No fuerces al amor

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Seis meses después

Seis meses han pasado y Enzo ya me ha dado el alta con una gran sonrisa en el rostro. Hablar con él me ha ayudado. Las navidades pasaron sin demasiado ánimo, pero estuvimos todos juntos y fue bastante agradable para todos o al menos eso creo. El cumpleaños de Aiden también ha pasado y ese sí que lo disfrutamos.

Mayo ha llegado con todo su esplendor y las nubes han acabado por irse para dar paso al Sol y al calor.

Mi móvil suena a mi lado y cojo la llamada sin mirar.

—¿Diga?

Victoria...— el llanto de Nicole hace que salga de un salto de la cama para comenzar a vestirme sin darle tiempo a decir nada.

—Voy para allá— digo antes de colgar y salir corriendo de mi habitación para coger las llaves de mi nuevo todoterreno e ir a su casa.

Sí, me he sacado el carnet de coche y ahora tengo un todoterreno porque según Aiden son más seguros y matará a aquel que me haga tener un accidente si me llego a lastimar.

Estos seis meses han cambiado un par de cosas: aparte de sacarme el carnet, he estudiado lo poco que me quedaba para graduarme finalmente en el instituto— sí, me he hartado de estudiar todo junto con una profesora particular— y... bueno, ya lo hice, ahora solo me queda pensar qué carrera universitaria estudiar y hacer el examen de acceso a la universidad en junio. Hasta entonces tengo tiempo de hacer la imbécil, estar con mis amigos, con Aiden y de leerme la saga literaria After de Anna Todd, que llevo mucho queriendo leerla... aunque creo que llevaré a cabo el consejo de Enzo y Aiden y me tomaré un año sabático. Según Enzo eso me haría bien y Aiden estuvo de acuerdo y han estado tratando de convencerme de ello desde entonces.

Salgo del coche y corro hasta la puerta, odio que su casa y la mía estén a veinte minutos de distancia, deberíamos ser vecinas y estar puerta con puerta.

Una vez llego a la puerta, toco con el nudillo tres veces y una empleada me abre segundos después. Nada más verme me sonríe con pesar y me deja espacio para entrar.

—La señorita está arriba, en su habitación— me informa y yo se lo agradezco y echo a correr escaleras arriba hasta llegar a la primera puerta que se ve.

Nada más entrar, la encuentro hecha un mar de lágrimas sentada en el suelo con la espalda apoyada en su cama con dosel.

—¿A quién debo matar? — digo medio en broma y cierro la puerta antes de acercarme a ella y sentarme a su lado estrechándola en mis brazos.

—En todo caso a Liam— dice con la voz grave debido a los mocos que obstruyen su nariz.

—¿Qué ha pasado?

—Me ha engañado.

Solloza separándose de mí para mirarme con sus ojos rojos por las lágrimas.

—Con un chico— agrega soltando una risa sin gracia y secándose las lágrimas—, qué deprimente. Estuve obligada a amarlo, Victoria; al igual que tú a Aiden. Y Dios sabe que lo hemos hecho, ambas, pero nada puede ir bien y él también se vio obligado a estar conmigo por lo que parece...

—No digas eso...— su tristeza es contagiosa y en nada ya tengo una lágrima amenazando con salir.

Nicole es la única chica, no, la primera chica con la que he creado una amistad verdadera y su sufrimiento es también mío al igual que el mío lo es suyo, aunque yo así no lo quiera. El amor puede venir en formato de amistad o de relación o incluso familiar, aunque yo no lo tenga y es igual de intenso cuando es amor verdadero sea del tipo que sea.

—Él te ama, Victoria. Él no estuvo obligado a amarte, surgió solo y eso lo hace muy especial, aunque comenzase de una forma tan horrible... no obstante, cuando se fuerza no es lo mismo y tú tienes suerte de que, aunque te viste en la obligación, los sentimientos surgiesen sin forzar demasiado; yo no lo tengo así, Victoria, él no me ama, aunque yo a él sí y es una mierda— cierra los ojos y comienza a reírse.

—No sé cuáles son sus sentimientos, pero... Nica, su mirada brilla cuando te mira y eso es algo que todos pueden ver... ¿Cómo pasó? ¿Cómo te has enterado del... engaño?

—Me lo ha dicho él— suelta otra risotada que, como cabe esperar, es dolorida—. Vino llorando y me dijo que había cometido un error, que se había dejado llevar y que lo sentía. Me prometió que no iba a volver a pasar y que se arrepentía muchísimo... y yo lo creo... el problema es que si él es...— cierra los ojos nuevamente y chasquea la lengua— si es homosexual, entonces yo no le gusto y estaría mal a mi lado ¿Comprendes? Yo no quiero que esté mal...

Comienza a sollozar de nuevo y yo la abrazo. Lo suyo es realmente complicado y no sé cómo ayudarla.

—Creo que deberías hablar con él sobre el tema— sugiero un rato después y ella, más calmada, asiente.

—Tienes razón— asiente separándose de mí. Entonces se levanta y sonríe ampliamente—. Pero por ahora... ¡Vayámonos de compras!

Sé que es una sonrisa falsa y que solo quiere distraerse por lo que me levanto y sonrío con ella.

—Vayamos pues.

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