Epílogo.

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Futuro

Narra Dylan

Aún no habíamos podido hacer funcionar la máquina, pero los tres sentíamos que estábamos cerca. Nuestras teorías fallan con menos frecuencia y las pruebas iban excelente.

Mi padre me tenía preocupado, hacía unos años que estaba trabajando en un bufete de abogados, pero lo habían despedido. Desde que eso había pasado, su único objetivo era encontrar a mi hermana. No cuidaba su aspecto y comía poco. Debía darme prisa si quería que mejorara.

Jamás olvidaré esa noche cuando todas las piezas encajaron perfectamente, la electricidad llegó al punto necesario y ante nuestros ojos apareció una especie de círculo con una imagen de Liverpool en el pasado.

— ¿Lo... lo logramos? —preguntó mi padre con timidez.

—Eso parece —musitó Joel.

Mi padre comenzó a caminar hacia el portal, pero yo lo detuve. No podía dejar que hiciera eso. Él había sido claro cuando comenzamos a trabajar juntos en eso: "no quiero más accidentes".

—No sé si es seguro que cruces —le confesé—. Además... aún tengo que hacer ajustes para que el portal permanezca abierto...

No me dejó continuar, pues me tomó con una mano y jaló a Joel con la otra. Sentí cómo si una fuerza apretara cada parte de mi cuerpo cuando cruzamos el portal antes de caer brutalmente al frío suelo.

15 de abril de 1965

Miré nerviosamente hacia el portal sólo para ver cómo se cerraba repentinamente.

— ¡¿Qué has hecho?! —le grité con enojo a mi padre.

Él no me contestó, sólo me dirigió una mirada desafiante. ¿Sabía mi padre lo que acaba de hacer? Suponía que no.

—Acabas de encerrarnos aquí —dije con odio—. ¡No vamos a poder regresar!

Quería llorar. Deseaba con ansias poder hacer funcionar la máquina para que mi padre pudiera volver a ver a mi hermana y quizá traerla de regreso, pero yo no quería irme al pasado.

Y ahora estábamos atascados en el pasado. Tendríamos que comenzar todo de nuevo: sin celulares, sin internet, sin wifi. Mi cabeza comenzó a doler.

—No creí que te atrevieras, (Nombre de tu padre) —musitó Joel.

— ¿Dónde está la casa de ese tal John Lennon, hijo? —me preguntó mi padre, sonriendo por primera vez en mucho tiempo—. Necesitamos encontrar a tu hermana.

Alcé la vista, notando que la casa en la que mi gran ídolo había crecido estaba frente a nosotros. A regañadientes, señalé la propiedad. Mi padre se acercó con paso seguro y llamó a la puerta. Abrió una mujer: la tía de John Lennon.

—Buenas tardes —dijo Mimi, analizando cuidadosamente la vestimenta de mi padre—. ¿Puedo ayudarle en algo?

—Estoy buscando a... a (TN) —musitó mi padre, dudando si mi hermana habría conservado su nombre o no.

Descubrimos que sí lo había conservado porque la mujer negó con la cabeza y nos explicó que ya había regresado a Londres. Sonreí tímidamente, mi hermana había tenido demasiada suerte de haber crecido junto a Lennon.

— ¿Podría llamarla? —cuestionó mi padre—. Soy (NDTP) (TA), por favor. Es urgente.

—Lo siento —Mimi negó con la cabeza—. Dudo mucho que ella lo conozca, jamás ha mencionado su nombre. En todo caso, cuando hable con ella por teléfono, le comentaré de su visita.

—Escuche, he estado esperando demasiados años para que este día llegara, no me niegue la oportunidad de reencontrarme con mi hija —dijo mi padre.

—Sonará tonto, pero venimos del futuro, señora —comentó Joel.

—Por favor, señora Smith —añadí, acercándome a ella—. Ayúdenos a encontrar a mi hermana, no le daremos más molestias después de reunirnos con ella.

La mujer hizo una extraña mueca y nos invitó a pasar.

Narra John

Me encontraba en mi casa con Cynthia y Julian, viendo la televisión, cuando el teléfono sonó. Era Mimi, su voz se escuchaba tan preocupada que me hizo creer que ya se había enterado del plan de hermanita o algo por el estilo; me equivoqué.

Me contó de las visitas que acababa de recibir y comprendí el porqué de su preocupación. Yo también comencé a sentirme nervioso.

— ¿Estás segura de que es su padre? —pregunté con temor.

—Completamente, John —dijo—. Ahora... quiere hablar con (TN).

—Creo que ya es tarde —musité, viendo mi reloj de muñeca—. Ella va a tomar un avión dentro de diez minutos y se irá a América.

— ¡¿Cómo?! —exclamó tan fuerte que tuve que apartar el auricular un poco—. ¡¿Por qué no me lo dijo?! ¡John Winston Lennon, ¿permitiste que tu hermana menor se fuera del país así sin más?!

—Ya entendí, voy al aeropuerto para detenerla —me levanté de prisa.

Colgué antes de que Mimi pudiera darme un largo sermón sobre la responsabilidad que tenía sobre mi pequeña hermana, regresé el teléfono a su lugar para salir de la casa y subir a mi auto.

Conduje hasta el aeropuerto lo más rápido que el tráfico me permitió. Estacioné el auto y entré al lugar corriendo, esperando que ninguna fanática me reconociera. Me acerqué al mostrador de la aerolínea más cercana para preguntar por el vuelo. Me dijeron que estaba a punto de despegar.

— ¿Necesita comunicarse con alguien de ese vuelo, señor Lennon? —me preguntó una mujer de traje, que trabaja para una de las aerolíneas del aeropuerto—. Sería un placer detener el vuelo por usted.

Dirigí mi mirada hacia el gran ventanal que estaba cerca, podía ver cómo el avión se separaba del puente para abordar: hermanita debía estar ahí. Lo pensé por un momento, pero finalmente negué con la cabeza.

—No, muchas gracias.

Si (TN) volvía con su padre, se iría para siempre. No la quería tan lejos, al menos en Nueva York podría visitarla. Solté un profundo suspiro y sonreí ampliamente. Me aparté del mostrador y caminé hacia el ventanal para contemplar el despegue del avión que llevaría a hermanita a un nuevo comienzo: lejos de Inglaterra, de Paul McCartney, y también de mí.

Got To Get You Into My LifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora