Estoy bien

90 8 0
                                    

—Aún no has abierto el regalo de tu cumpleaños— mi... ah claro.

Elevo la mirada hacia Aiden y sonrío.

—¿Qué es?

Él ríe y se gira para buscar algo bajo mi cama. Saca una caja blanca cerrada con un lazo azul. Me acerco a él y tiro de uno de los extremos del lazo para abrirlo, lo dejo caer al suelo y abro la tapa con cuidado.

Mi sonrisa se ensancha sin poder evitarlo, le doy la tapa a Aiden y tomo el peluche. Es una foca gris con un collar azul.

—Lo vi semanas antes de tu cumpleaños en un escaparate y... bueno, como sé que te gustan los peluches pensé que sería una buena idea...

—Me encanta, Aiden— le sonrío—. Gracias.

Deja la caja en la cama tras de sí y se acerca a mí. Me frota el brazo con cariño y deja un suave beso en mi frente. No quiero contacto físico y lo sabe, por eso es tan efusivo, pero lo agradezco, a decir verdad.

—Lo siento mucho, Victoria— frunzo el ceño.

—¿Por qué?

—Por no haber hecho más para protegerte.

—No... Aiden, no ha sido culpa tuya...

—Si hubiese tenido más guardias...

—Los hubiesen matado a todos y nada habría cambiado. No es tu culpa.

—Si hubiese tenido más guardias no hubiese pasado. Hubiesen muerto más tanto de los míos como de los suyos y hubiesen sido menos para enfrentarlos cuando entraron a la fuerza... no hubiesen llegado a ti... no te hubiesen hecho daño... es mi culpa, Victoria, es mi culpa...— caen lágrimas por sus mejillas y su expresión se torna de dolor, de esa clase de dolor que nada puede calmar.

—No... no fue tu culpa, tampoco fue mía... fueron ellos, los Ricci, son los únicos culpables... no te atormentes por mí porque ahora estoy bien... estoy contigo... estoy bien.

—No, no lo estás...

—Sí, lo estoy... tú no lo sabes, pero estar aquí, a tu lado me da fuerzas... me da seguridad... me da alegría y hace que todas mis heridas internas se cosan por sí solas cerrándolas y dejando únicamente una leve cicatriz que con el tiempo se difumina. Eso es lo que causas en mí... eso... te quiero...— admito al fin.

—También te quiero, Victoria. Te quiero muchísimo... no sabes cuánto...

Doy un paso más y poso una mano en su mejilla. Le sonrío, aún sin dejar de expulsar lágrimas por mis ojos.

—Bajemos, ya deberían de estar todos aquí— acaricio su mejilla y él asiente.

Me refriego la cara con las manos y salimos al encuentro de todos.

Tenemos una tarde amena y disfrutamos de una rica cena hecha por Nicole mientras charlamos y reímos. Me distraigo un poco y eso me ayuda bastante, pero a la hora de dormir recuerdo qué fue lo que pasó la última vez que me acosté sola en una cama y me entra el pánico. Recogemos entre todos y cada uno se va a una habitación para dormir.

No quiero acostarme sola y estar acompañada cuando despierte, no quiero volver a sentir ese miedo.

Corro a la habitación de Aiden mientras él aún está abajo, me cambio para vestirme con sus ropas y me meto en la cama, poco después entra Aiden que debió suponer que querría dormir sola. Al verme, sonríe y se acerca al otro lado de la cama, se quita los zapatos y los pantalones y se mete bajo las sábanas.

—¿Quieres ver una peli? — pregunta. Sonrío.

—Claro.

MineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora