¿Me he equivocado?

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Salgo del sótano y me dirijo a la cocina para hacerme una manzanilla. Una vez tuve mi taza en la mano, voy al salón y me siento en un sillón que me deja frente a dos sofás. Cuando ambos llegan, se sientan cada uno en un sofá, frente a mí.

Le doy un buche a mi infusión y los observo. Aiden está de brazos cruzados mientras que Aitor se tapa la nariz en un intento fallido de detener la hemorragia.

Suelto un suspiro y me levanto, le tiendo mi taza a Aiden y éste la coge, entonces yo me acerco a Aitor, le agarro de la manga de su camiseta y lo hago seguirme hasta el baño, allí consigue detener la hemorragia nasal mientras yo lo observo de brazos cruzados.

Sé que ha hecho algo, si no fuese así, Aiden no le hubiese hecho nada. Aun así... joder, es mi hermano.

Una vez acaba, volvemos al salón y se sienta mientras yo cojo mi taza de las manos de Aiden y me siento en el lugar de antes.

—¿Vais a explicarme por qué estabais comportándoos como críos mafiosos? — ninguno contesta, se limitan a mirarme mientras tomo otro sorbo de mi infusión, esta vez uno más grande— Estoy esperando.

—¿Por qué no tratas de comprenderlo tú misma? No es tan difícil la respuesta— responde Aiden y yo asiento y me incorporo en el asiento irguiendo mi espalda.

—Lo que puedo comprender es que la persona que trató de secuestrarme fue mi querido hermano y que mi querido novio lo detuvo y le dio una paliza— la mirada molesta de Aitor y la conforme de Aiden me hacen saber que he acertado— ¿Por qué? — pregunto en dirección a mi hermano mientras me llevo la taza a los labios.

—Porque cumplo órdenes— se limita a decir y yo asiento.

—¿Del que fingió tu muerte? — asiente y yo chasqueo la lengua— ¿Por qué viniste a verme después de tantos años?

Su silencio responde a mi pregunta a la perfección y yo suelto una risita.

Me siento estúpida ¿Cómo confié en él?

—Por lo que se ve sigo siendo una ilusa— él sonríe.

—Y morirás siéndolo— su respuesta me hace sonreír. Él no es mi hermano, mi hermano murió frente a mí, su alma se ha ido, ese es solo su cuerpo. Un cascarón vacío.

—¿Sí? Pues te aseguro que no morirá antes que tú— Aiden se levanta, pero yo levanto una mano en su dirección y se detiene volviendo a sentarse. A regañadientes.

—¿Qué quiere tu jefe de mí?— pregunto con voz calmada, él se me queda mirando y no responde— Es lo mínimo que puedes hacer por mí teniendo en cuenta tu situación actual, decirme que mierda quiere tu jefe de mí.

Sus ojos expresan duda y ahí sé que va a decírmelo. El convertirse en un insensible no le ha hecho cambiar sus expresiones dependiendo de sus emociones. Ahora piensa que yo tenía razón y que tiene que decirlo, pero algo se lo impide. Algo no tan grande como sus pensamientos, si no, se hubiese negado de inmediato.

—Te... te quiere para sus negocios...

—Esto es impresionante— Aiden está de los nervios y yo me doy cuenta por su tono de voz irritado y por como mueve las piernas.

—¿Y tú ibas a llevarme con él? — se muerde el labio y asiente despacio. Se está arrepintiendo, pero ya es demasiado tarde.

Seguiré siendo una ilusa cuando me levante por la mañana, pero ahora estoy cabreada y el hablar calmada hace que me enrabiete más aún.

Me levanto y camino hasta el mueble donde sé que Aiden guarda un par de armas. Veo una pistola y la cojo. Pesa, pero no me importa y con un movimiento de cabeza, ambos me siguen hasta el patio.

Los dos saben qué voy a hacer en este momento, aunque yo no lo tenga muy claro.

Mi hermano aguarda a que lo apunte con la pistola, pero no lo hago.

—Para mí llevas muerto desde que ese loco te disparó— le confieso y él me mira sorprendido—. Así que, que mueras ahora no varía nada. Me da igual.

—Pero...

—En once años— lo interrumpo—, la gente cambia, y mucho. No sé si tu triste historia de que él no te dejaba vernos fuera cierta al principio, pero te has vuelto alguien a quien no reconozco y eso me lleva a pensar que tu alma murió esa noche, por lo que me importa una gran mierda que, quien seas, mueras.

—Sigo siendo tu hermano... yo...— se sostiene la cabeza.

—Supongo que sí, pero eso no me impide matarte— él asiente y mira al suelo.

Quiero meterle un tiro y acabar con todo pero... no puedo.

Miro la pistola en mi mano y luego a Aiden a mi lado, suelto un suspiro y le tiendo el arma.

—Haz lo que quieras con él— murmuro, él asiente y aguarda a que entre en casa, pero antes de hacerlo me acerco a mi hermano y lo beso en la mejilla.

Él me mira sorprendido.

—Ojalá fueses el mismo de hace once años. Yo realmente te quería— él me mira triste y me acaricia la mejilla.

—Siento haberte decepcionado. Entiendo el motivo por el que quieres matarme y lo acepto. Eres mi hermana pequeña y me lo merezco, pero... hazme un favor— lo miro atenta y él prosigue—, no veas mi ejecución, por favor.

Me lo quedo mirando y asiento. No puedo ver la muerte de mi hermano, no podría soportarlo... no otra vez...

Entro en casa y nada más cerrar escucho el disparo.

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