Maratón Especial con motivo del cumpleaños de Ringo Starr
#peaceandlove
1/5
12 de diciembre de 1963
Narra (TN)
Cuando Brian se fue, los chicos quisieron salir a celebrar por lo que Epstein había dicho. La restricción de su mánager seguía en pie, pero era desesperante para ellos estar tanto tiempo en casa.
Paul y yo preferimos quedarnos, había sido un día increíble, pero ya estábamos cansados. Cenamos algo ligero y después subimos a su habitación. Me recosté en la cama mientras que él se sentó en una silla que tenía cerca.
—Gracias por todo lo de hoy, mi amor —le agradecí.
—Haría cualquier cosa por ti —musitó—, aunque fuera muy complicada, porque te amo.
Sonreí con timidez, me levanté y fui directo a su tocador. Había una fotografía de Paul y su familia en uno de los extremos, la tomé. Mi novio me observaba con atención, como si estuviera preparándose para comentar algo sobre la imagen. De forma inconsciente mi expresión se tornó triste.
— ¿Qué ocurre, nena? —me preguntó.
Negué con la cabeza y volví a poner la fotografía en su lugar. Había sentido algo muy extraño justo en el pecho, una especie de opresión. En el otro extremo se encontraba una fotografía de mi novio y Mike. Se veían muy tiernos. De la nada, Paul se levantó y me abrazó.
—No llores —me pidió, besó mi mejilla con dulzura y me sonrió para tranquilizarme.
No me había dado cuenta de que mis ojos se habían llenado de lágrimas. Como si pretendiera llevarle la contra, el escuchar esas palabras me hizo incapaz de retener más las lágrimas. McCartney las secaba con delicadeza y me miraba con un poco de preocupación, todavía sin entender qué estaba pasándome.
—Tienes suerte de tener una familia así, Paul —le dije.
Él no me contestó nada, sólo asintió y siguió secando mis lágrimas. Yo sabía que había perdido a su madre y que últimamente casi no veía a su padre y hermano, pero al menos podía hacerles una llamada y tener la certeza de que la persona contestaría. Ese no era mi caso.
—En días como hoy los extraño —admití.
—Seguramente ellos están contigo —me sorprendía lo rápido que Paul comprendía la situación y sabía qué decir en los momentos difíciles—, de alguna manera, aunque tú no los veas. La familia nunca te abandona.
—No lo creo —musité—. Ellos son del futuro, no de ésta época o alguna anterior. Es posible que ni siquiera hayan nacido, no lo sé.
— ¿Los recuerdas?
—Casi nada —respondí—, y eso me hace sentir muy mal a veces, es decir, debería poder recordarlos; pero solamente tenía cinco años cuando todo pasó. Y yo, bueno, creo que tengo una especie de recuerdo, pero no sé siquiera si es verdadero o simplemente fue un sueño muy real.
— ¿De qué trata?
La mirada de Paul estaba fija en mi rostro. Inhalé profundamente. Nunca antes había hablado al respecto con nadie, ni siquiera con Mimi o con John. Cierta parte de mí me decía que debía guardarme todo lo relacionado a mis padres y la cuestión de espacio-tiempo, pero otra parte me decía que Paul era la persona indicada para sacar todo esto.
—Tranquila, mi amor —colocó un mechón de cabello detrás de mi oreja y acarició mi mejilla—, está bien si no quieres contarme. Yo jamás te forzaría a hacer algo que tú no quieras.
Sonreí un poco y asentí, definitivamente quería hacerlo.
—Pues... mi papá está viendo la televisión. Mi mamá está en la cocina haciendo algo que huele muy bien. Yo llego corriendo a abrazar a mi padre y él me abraza a mí, su ropa desprende el olor de su loción, disfruto de su calor, del momento. —Hice una pausa y sentí cómo una lágrima resbalaba por mi mejilla. Paul no hizo nada por detenerla—. Me mira a los ojos: dos hermosos zafiros puestos en mí. Me dice que me quiere y... después no recuerdo nada. Es todo, ese es el recuerdo más nítido que tengo, aunque no estoy segura de que haya pasado.
—Es bonito —me dijo con ternura—, yo lo escucho muy real, así que debe ser verdadero.
—A veces pienso que mi padre está en algún lugar —suspiré—, buscándome. En ocasiones me gustaría que me encontrara. Así podría volver a verlo y también a mi madre, quizá ahora tenga algún hermano o una hermana. Créeme que me entusiasma la idea.
Él sonrió tímidamente y me tomó de la mano. Puso sus hermosos ojos color avellana en los míos. No supe definir si su expresión era de ternura, curiosidad o tristeza. Ladeó un poco la cabeza.
— ¿Te irías?
No era la primera vez que esa pregunta pasaba por mi mente, aunque sí era la primera que la escuchaba en voz alta. Pero no sabía la respuesta. Contestar implicaba escoger entre mis padres y Paul, y ese era un completo dilema para mí. Supuse que mi novio comprendió todo porque negó frenéticamente con la cabeza de inmediato.
—Lo siento —se disculpó, cerrando los ojos con fuerza por un momento—. Sé que no es sencillo escoger, preciosa. No necesito que me respondas.
— ¿Y si algún día necesito dar una respuesta a esa pregunta?
—Eres una chica muy lista, sabrás qué hacer —me guiñó el ojo—. Y...quiero que sepas que, sea cual sea tu decisión, voy a apoyarla por completo.
Me tomó por la cintura y me atrajo hacia él para darme un beso. Puse mi cabeza en su hombro, su ropa despedía el olor de su loción y también olor a Paul; amaba los momentos como ese. Colocó otro mechón de mi cabello detrás de mi oreja para poder contemplar mejor mi rostro.
— ¿Me dejas ayudarte a olvidar tus problemas por unos cuantos momentos? —me preguntó seductoramente mientras bajaba las manos hacia el final de mi vestido y comenzaba a subirlo. Di un respingo y lo aparté de mí.
—No, Paul.
— ¿Por qué no? —cuestionó haciendo carita de perrito.
—Tengo el periodo.
—No tengo ningún problema con eso —musitó sonriendo y volvió a intentar subir mi vestido—. La sangre no me asusta.
—Pero yo sí tengo problema —espeté y le tomé las manos—. Sería algo sumamente repugnante, Paulie.
—De acuerdo, tú ganas.
Sonreí y besé sus labios. Él correspondió el beso. Miré por la ventana, ya había oscurecido, lo cual significaba que mi cumpleaños llegaba a su fin. Paul me cargó con delicadeza, como si yo fuera una muñeca de porcelana que podía romperse fácilmente, y me depositó con el mismo cuidado en su cama.
—Quiero que duermas conmigo —besó mi frente.
— ¿Y cómo sabes que yo quiero eso? —le pregunté a manera de broma.
—Porque me amas —su voz denotaba seguridad y orgullo—. Y si no me dejas estar dentro de ti, quiero que permanezcas a mi lado.
—No lo sé —dije—. Si me aburro, me iré.
Mi novio rió y se dirigió a apagar las luces de la habitación.
Me metí en la cama, acostándome de lado para poder ver a Paul. Para mi sorpresa, él se acostó mirando a la pared. No hizo ningún comentario. Quizá estaba igual de cansado que yo.
—Las mujeres sí que son insoportables durante el periodo —musitó, riendo un poco.
Rodé los ojos antes de darle un pequeño pellizco en su bonito y redondo trasero, acción que provocó que diera un respingo.
— ¡Oye, me dolió! —exclamó, riendo.
ESTÁS LEYENDO
Got To Get You Into My Life
Fanfic¿Qué pasaría si un accidente te transportara hasta el Liverpool de 1948 a la tierna edad de cinco años? El destino te lleva a conocer a un hombre que consideras perfecto y del que te enamoras: Paul McCartney, quien por cierto es el mejor amigo de tu...