Duncan Lombardi
El medicamento que me recetó el doctor está haciendo su efecto, bajando la fiebre y aliviando los malestares que me provocó ese exceso de droga. Sigo maldiciendo a Marlene internamente, culpándola de un error que, en realidad, fue por mi culpa. No debí aceptar nada de ella, pero entre que soy gilipollas y que la suerte no está de mi lado, todo es una mierda.
—El hacker vive en una casa de aspecto bastante humilde —comenta Darek, clavando su mirada en el portátil—. Podemos actuar en la noche, ir a su habitación y ahogarlo con una almohada. Si lo hacemos con cuidado dará un simple fallo respiratorio en la autopsia. Todos pensarán que fue una muerte natural.
—¿Y cómo entramos a esa casa? —le pregunto a mi mellizo—. Porque si rompemos el cristal de una ventana para acceder, Boris sabrá que fue un asesinato y pondremos a Anya en peligro. Ella es la única que sabe su dirección.
—Existen diferentes métodos para entrar —responde con calma—. Es fácil, pero con lo que hay que tener cuidado son con las cámaras. Hay dos en la entrada trasera y otras dos en la delantera. Una vez entremos a la casa debemos borrar las grabaciones para eliminar todo rastro de nosotros.
—¿Y cuándo lo haremos?
—Ahora, prepárate.
—No puedo dejar sola a Darcy.
—Que se quede con Dash, está en el salón sin hacer nada.
—¿Y Daryl?
Él clava sus ojos grises en los míos, como si hubiese preguntado alguna tontería.
—¿En serio preguntas dónde está tu hermano? —ríe, levantándose de la silla de su despacho—. Estará pasando la noche en un pub, follando a cualquiera que le muestre un mínimo de atención —dice, conociéndolo—. Dash tiene buena habilidad con los niños, la cuidará bien si se despierta.
Avanzamos hasta el salón, viendo a nuestro hermano menor sentado en uno de los sofás. Darcy volvió a despertarse, ahora está al lado de su querido tío Dash. Aunque él no le presta atención. Está pendiente al teléfono, chateando con alguien. Me asomo silencioso para saber con quién habla tanto. Entrecierro mis ojos, leyendo un mensaje desde la distancia.
«¿Vienes mañana o qué?»
Alguien se lo pregunta, pero a Dash no le da tiempo a responder porque se percata de mis pasos, girando su cabeza hacia mí, sin lucir demasiado sorprendido al encontrarme tras él. El que no guarde el teléfono indica que no esconde nada importante, aunque mi parte cotilla quiere saber qué secretos guardará mi querido hermano menor. El más misterioso y reservado.
—Eres igual de cotilla que Daryl, ¿qué quieres? —pregunta, desviando su atención hacia mí. Se percata de la presencia de Darcy en ese instante, sobresaltándose—. ¡¿Cuánto rato llevas ahí?!
Ella se ríe.
—Un par de minutos —confiesa—. Quería asustarte, pero estás demasiado pendiente a ese móvil. ¿Con quién hablas? ¿Es mi futura tía o tío? —pregunta, curiosa—. ¿Por qué sonreías cuando escribías? ¿Tiene juegos ese móvil? ¿Me lo prestas? Por fi. Préstamelo, me aburro —insiste.
Demasiadas preguntas en muy poco tiempo. Eso satura a Dash, quien decide ignorarla para centrarse en mí.
—¿Cuidas de Darcy unos minutos hasta que volvamos a la casa? —le pregunto—. Tenemos un asunto importante que tratar.
—¿Estás loco o qué? ¿Cómo pretendes que deba aguantar a esta cría por unos minutos?
—¡Oye! —protesta Darcy.
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El karma de Duncan [+21] ✓
Romance«El destino los volvió enemigos, porque si fueran aliados, juntos tendrían el control del mundo.» ¿O puede haber un amor oculto tras esa cortina de humo, llamada odio? El pasado sigue presente en ellos, recordando esa relación que tuvo un final trág...