39. Londres.

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Maratón Especial con motivo del cumpleaños de Sir Paul McCartney.

Parte 5/5


1963

Narra Paul

Lo habíamos logrado. Teníamos nuestro primer número uno en la nación: Please Please Me. Una canción de John y mía. Brian nos dijo que tendríamos que mudarnos a Londres porque pronto grabaríamos nuestro primer álbum. Todos estamos muy emocionados.

Por mi parte, estaba todavía más feliz porque (TN) iba a venir con nosotros. Ella sabía que en Londres podría tener más oportunidades para cumplir sus sueños de las que tiene en Liverpool. Yo había asistido a todas las obras en las que había participado, incluyendo Romeo y Julieta, donde ella sí había conseguido el papel de Julieta y tuve que contener mis ganar de golpear al que hizo de Romeo; ella me explicó que sólo era actuación. Me quedaba claro que (TN) me amaba a mí y confiaba plenamente en ella.

No pasó mucho tiempo hasta que estuvo todo arreglado: Brian nos había conseguido una casa, bonitos carros y otras cosas para vivir en la capital de Inglaterra. Llegamos a la nueva casa y repartimos nuestras habitaciones. Afortunadamente, el cuarto de (TN) estaría cerca del mío. Aunque, por supuesto, yo hubiera preferido que ella compartiera habitación conmigo; pero John jamás lo habría aprobado.

Me puse a organizar las cosas en mi habitación, mientras que (TN) había decido hacer lo mismo en la suya. Me gustaba ser ordenado, a diferencia de los demás. Sentí que alguien entraba en mi habitación y me observaba, así que dejé lo que estaba haciendo y me di media vuelta para ver a John recargado en la pared junto a la puerta.

—Hola, McCa —me saludó, con un deje de tristeza en su voz.

— ¿Qué ocurre, John? —le pregunté.

—Fui un torpe —musitó.

— ¿Por qué lo dices?

—Por Cynthia, por ese bebé que viene en camino —masculló—. ¿Qué voy a hacer ahora? A veces tengo la sensación de que arruinamos nuestras vidas, que no era el momento para algo así, pero ya no puedo hacer absolutamente nada.

Le sonreí tímidamente para hacerle sentir un poco mejor. En cierto modo tenía razón, quizá debieron haber tomado precauciones, pero decir eso en ese momento quedaba de sobra. John sería padre muy pronto y se le veía bastante angustiado al respecto, al menos (TN) y yo lo notábamos.

—Tranquilo —le dije—. Lo harás bien. Serás un buen padre, y ese bebé te adorará.

Él se encogió de hombros y salió de mi habitación. Me gustaría saber en qué pensaba. John me contaba muchas cosas que a los demás no. Desde que su madre murió, nos habíamos unido más. Él era mi mejor amigo, no podía dudarlo, y él me había dicho que yo era el suyo. No obstante, incluso conmigo guardaba sus reservas.

—Bueno, creo que es todo —dije para mí mismo, unas vez que terminé de ordenar toda mi habitación.

Decidí ir a ver a (TN). Llamé a la puerta antes de entrar y la descubrí mirando por la ventana. Se veía hermosa. Deseé haber tenido una cámara en mis manos para tomarle una fotografía. Me miró tímidamente cuando advirtió mi presencia y se acercó para abrazarme.

— ¿Terminaste de ordenar todo, preciosa? —besé su cabeza.

—Sí —me contestó—. No traje demasiadas cosas, John dijo que podría comprar de todo acá en Londres.

—Entonces... ¿qué te parece si vamos a comer algo nosotros dos? —sugerí.

A ella le encantó la idea, pero me pidió que le diera media hora para arreglarse. Sonreí. Sentía que le debía una salida de ese tipo, incluso varias, porque con todas las presentaciones que ofrecíamos casi no teníamos tiempo para ir a ninguna parte. Como tendríamos el día libre por la mudanza, quería pasarlo con ella.

Fui a mi habitación y me miré en el espejo, dándome cuenta de que yo también debía ir muy bien para mi chica. Me puse un traje y tomé unos lentes de sol. Desde que nos habíamos vuelto más populares, los usábamos con frecuencia. A las fans les costaba más reconocernos con los lentes de sol puestos, aunque no entendía por qué.

Cuando pasó la media hora, bajé a la sala y esperé a (TN), quien no se tardó mucho. Se veía bellísima. Se había puesto unos tacones altos y un vestido color limón que resaltaba lo hermosa que era mi novia. Me acerqué y le di un pequeño beso.

—Te ves hermosa, mi amor.

—Y tú muy guapo —me contestó.

La tomé de la mano y salimos de la casa. Abrí la puerta del lado del copiloto de mi carro para que ella subiera. Luego subí yo. Nos abrochaos los cinturones de seguridad y conduje hasta un restaurante elegante del que había escuchado mucho. Ella me miró sorprendida cuando estacioné el auto.

—Paul...este restaurante es muy caro, podemos ir a otro más barato, si quieres.

—No, nena —negué con la cabeza—. Quiero ir contigo a este restaurante, el dinero ya no es ningún problema.

No se opuso más y entramos. Todo estaba bellamente decorado. Me gustaba, aunque sentía que yo no pertenecía a un lugar así. Mi vida había cambiado mucho gracias a la banda. Sonreí cuando probé la comida: era deliciosa.

Afortunadamente nadie me reconoció y pudimos permanecer en el lugar el tiempo necesario sin dificultades. Cuando salimos, le pregunté a (TN) si quería ir a pasear un poco por la ciudad, pero me dijo que prefería que regresáramos a la casa porque los tacones habían comenzado a molestarle.

No tardamos en llegar. Le abrí la puerta del carro y la ayudé a bajar. Se sujetó de mi brazo para caminar hasta la entrada de la casa y yo abrí la puerta. No se escuchaban los típicos acordes de guitarras o conversación alguna. Parecía que los chicos habían salido. Me acerqué a la mesa y vi que había una nota.

Hermanita,

Salimos a comer algo y a dar un paseo por la ciudad. Volveremos tarde, probablemente en la noche.

John.

Se le di a (TN). Ella le leyó, asintió y me miró. Me encantaba que me mirara, adoraba sus hermosos ojos.

— ¿Quieres que me cambie los zapatos para que vayamos a dar una vuelta? —me preguntó—. Probablemente encontremos a los chicos.

—Como quieras, cariño —me encogí de hombros—. Me da igual entre salir o quedarme, siempre y cuando tú estés a mi lado. Si quieres, podemos quedarnos y te muestro algunas canciones que he escrito.

—Eso sería maravilloso —respondió, dibujando una sonrisa en su rostro.

Sonreí, la tomé de la mano y la llevé escaleras arriba hasta mi habitación. Se sentó en la silla que se encontraba allí mientras yo tomaba mi guitarra y me sentaba en la cama.

Escuchó atentamente todas las canciones que toqué. Cuando terminaba me hacía elogios de ellas y, si era de amor, yo le decía que ella había sido la inspiración para la canción, provocando que se sonrojara más de una vez.

Cuando comenzaba a oscurecer, bajamos a cenar algo y después regresamos a mi habitación. Nos mirábamos sonriendo sin decir nada, sabiendo que compartíamos uno de los secretos más grandes y antiguos del universo: el amor. Nos fuimos acercando poco a poco hasta quedar a escasos centímetros del otro. Vi sus labios, quería besarlos de nuevo.

La tomé por la cintura con mucho cuidado y la besé apasionadamente. Ella correspondía el beso y pasaba sus dedos por mi cabello. Recostó su cabeza en mi pecho. Podía oler su perfume y también su aroma personal. Sonreí de oreja a oreja. La amaba, me sentía muy afortunado de que ella también me amara y de que fuera mi novia.

Sin que ella lo esperara, la atraje un poco más hacia mí. Me gustaba tenerla muy cerca, su cuerpo contra el mío. Sentí un cosquilleo en la entrepierna, pero fingí que no pasaba nada y me puse a besarla nuevamente. Podía estar así todo el día. Tuve la sensación de que toda la sangre de mi cuerpo comenzaba a acumularse en cierta parte de mi anatomía. Ella rozó accidentalmente contra el gran bulto que se había formado bajo mi pantalón y se ruborizó inmediatamente. La solté y me alejé un poco de ella.

—Yo...eh —comencé a tartamudear de manera nerviosa—, lo...lo...siento. No es algo...que yo...

Got To Get You Into My LifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora