Merezco vivir

5.5K 265 26
                                    

Me quito el moño y peino mi cabello con los dedos. Quiero un cambio de look. Un corte de pelo y quizá unas mechas o puntas de otro color.

—Aiden— lo llamo—. Nicole y yo queremos ir a la peluquería también— le sonrió y él me copia.

—Hoy mismo, sin falta— asiente una vez.

Llegamos a la ciudad y entramos al centro comercial. Hago uso de mi pensamiento “si no quieres arruinarte no haberme secuestrado”. Y arraso cada tienda en la que entro y cargo a Aiden con las bolsas y cajas.

—¿Dónde piensas guardar todo esto, Esclava?

—Quizá tenga que tirar algunas de tus camisetas— lo miro con una sonrisa y le guiño un ojo.

Cuando entramos en la librería me froto las manos y cojo todo lo que me despierta un mínimo de interés. Ya sea en español, inglés o alemán. Tendré que practicar los idiomas que conozco, que en casa solo escucho el español.
Aiden paga a unos cuantos chavales para que ayuden a cargar y me quedo con Liam y Nicole cuando todos— incluido el pobre chófer que no tiene culpa de nada— van a dejar las cosas en el coche.

Nicole también cogió todo lo que quería en la tienda de arte, incluido algunos muebles que han pedido a domicilio.

Chocamos las palmas cuando vemos girar por una esquina a todos los raza masculina.

Cuando llega Aiden— el resto ya no está—, vamos a la peluquería y le doy instrucciones al chico que va a trabajar en mi cambio.

—Tienes las puntas abiertisimas— se echa las manos a la cabeza al verlo y yo rio.

—Corta hasta donde quieras— le ánimo y él me sonríe cómplice.

Tres cuartos de hora más tarde tengo el pelo mucho más corto y el papel de orillo me envuelve la cabeza.

—¿Y dices que cuando te quiten el Anti-Alien tendrás el pelo de otro color?— pregunta Liam y Nicole ríe conmigo mientas asiento— ¿Qué color?

—Voy a acentuar el pelirrojo a mi castaño, pero no habrá mucha diferencia— respondo.

Nicole no se ha teñido, tiene un rubio muy bonito y sólo se ha cortado las puntas, dado capas para darle volumen, y dado un tratamiento hidratante para darle vida.

—Hora de lavar, guapísima— el chico encargado de mi cambio arrastra mi silla con ruedas para lavármelo—. Qué color, madre mía.

Mira a Aiden con coquetería.

—Cuidado guapo, a ver si me hago hetero por tu chica— le guiña un ojo y Aiden ríe.

No lo ve como una amenaza, si no, no estaría tan tranquilo.

Veinte minutos las tarde mi pelo está seco y peinado, pequeñas ondas caen sobre los hombros y el pelirrojo me ilumina los ojos.

—Guapísima— es la conclusión del peluquero.

Comemos en el centro comercial y me pongo ciega con una gran hamburguesa llena de grasa.

Después de comer vamos al cine y al salir, Liam acompaña a Nicole a una tienda de chucherías.

Aiden y yo nos quedamos en la salida del centro comercial tomando aire.
Carraspea y lo miro.

—Cerca de aquí… eh… Marcus se encargó del entierro de tu familia y está cerca— parece incómodo, pero veo que se relaja al soltarlo.

Mi pecho se encoge, pero quiero ir.

Mi mirada es una respuesta así que él asiente y me coge de la mano, caminamos hasta una parada de autobús y esperamos cinco minutos hasta que llega el que está buscando. Nos montamos y permanecemos en silencio todo el camino.

Quiero ver a mis padres y a mi hermana. Aunque no hayamos sido una familia unida, era mi familia y lo seguirá siendo. Mi sangre.

Quince minutos de trayecto y nos bajamos, andamos en silencio durante otros diez minutos y paramos en la puerta de un cementerio.

Se me corta la respiración, siento la presencia. Siento calor y frío al mismo tiempo.

Como si de alegraran de verme, pero parece una estupidez sentirlo.
Me adelanto y sigo mi instinto hasta llegar a mi apellido. Lo he sentido, he sentido que estaban aquí.

Por un momento solo soy capaz de quedarme mirando los nombres de mis padres y mi hermana. Mi hermano también está aquí enterrado, quizá por eso Marcus eligió este lugar.

Jamás vine a visitar a Aitor. No me sentía capaz, pero aquí estoy ahora.
Lágrimas de liberación salen de mis ojos y consigo sonreír. Me siento completa ahora y ya no es por mis padres o mi hermana, es por él.

Tenía tanto miedo de aceptar la muerte de Aitor que nunca me llegué a despedir de él.

Pero tampoco hay mucho que hacer y a los minutos me giro dando por terminada la visita.

Volvemos al centro comercial y volvemos a casa.

Vuelvo mucho mejor de lo que salí y esa noche la duermo entera y de un tirón.

MineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora