27. La carta de John.

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Septiembre de 1960.

Narra (TN)

Los chicos ya llevaban casi un mes en Hamburgo y aún les quedaba tiempo allá. John había escrito con frecuencia, pero todas las cartas eran para Mimi y no decían mucho. Siempre estaban las típicas frases: "estamos bien", "todo acá es genial" y "volveremos pronto". Comenzaba a desesperarme que mi hermano estuviera olvidándose de escribirme. Hasta que por fin llegó una carta para mí.

¡Hermanita!

Sé que soy un grosero por no haberte escrito antes, pero he estado ocupado en muchas otras cosas. Le he escrito a Mimi muchas cosas de nuestra "experiencia" acá en Hamburgo, pero no creas todo lo que dice. Ja, si pudieras ver el lugar dónde estábamos durmiendo, seguro que estarías agradecida por no haber venido con nosotros. No todo es malo, hemos pasado un gran tiempo: las chicas de acá son tan...libres y complacientes que es imposible no pasarla de maravilla.

También hemos progresado mucho, tanto que el Top Ten, un club mejor que se encuentra en la calle principal "Reeperbahn", nos ofreció una oportunidad. Aceptamos, pero los dueños del club en el que estábamos tocando antes no se lo tomaron muy bien y nos han denunciado con las autoridades.

George, Paul y Pete ya deben estar allá en Liverpool para cuando mi carta llegue. Fueron deportados justo ayer. George por ser menor de edad, los otros dos por intentar incendiar el edificio del club en el que estábamos. ¡Fue toda una locura!

Te seré honesto: no teníamos ningún permiso para trabajar aquí en Hamburgo. Se suponía que nuestro mánager debía encargarse de los permisos y todo eso, pero quizá se le olvidó. Yo volveré en un par de semanas más, o quizá menos, porque no tengo mucho por hacer aquí estando solo. Seguramente me dirías: ¿y por qué no te diviertes con Stu? Pero ya te explicaré el motivo más abajo.

Conocimos a buenas y malas personas por acá. Una de las buenas personas es un simpático chico de Liverpool que se hace llamar Ringo Starr, está en una banda llamada Rory Storm and the Hurricanes. Él y Rory vinieron para ver cómo vivíamos los grupos de Liverpool aquí en Hamburgo. Ringo es un tipo agradable, se quedó varias veces hasta muy tarde sólo para escucharnos y también llegó a tocar con nosotros. Tal vez luego te lo presente.

Y ahora lo de Stu: ya tiene novia. Es una artista alemana llamada Astrid. Por más que he intentado convencerlo de que regrese conmigo, no acepta. Ya nos avisó que dejará la banda para dedicarse completamente a su arte, así que Paul se ha convertido en el nuevo bajista. Intentaré convencer a Stu en estos días, pero si no lo logro, me regresaré solito.

¿Qué más podría contarte? ¡Ah, sí! Todos los chicos de la banda nos cortamos el cabello (la novia de Stu se lo cortó primero a él y quisimos imitarlo), ahora nos vemos diferentes. En lugar de peinarlo hacia atrás, dejamos que crezca con libertad hacia abajo, lo cual nos ahorra lo de la vaselina. Ya verás cómo es el nuevo look cuando regrese. ¡Me atrevo a asegurar que te encantará!

Con cariño,

Tu hermano, el queridísimo y guapísimo,

John.

PD: ¡Mantente alejada de McCartney!

PD2: ¡Me refiero claramente a Paul McCartney, nuestro bajista cara de bebé!

Leí la carta al menos cuatro veces con una sonrisa tonta en el rostro. John iba a volver antes de lo planeado, y no sólo eso: ¡los otros chicos ya estaban en Liverpool! Las posdatas de mi hermano eran muy graciosas, y leer el nombre de cierta personita hico que mi estómago se revolviera un poco: todavía no había olvidado lo que pasó entre Paul y yo antes de que se fueran a Hamburgo.

Escuché que Mimi me llamaba y bajé para ver qué necesitaba.

— ¿Ocurre algo?

— ¿Podrías ir a comprar un poco de azúcar? —me preguntó, mostrándome la azucarera vacía—. Se terminó y la necesito para hacer el postre de hoy. Iría yo misma a comprarla, pero no puedo dejar la comida a medio cocerse, ¿comprendes?

—Está bien —me encogí de hombros y sonreí—. Iré a comprar.

— ¿Leíste la carta de John? —cuestionó.

—Sí —respondí—. Dice que volverá en dos semanas o menos porque su contrato terminó antes.

No iba a contarle que mi hermano se había ido a trabajar a Hamburgo sin tener permiso para hacerlo, Mimi jamás entendería algo como aquello.

—Pues esas son buenas noticias —contestó, dirigiéndose de nuevo a la cocina—. No me agrada mucho que John esté en esa ciudad tan peligrosa y tan llena de libertinaje. Si estando aquí en Liverpool, bajo mi vigilancia, es bastante rebelde, no quiero ni imaginar qué pasaría si se queda allá por mucho tiempo.

Sonreí, tomé el dinero y salí rumbo a la tienda. Caminé despacio durante todo el trayecto, con la esperanza de ver a Paul. Ya había pasado mucho tiempo desde aquel día en que me dio un beso muy cerca de los labios, pero seguía pensando en él y en ese momento como si acabara de pasar. Desafortunadamente, llegué a la tienda sin tener ningún rastro de Paul.

—Hola, (TN)—me dijo una voz que ya conocía.

Narra Paul

No había salido mucho de la casa desde que había llegado de Hamburgo y pasaba la mayor parte del tiempo durmiendo. Mi padre estaba muy preocupado por mi aspecto y mi salud, así que tuve que confesarle que no nos alimentábamos muy bien y que no dormíamos lo suficiente; sin embargo, no me atreví a decirle que había consumido "preludín", la sustancia que nos daban para poder seguir trabajando a pesar de no haber dormido o estar completamente ebrios.

Fui hasta el piano y me senté a tocar un poco. Hamburgo no había sido lo que esperaba, pero me quedaría con la experiencia que había adquirido estando allá; jamás creí que iba a volver tan rápido: ni siquiera me había despedido de Isabel.

Me sentía un poco frustrado, Hamburgo había quedado atrás y yo debía iniciar de nuevo en Liverpool. Mi padre seguía teniendo ilusiones de que continuara con mis estudios y para que llegara a ser un doctor o un maestro, pero yo no estaba del todo entusiasmado al respecto. Prefería conseguir un trabajo y lo apoyar con el mantenimiento de la casa.

Mientras acariciaba las teclas, comencé a preguntarme qué estaría haciendo (TN). El beso que le había dado tan cerca de los labios era algo que ni siquiera el recuerdo de todas las veces que me acosté con alguna chica en Hamburgo podía borrar de mi mente.

— (TN) —suspiré.

Haber estado en Hamburgo me había hecho darme cuenta de algo: me había enamorado perdidamente de ella. Deseaba con desesperación salir corriendo e ir directamente con ella para tenerla entre mis brazos y besarla, hacerle saber mis sentimientos de una vez por todas. Aunque,por otro lado, eso me parecía muy impulsivo.

Got To Get You Into My LifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora