Desear lo imposible

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Cuando amanece y Aiden me despierta para ir al hospital, tengo que mandarlo literalmente a la mierda. Nos acostamos sobre las cinco de la madrugada y son las siete, aún no me puedo levantar, solo he dormido por dos horas y así se lo hago saber.

—Déjame— imploro—. Solo hemos dormido dos horas, iremos sobre el medio día.

—¿Qué? ¿Medio día? Falta cinco horas para eso— dice impaciente. Parece un niño el día de navidad.

—Pues duerme— gruño con la boca contra la almohada palpando el colchón a mi lado. Lo noto tumbarse.

Está tenso, lo noto por el aire gélido que de repente invade la habitación.

Levanto la cabeza y lo veo confirmándolo: le pasa algo.

—¿Aiden?— cuestiono y él me mira suavizando los ojos. Falsamente. Está claro que lo que sea que le ocurra no quiere decírmelo. Pero va a hacerlo.

Me tumbo de lado, mirándolo tranquila.

—¿Sí?

—¿Qué ocurre?— pregunto y él sonríe. Qué mal finge, por dios.

—Nada ¿Por qué?

—Quiero que me digas qué ocurre— insisto.

—No ocurre nada...

—Aiden. Dime qué ocurre. Ahora— ordeno. Le tengo dicho que la comunicación entre ambos es importante y que los secretos solo nos traerán problemas.

—No quiero decírtelo porque sé que es algo que tienes que decidir tú. No quiero intervenir en que tomes la decisión que quieras por la que yo quiero— explica, pero yo no lo entiendo.

—Explícate ¿Qué decisión?

—Si estás embarazada, no quiero que tomes la decisión de quedártelo o no porque yo te diga algo. Quiero que tú lo decidas, es tu cuerpo, es tu decisión.

Formo una "o" con los labios y me incorporo pensativa. Él se incorpora también y me mira.

—Primero: no sabemos si estoy embarazada o no, le estás dando demasiadas vueltas— comienzo—; y segundo: esa decisión, aunque sea mi cuerpo, tú eres el padre y yo no puedo, únicamente en el caso del aborto, matar a tu hijo ¿Comprendes?— él asiente— Si es quedármelo, sí que es mi decisión ya que tú quieras o no, yo estoy en mi derecho de tenerlo aunque no te hagas cargo... no sé si me explico.

—Sí, te entiendo— afirmó.

—Bien, dime qué es lo que te preocupa— pido con suavidad y él asiente.

—Tú sabes que yo quiero ser padre— susurra y yo asiento: ya me preguntó con anterioridad si me gustaría ser madre, pero yo no estaba lista... ahora sí lo estoy—. Pero no te quiero...— piensa— no quiero empujarte a algo que tú no quieras. Es una decisión importante que nos cambiaría la vida y nos daría una gran responsabilidad...

—Aiden— lo interrumpo. Se está comenzando a poner sensible y si llora yo lo haré también—. Estoy lista para ser madre si es contigo— su mirada se ilumina y yo sonrío, pero luego se pone serio y yo ruedo los ojos al saber qué va a decir.

—¿Estás segura? No será por lo que te he dicho ¿No? Te he dicho que no quiero que decidas nada por mí...

—Sí, estoy segura y no, no es por lo que me has dicho, aunque es un alivio que tú también. Pero como no sabemos si estoy embarazada, no nos hagamos ilusiones, le estás dando demasiadas vueltas.

—Sí, tienes razón— concuerda.

—¿Podemos dormir ahora?— casi suplico y él ríe.

—Sí, durmamos.— se tumba y me agarra dándome un tirón para acercarme a él— Te amo, Esclava.

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