Seré lo que digas que soy

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El despertar es, quizá, lo que más me confunde de todo.

Estoy aún sobre él, Aiden me abraza mientras duerme en paz.

Estamos sobre la colcha y el camisón se ha remangado un poco, por lo que espero no enfermar, Aiden está completamente desnudo bajo mí y noto que está levemente empalmado como suele pasarle a los hombres por las mañanas, aún no sé por qué les pasa.

Me escurro con cuidado y me encierro en el baño. Nunca voy a dejar de pensar que su mirada es lo único que debe importarme, pero de ver en cuando me siento mal. Siento que estoy traicionando a mi familia por disfrutar con su asesino. Ya que mi familia no sería la mejor, pero era mi familia al fin y al cabo y los quise mucho.

Y aunque no me alegre de su final y no haya perdonado a Aiden, no puedo evitar sentir este deseo que siento cuando sus ojos se posan en mí.

Me paro frente al espejo y descubro que mis manos tiemblan. Me obligo a calmarme porque lo primero que pensé antes de ceder a sus caricias fue que el deseo no menguaba el odio y que si yo hacía eso era para disfrutar mi sexualidad y conseguir que coma de mi mano.

Me mojo la cara y la nuca antes de suspirar y desnudarme para darme una ducha fría.

Salgo como nueva y entro en el vestidor de pintillas para vestirme con camiseta y vaqueros para salir a desayunar.

Paso por la habitación de Nicole y la descubro frente a su puerta charlando animadamente con Liam, por lo que decido no molestar y bajo a la cocina.

-Buenos días, Victoria- Aurora me saluda nada más verme entrar por la puerta y le sonrío ampliamente.

-Buenos días, ¿cómo está hoy?

-Muy bien, gracias, ¿y tú?

-Bien- me encojo de hombros mientras me acerco a la nevera.

¿Qué me apetece desayunar? ¿Un sándwich? ¿Huevos revueltos? ¿El bizcocho de avellanas que prepararon ayer? Me decido por un plátano y me acerco a la puerta principal, Aurora me ve y noto su duda.

-Cuando veas a Aiden dile que estoy en el jardín- no parece muy convencida pero acaba aceptando y yo salgo por la puerta.

El Sol es agradable, como siempre y entro en el jardín para tumbarme en el césped con los ojos cerrados.

No pasan ni diez minutos antes de que una sombra me tape el paso del sol.

-Buenos días- saludo sin abrir los ojos dándole otro bocado a mi desayuno.

-¿Qué haces aquí fuera?

-¿No puedo acaso?

-Sin mí, no- su voz es seria y cortante.

No me alarmo y vuelvo a darle una mordida a mi plátano. Mastico con tranquilidad y trago despacio.

-Pensaba que ya confiabas en mí- finjo lamento pero sigo sin abrir los ojos, es estropearía mi relajación-, me he entregado a ti, no puedo follar como lo hago contigo si luego piensas que voy a huir. No sé qué insinúas.

-No he insinuado nada...

Entonces sí abro los ojos, pero con mucha calma.

-No me veas como una zorra si no quieres que me crea una, Aiden.

Lo veo y escucho suspirar, entonces vuelvo a cerrar los ojos y palpo el césped a mi lado para que se siente. Lo hace.

-Nunca he pensado que seas una zorra, Victoria. No era a eso a lo que me refería, pero la posibilidad de que te escapes...

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