Deseos por un hombre

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Salgo del baño de burbujas totalmente relajada y me seco con una toalla del color del mar.

Mi piel se eriza al entrar en la ropa pero al no estar lo bastante fría como para ser de eso, supongo que son los nervios.

Me seco bien la cara comprobando que no he dejado restos de mascarilla y peino un poco mi liso cabello para dejar que caiga despreocupadamente sobre mis hombros.

Decido que un pequeño tanga de encaje podría facilitarme la seducción que tengo planeada y ya solo me queda rociarme un poco de perfume de vainilla del que uso desde que Aurora comenzó a traerme los productos que le pedía, envolverme en una bata del material y color del camisón y calzarme con unas pantuflas a juego con todo lo anterior.

Cojo aire y fuerza con ella antes de salir del baño.

Me llevo una agradable sorpresa al encontrarlo en mi cama con un libro entre las manos, pensaba ir a buscarlo a su habitación pero me ha facilitado el proceso.

Se me seca la boca y tengo que remojo mis labios con la lengua antes de tragar saliva.

Es ahora o nunca, o te reúnes de fuerza o te vas al vestidor a ponerte lo de siempre.

—Aiden— lo llamo con voz firme y él eleva la vista del libro.

Sus ojos.

Sus ojos tan solo se han posado en mí y ya he sentido esa corriente recorrerme el cuerpo.

Veo que va a levantarse pero niego con la cabeza y él obedece, veo cómo deja caer el libro al suelo y el ruido que hace nos somete a un silencio total.

Me decido entonces y doy un paso dejando las pantuflas atrás, mis manos se acercan a la fina bata y, sin dejar de dar lentos pasos y mirarlo a los ojos, la dejo caer.

El camisón se amolda a mi figura de forma suelta y consta de tirantes finos cruzados en la espalda y un pequeño escote adornado con encaje. No es un camisón que muestre mi cuerpo más de lo que me gustaría pero deja mucho que desear y eso me da morbo.

Quiero probar algo que creo que va a gustarme mucho, solo de imaginarlo me prendo muchísimo.

Me detengo un segundo y muevo las caderas de un lado a otro mientras me levanto el camisón acariciándome en el proceso, dejo que vea el pequeño tanga que no oculta nada y giro con lentitud acariciándome el trasero.

Estando de espaldas agarro los extremos de la tela y la bajo con mucho bailecito. Cuando ha llegado a las rodillas dejo que bajen solas y las aparto con un pie, sin demorarme mucho me giro nuevamente a él y me sigo acercando.

Meneo las caderas con cada paso que doy y, cuando he llegado a los pies de la cama, gateo despacio. Nunca he dudado de mi facilidad de seducción y creo que Aiden tampoco, porque tiene un bulto en el pantalón, mas no le echa cuenta, yo soy lo único que ve y ladeo la cabeza cuando estamos cerca.

Cuando llego a él me acerco a sus labios mas no lo beso, dejo que siga mis labios allá donde se mueven, disfrutando del efecto que tengo en él. Disfrutando de lo que le provoco.

Cuando acerca una mano a mi cintura lo detengo y dejo de estar a cuatro patas para ponerme con una rodilla a cada lado de su abdomen.

Sus ojos muestran deseo y necesidad de tocarme, pero no es tan fácil, aún no he acabado.

—¿Has puesto preservativos en la habitación?— pregunto en un susurro tan bajo que al responder sé que me ha oído.

Él acerca una mano a la mesilla de noche y abre el primer cajón, de allí saca el primero que encuentra y se lo queda en la mano mientras yo continúo.

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