Quién quiere almohadas

7.6K 386 60
                                    

Despierto con la luz de la mañana que entra por el ventanal de Aiden, esta noche he dormido en su habitación y él duerme plácidamente en su cama. Anoche estuvo hasta tarde hablando con su abogado.

Yo me quedé dormida antes de que acabara.

Me parece interesante el que hable de sus negocios frente a mí sin tapujos, aunque también es verdad que, estando aquí dentro, poco puedo hacer.

Esa es otra pista más para saber que no tiene intención alguna de dejarme libre.

Me rugen las tripas y me planteo despertarlo pero antes de nada voy al baño y hago mis necesidades, no quiero un espectador mientras cago. Abro la ventana para que airee y me lavo la cara.

Salgo del baño y me acerco al ventanal para ver un poco el exterior, aunque sea a través de un cristal, es muy bonito.

Aiden ha elegido un buen lugar para vivir.

—Es bonito, ¿verdad?— la voz adormilada de Aiden me hace girarme hacia la cama, lo veo acurrucado de lado, mirándome con intensidad.

—Tengo que admitirlo, sí.

—Suelo sentarme frente a ese ventanal los días y noches que siento que voy a rendirme, me funciona bastante bien.

Camino despacio hacia la cama y me siento a su lado para acariciarle el cabello, él se deja.

—¿Por qué ibas tú a sentirte así?

—Derrotado, muy a menudo me siento derrotado.

No le vuelvo a preguntar, si no lo ha dicho es que no quiere decirlo e insistirle a una persona como él podría ser muy imprudente.

Me agarra un muslo y se acerca a mí para usarlo de almohada, le sigo acariciando la cabeza.

—Me gusta hablar contigo— me digo.

—¿Ah sí?

—Cuando hablamos siento que somos amigos en circunstancias normales— le confieso.

Su respiración es relajada, las caricias en su pelo lo calman.

—Eres distinta a las demás— murmura más adormilado que antes.

—¿En qué sentido?— ni siquiera voy a molestarme en preguntar quiénes son las demás.

—Ellas... solo hacían lo que creían que tenían que hacer, se las veía obligadas a sonreír, cada que cruzábamos miradas solo recibía temor. Tú finges, pero no todo el tiempo, veo la verdad en tus ojos, Esclava.

Me quedo en silencio procesando sus palabras. Ahora sí me interesan las otras, porque él ha tenido secuestradas a más chicas y quiero saber de ellas, pero no creo que este sea el momento.

—Aiden— murmuro.

—Mmm— está casi dormido así que dejo de tocarle la cabeza.

—Tengo hambre— y justo después de decirlo me ruge el estómago.

Una sonrisa se forma en sus labios pero al segundo entreabre los labios y suelta una especie de suspiro que me dice que está dormido.

Se ha quedado dormido usando mi muslo de almohada.

En fin, quién quiere almohadas teniéndome a mí.

Pero yo tengo hambre así que lo remuevo con cuidado.

—Cinco minutos...— murmura ronco.

—Tengo hambre— lo sacudo más fuerte y abre los ojos incorporándose.

—Mujeres— escucho que murmura para sí.

Me engancho de su cuello justo cuando se está levantando y me levanta con él.

MineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora