojo del vaso de agua que hay en la mesilla para beber un poco.

—¿Alguna vez has pensado en ser madre? — me atraganto y se me sale toda el agua por la nariz.

—Dios, Aiden— toso un poco más y me centro en su expresión que muestra que está pasando por un momento vulnerable.

Dejo el vaso de agua y me paso la mano por la boca para limpiar el agua que se ha caído. Me acerco a él y le tomo una mano entre las mías.

—Creo que este no es el mejor momento para ser padres, Aiden— digo con ternura—. Yo soy joven y voy a matricularme nuevamente en el instituto, además los rollos de mi hermano no me hacen sentirme segura. Me veo como madre, Aiden... pero no ahora.

—Entonces... algún día...

—Algún día tendrás mini Esclavas correteando por aquí.

—O mini Secus.

Le sonrío y me copia asintiendo.

—¿Dormimos? — asiente y apaga la luz. Nos acurrucamos juntos y lo abrazo con cariño.

Creo que... lo quiero.

Sé que no debería, que está mal. Sé que no es normal y puede que tampoco sano, pero... con o sin síndrome de Estocolmo, yo... siento cosas por él, y cada vez son más fuertes.

Me quedo dormida sintiéndolo contra mí y despierto casi de la misma forma, solo que sin él.

Doy por hecho que está trabajando en su habitación, así que paso de molestarlo y bajo a la cocina para desayunar con las del servicio, suelo comer con ellas cuando Aiden no está, son mujeres muy agradables.

—Buenos días, señoras— la voz del dueño de la casa habla a mi espalda— y buenos días a la esclava del lugar— siento un beso en el cuello por la espalda y sonrío. Aiden se sienta en un hueco libre y se sirve su desayuno.

Charlamos todos un rato hasta que cada uno se va yendo a su puesto de trabajo.

—¿Tienes que trabajar hoy? — asiente y pongo morritos.

—Pero tú también vas a estar ocupada— elevo una ceja.

—¿Ah sí? — asiente— ¿Haciendo qué?

—Te he inscrito en un instituto, empiezas la semana que viene, Nicole irá contigo, así que hoy, Liam, Nicole, tu hermano y tú, vais a ir a recoger los libros, los materiales necesarios y el uniforme. Ya he solucionado lo de la desaparición de ambas, ya no estáis secuestradas, puedes publicar lo que quieras en tus redes sociales.

—Pero Nicole vive muy lejos...

—Solucionado también, ayer se mudaron por la zona.

—¿En serio? — asiente y yo lo abrazo con fuerza— Gracias, Aiden.

Me enseña una tarjeta y la guarda en mi bolsillo.

—¿Qué es eso?

—Es tu tarjeta de crédito. Clave 3322.

—Vaya, un Sugar Daddy— le guiño un ojo con gracia y él niega con una sonrisa.

—Venga, nena, prepárate— dice riéndose.

Subo corriendo a mi habitación, me doy una dicha y me visto con algo cómodo y bonito. Me hago un maquillaje simple y calzo unas deportivas.

Me recoge mi hermano y paso todo el camino en tensión, sin saber qué hacer o qué decir, pero él me lo pone fácil haciendo bromas y contando anécdotas de lugares en los que ha estado. Por lo que no se hace tan largo el camino y nos encontramos con Liam y Nicole en el centro comercial.

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