Cerdo

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La cena con Enzo fue muy reconfortante y cuando volvimos a casa ya me sentía mejor.

Siempre podremos adoptar una vez acabe la universidad, así haríamos feliz a uno o varios niños huérfanos y les daríamos su propio techo para que lo llamen hogar, comida sobe la mesa cada que quieran y mucho amor y cariño. Si lo pienso, es bueno... sí, nosotros formaríamos una familia y ellos serían parte.

Bueno pues desde la cena han pasado cuatro semanas y ya estoy bien. Me he aferrado a la esperanza de adoptar a un pequeño bebé en un futuro cercano... porque no creo tener ganas de esperar hasta que acabe la universidad. Cuánto quedaría para eso ¿Cuatro años? ¿Cinco quizás? No... no quiero esperar tanto. Quizás unos meses... quizás unas semanas...

El no poder me ha dejado un sabor amargo en la boca... y más aún porque Aiden debe irse por tres días para arreglar un tema de negocios que no me ha querido explicar. Como siempre, me aparta de sus problemas en el trabajo, según él es para protegerme, pero vaya, que por saber algo de información sobre el tema no voy a morir.

—He triplicado la vigilancia— explica Aiden—. Cualquier cosa me llamas a mí, o a Marcus, Liam o incluso a Manuel ¿De acuerdo?— me acerco a él con una sonrisa para besarlo.

Nuestros labios se encuentran y siento el común cosquilleo. Estoy nerviosa porque se vaya, no me gusta quedarme sola pero esta vez, como se van todos los chicos, Nicole y Lucía vendrán aquí y la pasaremos las tres juntas. Daniela también vendrá si su madre la deja aunque yo espero que sí.

—No quiero irme— susurra Aiden y yo le sonrío justo frente a él.

—Debes hacerlo. Si tienes "negocios" debes ir— hago comillas con los dedos y él ríe.

—Sí... tengo "negocios"— hace él las comillas ahora y yo finjo ofenderme de forma obvia para que sepa que solo estoy jugando.

—Y... dime ¿Cuáles son esos "negocios"?— me muerdo el labio y me pego más a él, que me rodea con los brazos por la cintura y acerca su boca a mi cuello para besarlo y susurrarme cerca del oído.

—¿Quieres que te lo muestre?

—¿Serán bruscos esos...— jadeo— "negocios"?

—¿Quieres que lo sean, Esclava?— mordisquea el lóbulo de mi oreja y yo muevo el cuello para darle una mayor facilidad de hacerme lo que quiera ahí.

—Lo quiero...— me chupa el cuello y lo besa desde la oreja al hombro y vuelta arriba hasta la comisura de mis labios, pero no me besa.

Comienza a quitarme la poca ropa que llevo y luego se quita sus boxers— lo único que llevaba— antes de cogerme y hacerme enrollar mis piernas a sus caderas. Ambos estamos desnudos y cuando él guía a su miembro hacia mi entrada y me estampa contra la pared, se me olvida todo y lo único que puedo hacer es gritar de puro placer.

Aiden gime, gruñe y dice cosas guarras mientras entra y sale de forma brusca pero muy caliente. Joder.

Llegamos juntos al orgasmo mientras da embestidas teniéndome contra la pared.

Voy a extrañar esto de Aiden aunque solo sea por tres días. Dormir, pues dormiré con las chicas pero debemos admitir que el sexo es fantástico y eso no pienso hacerlo sin Aiden.

—Te voy a extrañar, cariño— dice juntando nuestras frentes.

—No más que yo a ti, amor— digo y le doy un besito de esquimal rozando nuestras narices. Él ríe y se dirige a la ducha conmigo aún en sus brazos.

Cuando Lucía y Nicole están en mi casa, los chicos se aseguran de que estén todos los guardias en sus puestos y se marchan tras despedirse y prometer que volverán en tres días.

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