El hilo de la vida

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Llegamos al hospital sin Enzo decir nada y lo agradezco en silencio.

Prefiero llevarme una puñalada al llegar que angustiarme sin estar allí. Sin poder hacer nada...

Una vez llegamos, la vista de una ambulancia con las luces encendidas y las puertas abiertas me hace bajar del coche a gran velocidad. Sé que, sea quien sea que esté... espero que herido, está ahí...

Me acerco y un coche para a mi lado. En él van Manuel y Liam. Se bajan ambos sin importarles dejar el coche en el medio de la carretera.

Tengo miedo... sea quien sea de los dos que aún no he visto me aterra.

Vuelvo a centrarme en la ambulancia y veo a los enfermeros o los que sean que se dediquen a empujar las camillas y sacan una del vehículo. No alcanzo a ver quién es pero mi respuesta está clara cuando veo salir a Aiden por su propio pie y me mira preocupado.

No.

No puede ser.

Es otra pesadilla ¿Verdad?

¡¿VERDAD?!

Corro hacia la entrada del hospital ignorando a Aiden por completo y persigo la camilla. Los sanitarios sostienen con firmeza una gran cantidad de gasas sobre el pecho de Marcus mientras empujan la camilla con gran agilidad. Acostumbrados a estas desgracias.

Van tan rápido que tengo que correr tras ellos pero cuando llego, Marcus me mira y me sonríe con lágrimas saliendo de sus ojos.

—Victoria... te quiero ¿Sí?— le cuesta mucho hablar y eso me parte el alma.

—Yo también te quiero, Marcus. Todo estará bien. Estaré contigo...

—Victoria...— me sostiene la mano débilmente— lo que te dije sobre... la canción... no era broma. Cántala en mi funeral si...

—Ten por seguro que lo haré pero dentro de muchos años cuando mueras de viejo antes que yo porque eres un picapiedra a mi lado... recupérate ¿De acuerdo?

Sonríe ante mi broma y llegamos a una puerta en la que me prohíben la entrada: el quirófano.

Alguien me abraza desde la espalda y sé que es Aiden cuando veo sangre en las manos que me rodean.

—Se pondrá bien, le sacarán la bala y todo estará bien...— habla y me besa la coronilla.

Un doctor sale de la sala y nos mira de reojo mientras ojea unos papeles.

—¿Son los familiares de Marcus Davis?— asentimos— Debemos operar para extraer la bala que se encuentra por una zona delicada del pecho por lo que tardaremos un poco. Por el momento, les pido pacíficamente que se queden aquí hasta que llegue la policía, tienen que hacerles unas preguntas.

Lo miro suplicante y él se encoje de hombros.

—Tuvimos que contactarles, es el reglamento.

Y sin más, se da la vuelta y se marcha. Me giro para enfrentar a Aiden.

—¿Os meteréis en problemas?— él niega.

—Tengo mis contactos— responde abrazándome por los hombros de lado y guiándome por el pasillo hasta la sala de espera.

Lucía está en los brazos de Enzo quien la consuela meciéndola en sus brazos. Por dentro es una niña asustada a la que todo le sale mal.

Más que por mí, lo siento por ella. Yo perderé a mi mejor amigo si sale mal la operación pero ella quedará huérfana de nuevo. Él era su esperanza, era su todo; desde que fueron a vivir juntos, ambos se habían metido en el corazón del otro como un padre y una hija y puede que no se llamasen así pero eso no quiere decir que no lo sintieran como tal. Lucía había perdido a sus padres, después, Ricci se hizo cargo de ella pero no fue un consuelo, fue una tortura, después pasó a estar con su tío que, por muy malo que fuera conmigo, con ella era un tío ejemplar lleno de amor y lo perdió. Pasó entonces a vivir con Marcus y sé que él la trataba como su hija por cómo la miraba: orgulloso, lleno de amor. Ese amor que no es romántico ni de amistad, ese amor tan fuerte, tan resistente que es imposible deshacerlo.

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